Un aspecto poco analizado en la obra, Segundo Sexo, de la feminista Simone de Beauvoir es la del compañerismo y solidaridad entre hombres y mujeres, escribe la abogada Aline Rivera, en Gaceta UNAM.

La aparición de los dos volúmenes del Segundo Sexo, hace 70 años, generó un fuerte escándalo entre la opinión pública francesa y una ola de violentos ataques dirigidos no sólo al libro sino también a su autora.

En su obra, la feminista Beauvoir lamenta la guerra perpetua entre hombres y mujeres, y el hecho de que las mujeres no sean consideradas las “compañeras francas” de los hombres.

Esto ha traído consigo la separación, la jerarquía y el desconocimiento “del otro”, fragmentando no sólo nuestras sociedades, comunidades y familias, sino incluso también nuestras propias forma de ser y ver el mundo.

La autora denuncia con fuerza que frente a esta guerra entre los sexos “ni hombres ni mujeres están satisfechos”, y que aun cuando se intente sostener que esta disputa es una especie de “maldición” que no tendrá fin.

El conflicto y la oposición entre mujeres y hombres no tiene ninguna razón de ser, por lo que, al igual que la opresión y la desigualdad, no se trata de un destino, ni de una fatalidad que no pueda sobrepasarse.

Esta guerra parara cuando todos nos veamos como semejantes, en el momento en el que ninguno de nosotros tenga que vivir de rodillas para que otros puedan tener privilegios.

“El hecho de ser un ser humano es infinitamente más importante que todas las singularidades que [puedan] distinguirnos…” Beauvoir

Las similitudes entre la filosofía de Beauvoir y la indígena

Un postulado de Beauvoir en su texto, es que el sentido de compañerismo entre los seres humanos, es hoy más que nunca de actualidad y, más aún, se erige como el camino fundamental a seguir para sobrepasar la crisis sin precedentes en la que estamos sumergidos.

El sentido de unión, compañerismo y solidaridad también lo menciona Silvia Federichi, quien señala que es dejando atrás toda la confrontación, división, jerarquización y violencia podremos vivir en plenitud.

La idea de estas feministas también coincide con la cosmovisión indígena, “desde las comunidades y pueblos más remotos del mundo han alzado sus voces para recordarnos que todos somos un mismo ser: que somos un todo indisociable.

Desde el pensamiento indígena, donde también se está luchando por la naturaleza, se asume que somos un solo cuerpo-vivo, interconectado e interdependiente, que se compone tanto de hombres como de mujeres, pero también de otras especies animales y vegetales. Y un cuerpo necesita de todas sus partes y elementos para existir.

Al humillar, menospreciar o hacerle daño a una mujer, el hombre se está destruyendo a sí mismo. Así como lo afirma la obra del Segundo Sexo, al estar en guerra con “el otro”, estamos en realidad en guerra con nosotros mismos.

Con información de Gaceta UNAM