La Coordinación para la Igualdad de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tuvo un conversatorio con las psicólogas Lua Castañeda (integrante de la clínica Transsalud) y Tania Rocha (investigadora en la Facultad de Psicología de la UNAM) donde recalcaron la responsabilidad de la comunidad universitaria para crear espacios libres de discriminación para las diversidades y disidencias sexogenéricas y así ayudarles a cuidar su salud psicoemocional.
De acuerdo con la última Consulta Universitaria, dirigida a conocer la salud mental de 5,529 personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+ y a la UNAM, el 54.57% afirmaron que evitaron hablar de su orientación sexual e identidad de género por la discriminación vivida dentro de la Universidad y, por otra parte, el 17.47% declararon haber experimentado ideaciones suicidas como resultado de la discriminación vivida dentro de la Universidad.
Debido a los altos números de discriminación hacia las personas LGBTIQ+, las psicólogas han declarado que es sumamente necesario crear acciones para sensibilizar a la comunidad universitaria para así eliminar estigmas. Del mismo modo, Lua y Tania concuerdan en que también se deben crear nuevas narrativas en torno a la manera de brindar terapias y acompañamiento emocional para las disidencias sexogenéricas, debido a que muchas veces se sigue pensando que el problema central es su orientación y expresión de género, lo que continúa perpetuando la creencia de que eso es una “enfermedad”.
Los estigmas
En la actualidad, aún existe un gran estigma sobre la salud mental y cuando las personas LGBTIQ+ son quienes buscan el acompañamiento emocional, esos estigmas crecen, afirma la psicóloga Tania Rocha.
Por otra parte, las personas que deciden vivir abiertamente su sexualidad no hegemónica o deciden transicionar muchas veces tienen la sensación de haber fallado ya que, socialmente, existen reglas muy estrictas en cuanto a cómo debería ser una “familia tradicional” y quienes salen de esos moldes muchas veces se enfrentan a una soledad abrumadora porque sus familias, amigos y personas cercanas no pudieron aceptar ese cambio, declara la psicóloga Lua Castañeda.
Así mismo, la depresión, ansiedad y estrés que viven las personas de la comunidad LGBTIQ+ está completamente ligado a las vivencias de discriminación y violencia por las que han pasado; por otra parte, Tania afirma que muchas de las personas que llegan a consulta es porque sus familias aún tienen la “esperanza” de hacerles cambiar de “opinión” y que regresen a las heteronormas que les han querido imponer.
Frente a estos ambientes hostiles dentro de las terapias, es importante crear nuevos espacios donde las personas trans puedan hablar abiertamente de sus sentires sin ser juzgades ni continuar con el sentimiento constante de fallar al mandato de normalidad.
Nuevas narrativas
La psicóloga Tania Rocha reitera que el uso de un lenguaje correcto es fundamental para crear espacios donde las disidencias se sientan cómodas y comprendidas, ya que muchas veces el terapeuta piensa que hay “algo que componer” y su relación con el paciente se torna violenta ya que intenta cambiar algo que realmente no está mal, guiado por sus propios estigmas y prejuicios.
Al crear una nueva manera de brindar terapias y acompañamientos psicológicos dirigidos especialmente para la comunidad LGBTIQ+, se puede garantizar un aprendizaje de elles mismes y así eliminar toda la violencia, desprecio e incluso homofobia y transfobia interiorizada.
Muchas veces, las personas llegan a la terapia y le dicen al terapeuta ‘soy gay, soy lesbiana’ y automáticamente el terapeuta piensa ‘ahí está el problema’ y tú no vas por eso, eso no es un problema y te empiezan a hacer preguntas alrededor de eso cuando ni siquiera vas por eso porque no es un problema, afirma Tania Castañeda.
Si bien, el espacio de terapia muchas veces se encuentra plagado de situaciones negativas, es importante reconocer los logros y vivencias felices y positivas, así como tomarse el tiempo para celebrar cada una de ellas y este es uno de los pasos más importantes para resignificar los espacios de terapia.
El consultorio no solamente es un lugar para el paciente sufriente, sino también para el sujeto que goza, declara la psicóloga Lua Castañeda.
La teoría psicológica y psicoanalista tiene una carga completamente heteronormativa, por lo que los procesos y atenciones están dirigidas únicamente a personas heterosexuales y es ahí donde las disidencias quedan fuera. Del mismo modo, las personas que brindan terapia deben dejar de ejercer relaciones de poder hacia sus pacientes y no volcar con elles sus prejuicios, necesidades y expectativas personales para así tratar concretamente la incomodidad que busca sanar el paciente, no lo que el terapeuta considera que es un problema, como su sexualidad, comenta Lua.
Por otra parte, Lua afirma que la psicoterapia no debería aclarar que tiene perspectiva de género, ya que el terapeuta tendría que ser capaz de afrontar las situaciones que el paciente presenta sin meter sus creencias y prejuicios para sanar lo que él piensa que está mal; Lua explica que a raíz esta constante crítica hacia la diversidad sexogenérica, el lugar de terapia se convierte en un espacio donde se crean patologías que sólo revictimizan al paciente (así como lo fue la homosexualidad en su tiempo).
Las red flags en el acompañamiento emocional
Si bien, en México no hay ninguna regulación que indique cuál es el enfoque terapéutico de cada psicólogo o psicoanalista, el paciente tiene el derecho de preguntar y conocer cuál es la formación de la persona que está brindando el acompañamiento emocional.
Debido a la poca regulación de la psicoterapia en México, muchas veces las disidencias se topan con supuestos psicoterapeutas o psicólogos que realmente no tienen una formación académica concreta, es por ello que cualquier paciente tiene el derecho de preguntar el enfoque terapéutico que usará y salir del consultorio si se encuentra violentado, afirma la psicóloga Tania Rocha.
Es así, como en una sociedad donde hasta la terapia contiene tintes homofóbicos y patriarcales, que creando nuevas narrativas se puede disminuir la depresión, ansiedad e ideaciones suicidas que sufren las personas LGBTIQ+ por los actos de violencia y discriminación que trae consigo salir de las heteronormas impuestas.