A horas muy tempranas de la mañana se reúne El escuadrón de la muerte, un grupo integrado por personas alcohólicas, las cuales en los años 50 les llamaban “teporochos” considerados alcohólicos indigentes que consumía infusión de té con alcohol por ocho centavos para quitarse la cruda.

Estos grupos se integran por personas alcohólicas que se reúnen muy temprano y/o a horas determinadas en algún punto, para compartir y beber alcohol del 96° el cual tiene una gran cantidad de etanol y es muy económico, así como las tradicionales garrafitas de plástico, con destilados de caña en algunos casos adulterados. Estos grupos se acompañan para compartir la bebida y la espera literalmente de la muerte, convirtiéndose en una familia y ayudándose en lo que pueden con comida, y tragos por supuesto. Aquí también encontraremos población diversa de todos los estratos sociales, hombres y mujeres, estas últimas en menor número, la edad de este sector fluctúa entre 24 y 50 años de edad. Y si, la vida es muy complicada y difícil, pero para algunos sectores es mayor esta dificultad, desde la salud mental nuevamente no remite a mirar con otros ojos a estos sectores que sí son consecuencia de la sociedad que estamos creando y sosteniendo.

ALCALDÍAS DÓNDE HAY MÁS PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registró mil 226 personas en situación de calle, principalmente en las alcaldías Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Gustavo A. Madero e Iztapalapa.  Sin embargo en 2020 la Secretaria de Inclusión y Bienestar Social (SIBISO) registró una baja de población en calle en su último conteo de diciembre del 2020 con un total de 932 personas, de las cuales 13.74% son mujeres y 86.16% son hombres.

Si bien, existen albergues y una red de servicios para las personas en situación de calle y abandono social donde se les valora y canaliza, esta población prefiere seguir viviendo en sus espacios “elegidos” en la calle: “no me acostumbro a las cuatro paredes” “no quiero dar problemas a mi familia” “prefiero mi libertad” “me siento mejor con mi grupo” “no me gusta estar encerrado”

Algunas de estas personas, viven solitariamente y deambulan de una delegación a otra, pero la mayoría vive en grupos, en zonas específicas. Las características de dicho sector son diversas, se compone de niñas, niños, mujeres y hombres jóvenes, mujeres, hombres, personas mayores, y familias. En algunos casos son personas perdidas indígenas sin familia en la ciudad, que al no hablan español son considerados sujetos psiquiátricos, algunos casos con sintomatología psiquiátrica y otros más, presentan alguna discapacidad, un alto índice es adicta a alguna sustancia y/o varias. Según la SIBISO, la edad promedio de esta población es de 43.5 años. Algunas de las causas del porque les excluyen y discrimina de su entorno familiar son: pobreza, abandono, consumo de drogas, violencia familiar y, trata de personas, entre otros, según investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz en el 2002.

HABITAR LA CIUDAD

El espacio urbano que conforma la ciudad de México es tan diverso y contrastante que algunas personas expresan el gusto por la ciudad porque “hay de todo” y principalmente porque pueden perderse entre la existencia de 9, 209, 944 millones de habitantes que la conformamos, lo cual da la posibilidad de pasar desapercibidos en este mar de gente.

De alguna manera se cuenta con cierta “privacidad” no solo es por el número de población, sino también por la celeridad de la vida citadina y sus largos trayectos en la movilidad de las personas. Dentro de este mar de gente también existen diversos grupos y sectores poblacionales que se integran a una invisibilidad mayor dentro del espacio urbano, interactuando con él y apropiándose de un modo de vida marginal y de exclusión, haciendo del espacio público su casa, su hogar, su familia, utilizando así autos abandonados, puentes, calles, plazas, terminales de autobús, predios y edificios abandonados, y/o coladeras, entre otros.

Las calles de las grandes ciudades son un reflejo de lo que pasa en un país, donde se refleja la pobreza, la exclusión, la discriminación y la indiferencia de los grupos más vulnerables, quienes tienen a la mano drogas no controladas como al alcohol, solventes, y en otros casos marihuana, y cristal entre otros. Trabajando en las esquinas como limpia parabrisas, vendiendo chicles, pidiendo dinero “para un taco” que en realidad es para su dosis de droga la cual le ayuda para evadir la realidad que “le toco” vivir, siendo víctimas de violencia y violación sexual, teniendo hijas e hijos los cuales son llevados a las casa-hogar del DIF en el mejor de los casos, o mueren de inmediato al nacer.

Y si, de alguna manera esta población se vuelve invisible, tan invisible y tan parte del espacio urbano que solo es vista cuando en un “espacio lindo” es invadido por estos grupos que “los afean” sin pensar en las miles de historias que les hicieron llegar a esa condición, viéndoles ajenos a nosotros como sociedad, sin preguntarnos qué estamos haciendo social y desde la política pública para aminorar esta condición de sujetos a los cuales se les vulneran todas su garantías y derechos humanos.

Norma G. Escamilla Barrientos es licenciada en pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM y tiene maestría en psicoterapia psicoanalítica por el Centro Eleia, A.C.

@EscamillaBarr

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