"Demasiado escotado", "Demasiado largo", "No es tu estilo", "No te favorece", "Está fuera de moda".
Históricamente, las mujeres hemos sido sometidas a los estándares socioculturales para adaptarnos a las prendas de ropa que impone la industria, sin importar que tan incómodas, dolorosas o poco práctica sea.

Desde el siglo XIX, la ropa femenina era tan restrictiva e incómoda que las mujeres no podían vestirse solas, siempre con ayuda. La vestimenta constaba de un corsé bastante ajustado al torso para remarcar la figura, cosa que durante mucho tiempo causó deformaciones físicas en el cuerpo de la mujer. Los vestidos eran largos y ampones, haciendo complicada la actividad cotidiana femenina. Las mujeres de esa época consideraban la vestimenta como jaulas. 

La ropa siempre fue un distintivo entre las clases sociales; distinguía a ricos de los pobres. Pero para las mujeres representaba mayor valor. A las mujeres se les definía por lo estético. 

La lucha por la comodidad

A principios del siglo XIX, las mujeres comenzaron a revelarse para usar ropa que pudiera ser adecuada a sus actividades. Con el riesgo de ser arrestadas, salieron a las calles con pantaloncillos y prendas que les permitiera adaptarse a sus actividades.

Las mujeres comenzaron a practicar deportes y a utilizar la bicicleta –un artefacto que fue principalmente creado para hombres- por lo que hubo una revolución en la industria de la ropa en la mujer. 

Esto fue considerado como una declaración progresista para las mujeres.

La tendencia de la ropa deportiva femenina causó tanto impacto que la revista Vogue dedicó sus portadas en los años 1920, 1921 y 1922, a esta nueva tendencia. Era la primera vez que la revista se inspiraba en este tipo de ropa.

Suzanne Lenglen fue la tenista francesa, campeona olímpica, que apareció en la portada de junio de 1927. Por primera vez una mujer con ropa “casual-deportiva” aparecía en medios públicos.

La liberación de las mujeres en la ropa

Para muchos modistas, la revelación del uso de la ropa masculina en las mujeres se le atribuye a la gran diseñadora Coco Chanel.

Según el portal Trendencias, Chanel fue la amante de Étienne Balsan, lo que hizo que comenzara a tomarle ropa de su armario para ella utilizarla. Fue así como comenzó a llevar siempre ropa masculina, llevando la tendencia hasta nuestros días.

Chanel impuso el uso del pantalón masculino en las mujeres. Así, la diseñadora francesa dio origen a una nueva época de liberación en la mujer.

"Yo les devolví su libertad. Les di brazos y piernas de verdad, movimientos que eran auténticos y la posibilidad de reír y comer sin tener necesariamente que desmayarse.”

La valorización de la mujer por la ropa en el siglo XXI

Pero dos siglos después, pese a las revoluciones que ha tenido el género femenino en la industria de la ropa, la directora de tuasesordeimagen.es, Sara Largo, explicó en entrevista para El País, que la libertad todavía no ha llegado a los armarios femeninos.

Largo, señala que, lejos de vestirse como ellas quieren, “lo último en lo qué piensan las mujeres es en ellas mismas”, comenta. “Todavía existe un esfuerzo muy grande en complacer, dar una determinada imagen ante los amigos, el jefe, la familia. Es cierto que necesitamos vernos bien, pero es un tanto por cierto muy pequeño en comparación al esfuerzo que hacemos para que nos vean bien los demás”. 

Esta tendencia en las mujeres, de “vestir para el otro” prevalece como consecuencia del pensamiento de que el cuerpo de la mujer y su forma de vestir sigue siendo de dominio público. 

Hoy en día, las mujeres siguen siendo conceptuadas por su forma de vestir. La publicidad sigue generando tendencias sobre qué ropa usar de acuerdo a tu estilo de cuerpo, al tipo de trabajo que tienes, a tu estatura, complexión, etc. Cosa que no sucede de misma forma para los hombres.

En el caso de los hombres, la ropa es -y siempre ha sido- adaptada a su estilo de vida y a sus actividades. Sin embargo, las mujeres tenemos que pasar años aprendiendo a adaptarnos a la ropa que se nos impone la sociedad: ropa ajustada, escotes, tacones, faldas, ropa interior "sexy", strapless, etc., limitando así nuestras actividades.

Favorecedor

En 2016, Mallorie Dunn, dueña de la marca de ropa Smart Glamour, se dio cuenta de que, pese a la liberación en la ropa de la mujer, la industria sigue manteniendo estándares para el limitado uso de la ropa para los distintos cuerpos.

Por eso,Mallorie decidió lanzar una campaña para que ninguna mujer vuelva a enfrentarse a un “esa ropa no te favorece”.

La campaña #ImFlattered (favorecedor), consiste en defender la belleza natural y empoderar a las mujeres que constantemente se enfrentan a los comentarios hirientes sobre su cuerpo y su forma de vestir.

Tras la campaña, la tienda de ropa se propuso reivindicar el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. 

"La única persona que puede decidir si algo te favorece o no eres tú misma", dice Mallorie Dunn.

bl