México atraviesa una pandemia de depresión y ansiedad, el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía ha registrado desde 1994 el número de suicidios registrados a nivel nacional, en aquellos años, el número más alto fue de 2,603, en contraparte, los números disparados en 2021 dieron un total de 8,432. Es claro, la salud mental de los mexicanos es un tema que debe de estar en la agenda pública del Estado. No es sólo una cuestión de darle un tratamiento generalizado de salud pública, sino que debe ser atendida con una perspectiva de género inclusiva, entendiendo los contextos sociales, de raza, de edad, de geografía y por supuesto, de género.
No hay verdad oculta en señalar que las mujeres, al igual que otros grupos vulnerables, nos vemos atravesados por situaciones de sexismo, exclusión, machismo y violencias. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), 34.8 millones de personas han experimentado algún episodio depresivo en sus vidas: el 20.37% de las mujeres y el 14. 48% de los hombres.
Las mujeres se enfrentan a un sistema patriarcal que las limita a las labores del hogar, del cuidado, a convertirse en pilares de la familia y se les niega la posibilidad del autocuidado, de reconocer que las mujeres, madres, hermanas, trabajadoras también padecen y sobreviven con trastornos mentales.
Por ello, desde una mirada feminista que intenta reconciliarnos con nuestra salud mental y la necesidad de reconocernos y en el marco del conocido Blue Monday (17 de enero), vienen a colación estos puntos clave que nos priorizan, en colaboración con la terapeuta feminista Carla Morales y la psicóloga feminista y especialista en sexualidad, Rocio Pedraza.
Decir "no": sobre la asertividad
La feminidad se ha convertido en un arma de doble filo para las mujeres. Una serie de requisitos que nos trazan lo que es ser una buena mujer, apelar a satisfacer a nuestra pareja, a la familia, a la sociedad y en general, marca cómo es que debemos involucrarnos con el mundo. El artículo académico de la Universidad de Psicología de Costa Rica, "La construcción de la feminidad: la mujer como sujeto de la historia y como sujeto de deseo”, señala que este fenómeno está fuertemente influenciado por los estereotipos de género; la mujer necesita ser buena en todo momento para ser sujeto válido en la sociedad, la mujer debe ser pasiva y jamás decir “no”.
Sobre esta línea, la psicoterapeuta feminista Carla Morales, señala que uno de los mandatos más fuertes en las sociedades patriarcales es que la mujer jamás pueda negarse a algo, porque la mujer que se atreve a levantar la voz, defender lo que no quiere y sostener un “no” sin miedo, la convierte automáticamente en una mujer mala; mujeres indeseables que no cumplen con el rol de género que le fue asignado desde la infancia.
Las mujeres somos responsables de nuestras emociones, a defendernos y a luchar contra la estigmatización de lo que representa ser madre, amiga, compañera, novia o esposa; las mujeres no nacimos para dar comodidad al otro con nuestro silencio y pasividad.
Terapia con perspectiva de género y mujeres feministas
Un profesional en materia de salud psicoemocional que posea una preparación feminista y con perspectiva de género es un gran apoyo para las mujeres que se encuentran en alguna situación de vulnerabilidad.
Es importante acercarse con una profesional que nos ayude a comprender la situación que vivimos sin culpas, revictimizaciones o señalamientos propios del machismo. El trabajo de estas profesionales de la salud es ser escucha y compañía, ayudan a vivir procesos de sanción y comprensión empática.
Existe una necesidad imperante de que las mujeres comencemos a que generan redes de apoyo con otras compañeras feministas: escuchemos, compartamos y sanemos juntas.
Redes de apoyo
Nuestras madres, amigas, compañeras, hermanas, tías, amigas, son una parte fundamental e indispensable para nosotras. La amistad y la alianza entre mujeres nos ayude a conocernos, a ser escuchadas, amadas y apoyadas aún cuando creemos que nadie lo hace.
Las redes de apoyo se convierten incluso, en un mecanismo de lucha en contra de todas las opresiones y violencias que vivimos diariamente en el trabajo, en las calles, en las escuelas; la amistad entre mujeres es el arma por excelencia en contra de la sociedad patriarcal.
Nace de actos de acompañamiento, de amor desinteresado, del apoyo, de la escucha y de la facultad de encontrar refugio en otras mujeres.
Aceptar que las emociones negativas también son saludables
Históricamente, el patriarcado ha permeado de una manera tan fuerte en nuestras sociedades que incluso las emociones poseen un sesgo de género.
Desde la infancia, la crianza dicta la manera en que las niñas deben aprender a relacionarse, es decir, desde una feminidad servicial, maternal, de cuidado y pasiva. Existe una clara capitalización de las emociones negativas, una capitalización androcéntrica que nos dicta que los sentimientos como la rabia, la molestia o la inconformidad pueden ser expresadas únicamente por hombres. En contra parte, emociones como la pasividad, la afabilidad, la ternura, son cuestiones que apelan a la feminidad.
Las mujeres también tenemos derecho a luchar, a quemar, a levantar la voz, a demostrar nuestra ira y sentirnos enojadas cuando una injusticia se nos atraviesa. Reconocer nuestras emociones es una parte fundamental para las mujeres que hemos sido negadas de sentir.