El vínculo de padres a hijos es unos de los actos de amor más puros y grandes que existen, siempre se desea que el hijx crezca en las mejores circunstancias posibles y tenga un desarrollo libre, sin embargo, es común que los padres priven a las infancias de ciertas experiencias que les ayudan a generar autonomía e independencia, la psicóloga educativa Noelia Bohórquez señala en el documento académico “La sobreprotección parental de los menores” que es frecuente que los padres eviten causar sufrimiento, angustia o cualquier emoción negativa en el infante, sin embargo, estas acciones causan múltiples problemas en el desarrollo y adaptación del menor.
Noelia resalta que aunque se traten de acciones que nacen desde el amor, es necesario recordar que la sobreprotección limita un desarrollo afectivo saludable y fomenta la dependencia.
Cuando el apego no es saludable
Es importante señalar que la seguridad emocional es diferente al apego, pues el primero hace referencia a un concepto que permite al infante desarrollarse de manera eficiente y positiva, además, de apoyar su autopercepción en el mundo, sentirse seguros / amados, y fomentar una manera saludable de relacionarse con el mundo. Por otra parte, el psicoanalista inglés John Bowlby apunta a que el apego origina en el infante el miedo a lo extraño; “el infante se relacionará de manera evasiva y con rechazo al mundo que los rodea.”
Por otra parte, la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth señala tres tipos de apego no saludables que se originan de la sobreprotección:
- Inseguro evitativo: Los infantes tienen dificultad para demostrar sus sentimientos o emociones, no muestra deseo de contacto ni de angustias
- Inseguro ambivalente: En este tipo de apego, el niño se encuentra apegado a su madre y se rehúsa a llevar a cabo la conducta exploratoria. Cuando se produce una separación, inicia con episodios de angustia y pero también, de rechazo por haber sido abandonados.
- Inseguro desorganizado: El infante reacciona de una manera contradictoria, se acerca a la figura del evitativo pero al mismo tiempo, busca el contacto para posteriormente rechazarlo; son infantes que se sienten inseguros en el entorno y tienen dificultad para generar vínculos emocionales.
Obstáculo en su desarrollo socio- afectivo y personal
El desarrollo afectivo supone un elemento muy importante en la vida de todos y se relaciona directamente con el bienestar psicológico del menor y de saberse valioso en un entorno social, sin embargo, cuando existe la sobreprotección este proceso se ve obstaculizado y dificulta que el infante se desarrolle de una manera saludable y autónoma.
“Los padres y las instituciones educativas tienen un papel muy importante en el desarrollo afectivo de los menores, pues ofrecen los primeros vínculos afectivos de los niños”, indica el documento académico “La sobreprotección parental de los menores”
El aprendizaje a través de experiencias directas permiten al infante identificar emociones negativas y canalizarlas de una manera sana; ¿qué molesta?, ¿qué lastima?, ¿cómo reaccionar ante situaciones de frustraciones y estrés?, explica el documento.
Toda decisión que tomemos están condicionadas por el raciocinio y los sentimientos, por lo que hablar de las emociones es vital para que exista un desarrollo afectivo saludable, el libro “La inteligencia emocional” reitera la importancia de la afectividad en las infancias, pues esta origina los siguientes cuatro puntos
- Identificación y comprensión de sentimientos propios
- Construcción de una autoestima
- Control de las emociones
- Empatía y comprensión de las emociones de terceros
“Estos puntos se desarrollaran correctamente y siempre y cuanto se le proporcione al niño un ambiente de seguridad, autonomía, autopercepción sana y estabilidad emocional”, indica el capítulo uno del libro ”Desarrollo socio afectivo”.
Por otra parte, este artículo también apunta a que conforme el infante va creciendo es común que sean más frecuentes las valoraciones por parte de los docentes o familiares, por lo que si el infante no posee un control de sus emociones puede originar una profunda frustración y desconfianza hacia él y los demás.
Fomenta la baja autoestima y una autopercepción negativa / dependiente
El texto académico “La sobreprotección familiar y su incidencia en el desarrollo integral de los niños y niñas” señala que la sobreprotección genera que el infante no sea capaz de tolerar frustraciones o emociones negativos; esta mala percepción de su propia autonomía los inhibe y retrae en la sociedad.
Son infantes que tienen una dificultad para relacionarse con otras personas de su edad o para ser partícipes de actividades sociales, pues no pueden afrontar situaciones nuevas por cuenta propia, señala el texto mencionado.
“Los menores muestran una importante falta de estrategias para resolver los problemas que se le presentan, pues tienen una autopercepción negativa, además, la sobreprotección se traduce en una baja autoestima y falta de motivación para conocer y explorar sus habilidades”, señala La sobreprotección parental en los menores.
Apuntando a posibles soluciones
- Exigirle al infante en función de sus capacidades: Acciones que estén al alcance de sus posibilidades tanto cognitiva como fisicamente lo ayudará a construir una autonomía sobre las cosas que puede hacer por su cuenta.
“Una de de las causas más destacables es la falta de responsabilidad que se les da a los niños bajo el argumento de que aún son muy pequeños. Como consecuencia, la autoestima del niño se puede ver dañada al creer éste que no es capaz de hacer nada, causando un sentimiento de dependencia hacia sus progenitores y afectando, por lo tanto, a su desarrollo”, indica Magaz Lago
- Invitarle a tomar decisiones: Fomentar esta práctica permite que el infante no dependa de los demás y a medida que vaya creciendo, estas decisiones deben ir tomando mayor importancia así como advertir sobre las consecuencias de cada una de las acciones; “algunas consecuencias no siempre serán de su agrado, pero resulta de vital importancia que las experimente para poder afrontarlas, primeramente con el apoyo de sus padres y familia, para después, poderlo confrontar de manera autónoma", (artículo: Desarrollo Socio Afectivo)
- Reforzar positivamente: Como se mencionó en puntos anteriores, conforme el infante va creciendo es necesario exigirle de acuerdo a sus capacidades, sin embargo, no hay que olvidar que continúa siendo un niño que necesita constante orientación y apoyo, por lo que es importante que a través de palabras positivas se refuerce su autonomía; “el niño debe sentir que va adquiriendo competencias y que sus acciones son valiosas y apoyadas”, (artículo: Desarrollo Socio Afectivo)
- La culpabilidad y emociones negativas son normales: Es importante que el infante entienda que, como seres humanos todos cometemos errores (sí, también los adultos), sin embargo, todas aquellas emociones negativas como la tristeza o el enojo, son naturales y debemos aprender a sobrellevarlas sanamente; “lo que nos ayuda a superar nuestras frustraciones es el aprendizaje que recibimos de cada experiencia”, (artículo: Desarrollo Socio Afectivo)
- Escucharlo: Alejados de una mirada adultocentrista, el niño debe ser escuchado y respetado, interesarse por sus inquietudes, opiniones y necesidades es fundamental para que el infante tenga una autopercepción positiva de su valor como actor social, este ejercicio también fomenta que el niño pueda comunicar de mejor manera sus sentimientos y con base en ello, que los padres o tutores puedan tomar mejores decisiones para asegurar un desarrollo saludable y amado del infante.
- Cortar el apego poco saludable: La psicóloga educativa Noelia Bohórquez recomienda a los padre ser conscientes de que los hijos deben vivir cada una de sus etapas de manera autónoma y a medida de que el infante atraviesa cada una de éstas, el padre debe reducir el vínculo de apego, es importante mencionar que esto no significa su ausencia ni el abandono.
“La sobreprotección excesiva ejercida por los padres es un fenómeno que obstaculiza el desarrollo del infante, por lo que es necesario que exista una reducción del vínculo del apego para fomentar la necesidad de autonomía del niño, y aunque pueda parecer un proceso difícil de aceptar, tiene resultados positivos en la adolescencia y vida adulta”, concluye la psicóloga educativa.