El día de muertos es una de las tradiciones más importantes de la cultura mexicana. En esta época, las personas colocan ofrendas para aquellos seres queridos que fallecieron, y junto a sus platillos favoritos, no pueden faltar las tradicionales calaveritas de azúcar o chocolate.
“Las calaveritas y las ofrendas son una tradición que sigue muy vigente; a nosotros que trabajamos el chocolate, en estas fechas nos llegan pedidos muy grandes, de hasta cien calaveritas”, cuenta Claudia Colón, mujer chocolatera del Estado de México.
Calaveritas de chocolate hechas por Claudia Colón, de "Chocolate Tortuga".
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Es tradición que las calaveritas de chocolate lleven el nombre de las personas difuntas a quienes se les pone la ofrenda. Se trata de cráneos comestibles y adornados que, en la frente, llevan el nombre o el apodo de aquella persona que murió.
“Nosotros con el mismo chocolate las personalizamos: les ponemos su nombre. La gente nos manda su lista de nombres para que las calaveritas de sus ofrendas tengan el nombre de sus difuntos”, dijo Claudia en entrevista para La Cadera de Eva. “Es muy bonito porque vemos que la tradición sigue”, agregó la dueña del negocio “Chocolate Tortuga”
De acuerdo con la entrevistada, hacer una calaverita de chocolate puede tomar entre 25 y 30 minutos, ya que se trata de un proceso completamente artesanal.
“Cada quien tiene su proceso. Nosotros hemos aprendido de acuerdo a nuestra capacidad. Yo soy muy ordenada con mis cosas: trabajo en mi casa, compro mis moldes y mi chocolate lo derrito a baño maría. Todo lo hago en casa y todo lo hago a mano”, dijo Claudia.
“Es un poquito difícil porque algunas veces se te rompen y tienes que volverlas a hacer. Tienes que dejarlo solo ciertos minutos en el refri porque si no se te quiebra. Si no estoy al pendiente, se quiebran y las tengo que volver a hacer. Es un proceso medio laborioso”, agregó.
Claudia Colón, chocolatera del Estado de México.
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Para Claudia cada calaverita es importante y significativa. “Cada pedido es personalizado y le agarras cariño al trabajo. Cuando conoces a la gente a la que le haces una calavera, híjole… se siente una vibra especial” dijo.
Chocolate, un negocio familiar
Claudia y su familia empezaron a trabajar con chocolate y a venderlo a raíz de la pandemia por covid-19. Llevan casi dos años en el negocio del chocolate:
“Empezamos a trabajar el chocolate a partir de la pandemia. Cuando era soltera trabajé el chocolate y me dediqué a eso un tiempo, pero después entré a estudiar cultura de belleza, y agarré otro rumbo”.
Fue gracias a su experiencia previa con el chocolate que Claudia emprendió su negocio con el apoyo de su esposo y su hija:
“Cuando tengo temporadas altas como febrero, noviembre y diciembre mi hija es quien me viene a ayudar. También mi esposo. Él es quien nos ayuda en el embolsado y para ir a dejar los pedidos. Casi siempre nos acomodamos así: yo produzco, mi hija decora, mi esposo embolsa y entrega”, cuenta Claudia.
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La oferta de productos está de acuerdo a las fechas del año, especialmente cuando se trata del 14 de febrero, navidad y el Día de muertos. Esta última es una época especial de consumo de las tradicionales calaveritas de chocolate.
“Lo que nos caracteriza es que nosotros trabajamos el chocolate; entonces, lo que el cliente pida yo lo hago. Recientemente, nos pidieron unas calaveras con adornos y signos en el cráneo, y sí, las entregamos así. Cada persona le da un significado diferente a sus calaveritas”, dijo Claudia, quien trabaja con cuatro tipos de chocolate: chocolate blanco, chocolate de leche, chocolate semiamargo y chocolate sin azúcar.
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La importancia de consumir productos artesanales
Para Claudia Colón es importante incentivar el consumo de productos artesanales y con eso apoyar a pequeños negocios como el suyo. Afirma que es todo el proceso de producción a mano lo que le da valor a dichos productos.
“Como todas las cosas artesanales, no siempre sale perfecto como si los hiciera una máquina, no nada más el chocolate, cualquier cosa hecha a mano puede tener algún detalle” dijo. “Si las personas se dieran cuenta del proceso que lleva hacer una calaverita se darían cuenta de el corazón que se le pone. El corazón, la pasión y todo está plasmado en una calaverita”, agregó.
“Yo creo que deberíamos voltear a ver a esos pequeños negocios que todavía producen a mano y que de verdad que le ponen todo el entusiasmo y el corazón. A mí me gustaría que la gente volteara a ver esos negocios”, dijo. “No es hacer en cantidad sino en calidad”, enfatizó Claudia.