En la década de 1960, cientos de mujeres y adolescentes fueron secuestradas y explotadas sexualmente por un grupo criminal encabezado por un grupo de hermanas, conocidas como “Las Pochianquis”. Más de medio siglo después, Netflix revive esta historia en su serie Las muertas, dirigida por Luis Estrada y basada en la novela homónima del escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia.
Entre la realidad y la ficción, la miniserie Las muertas —disponible en Netflix desde el 10 de septiembre— narra en seis episodios la historia de las hermanas Baladro. Inspirada en el caso Pochianquis, la producción de Estrada combina sátira y misterio para retratar la explotación de mujeres y la forma en la que la prensa mexicana convirtió la violencia de género en espectáculo.
La historia real de “Las Pochianquis”
La adaptación de Luis Estrada reimagina uno de los casos más sensacionalistas de la segunda mitad del siglo XX en la historia de México, pues retrata la historia de “las asesinas más temidas de México”.
Las muertas, está inspirada en el caso de las hermanas González, cuatro hermanas que mantuvieron activos centros de prostitución en los estados de Jalisco y Guanajuato en la década de los 60.
Atravesadas por un contexto de desigualdad y pobreza, las hermanas Ronzales, Delfina, conocidas como “la Pochianquis mayor”, María de Jesús y María Luisa, González Valenzuela, crecieron en un entorno donde la explotación sexual de mujeres era tolerada y encubierta por autoridades y redes de poder.
Según el texto de Fabiola Bailón Vásquez Prostitución, lenocinio y crimen: diferentes miradas en torno al caso de las "Poquianchis", las hermanas González operaron este esquema de prostitución durante veinte años.
En 1962, el entonces gobernador del Estado de Guanajuato prohibió la prostitución en la entidad, siguiendo la normas estipuladas en la capital del país desde 1940.
Tras el cierre de los burdeles, las hermanas Gonzalez sostuvieron la red en la clandestinidad hasta que, en 1964, una víctima de explotación sexual las denunció a la policía. Así comenzó un largo proceso penal que concluyó con la detención de las hermanas y de sus cómplices, lo que les sirvió más de cuarenta años de prisión.
En papel de la prensa en el caso de “Las Pochianquis”
La novela de Jorge Ibargüengoitia diluye la satanización de las “matronas despiadadas” para denunciar un sistema político fragmentado y corrupto, sin embargo, la realidad es que el caso estuvo atravesado por el amarillismo de la época, convirtiéndose en un escándalo en el que las víctimas quedaron en segundo plano y se le dio protagonismo a las hermanas.
De acuerdo con el artículo, “El caso criminal de Las Poquianchis: crítica sociocultural en la novela de Jorge Ibargüengoitia y en la película de Felipe Cazals”, de Alejandro Lámbarry, el periódico de nota roja, Alarma, representó a la familia González como “hermanas del diablo”, “hienas”, “hiena que echaba espuma por la boca”, lo que resultó en un aumento de ventas de entre 140 mil y 5 millones de ejemplares.
En el artículo se sostiene que el Alarma mezcló la realidad con la ficción para crear una historia de terror y se representó a las mujer criminal como antinatural, pues a diferencia de los hombres no se podía explicar su maldad con la violencia supuestamente inherente de la masculinidad.
El tratamiento mediático del caso Poquianchis no solo alimentó el morbo y las ventas, también reforzó estereotipos de género que siguen vigentes: mientras a los hombres criminales se les explica desde la violencia “natural” de la masculinidad, a las mujeres se les representa como monstruos fuera de lo humano.
Esto no solo borró a las víctimas, sino que legitimó un discurso que castiga doblemente a las mujeres: por ser víctimas de explotación y por ser presentadas como verdugos antinaturales.