Las mujeres filósofas siempre han existido. La invisibilización de las mujeres en las ciencias sociales es muy común todavía, ya que aún prevalecen ideas como que las mujeres no son tan capaces como los hombres para el pensamiento abstracto. 

Por ello, se les ha negado su lugar en la historia de la filosofía, porque “no valía la pena historiar su pensamiento” o figuran sólo como apéndices de los “grandes” filósofos.

Mujeres filósofas siempre han estado presentes en la filosofía antigua, en la medieval, en la moderna y en la “reciente”, agrega Teresa Rodríguez, doctora en filosofía por la UNAM.

Hace un par de décadas las feministas se dieron cuenta que la narrativa de la historia de la filosofía era sesgada, dejaba fuera a muchas por ser mujeres. Y si se mencionaba a alguna, era en relación con algún filósofo, como Isabel de Bohemia respecto de Descartes.

Los historiadores de la filosofía en los siglos XVIII y XIX borraron de sus historias a las mujeres por la idea preconcebida de que por su naturaleza la mujer no era apta para el pensamiento abstracto. Una excepción es una historia de las mujeres filósofas en el siglo XVII, escrita por Gilles Ménage.

Para Rodríguez, del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs), recuperar el pensamiento filosófico de las mujeres en distintas épocas no es una labor de anticuario, de coleccionar sus nombres e ideas, sino de reivindicar el papel de las mujeres en las prácticas filosóficas, no sólo del pasado sino también del presente.

América, territorio de filósofas 

Algunas mujeres filosofas destacadas del siglo XX son Simone de Beauvoir, cuya obra fue fundamental para el desarrollo del pensamiento feminista; Hannah Arendt, “en el pensamiento político”, así como Elizabeth Margaret Anscombe, “en la corriente analítica”.

Hay también, apunta Rodríguez, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, una recuperación de pensadoras de América. Un caso paradigmático es Sor Juana Inés de la Cruz, gran poeta y filósofa, cuyo pensamiento epistemológico ha sido revalorado en los últimos años. Hoy se le estudia en la UNAM y en universidades de Estados Unidos y Latinoamérica. Otro ejemplo es Nisia Floresta, quien usó el cartesianismo para promover la educación de las mujeres en Brasil.

La UNAM, señala la investigadora del IIFs, también tiene destacadas filósofas. Juliana González, Paulette Dieterlen, Laura Benítez y Olga Elizabeth Hansberg han trabajado disciplinas filosóficas, como la ética, la filosofía política, la filosofía de la mente y la historia de la filosofía.

Del machismo y la historia masculina

En filosofía, señala la filósofa Rodríguez, hablar de escuelas (existencialismo, idealismo…) es ordenar su historia con parámetros sesgados hacia la actividad de los varones y el protagonismo de un maestro que normalmente es un varón que detenta la autoridad.

Frente a eso, para Rodríguez es mejor hablar de la labor e influencia de filósofas a partir del planteamiento de ciertas preguntas que, a través de varias décadas, generan una discusión que cambia la forma de hacer filosofía y la historia de la filosofía.

Un ejemplo es Simone de Beauvoir,  con su pensamiento feminista abre toda una discusión en la que filósofas de épocas posteriores se suman a preguntas sobre “el segundo sexo” y la condición de la mujer como sujeto inmerso en procesos sociales y políticos. 

El machismo y el patriarcado han sido obstáculos para la visibilización, la publicación y la difusión de las obras de las filósofas, pues la visión de que sólo los varones pueden realizar un ejercicio especulativo de calidad y que las mujeres tendrían otras habilidades que no corresponden con las propiamente filosóficas ha complicado la inclusión de las filósofas en la historia de la filosofía.

Sesgos de género

Otro sesgo, agrega la filósofa universitaria, es la percepción automática de que la obra de una filósofa es de menor calidad que la de un filósofo, sin detenernos en una lectura cuidadosa.

Ante esos prejuicios que impiden su inclusión, hay iniciativas de diversas sociedades (como SWIP-Analytic en México) y redes de mujeres (como la Red Mexicana de Mujeres Filósofas) que con base en estudios estadísticos ponen en evidencia ese tipo de sesgos y contrastan la falta de una perspectiva de género, de equidad, por ejemplo, en la publicación y contratación de más varones que mujeres.

Afortunadamente, ya hay diversos foros en los que las mujeres tienen mayor participación, pero esto no se da naturalmente sino por el esfuerzo de ciertas filósofas que ven necesario contrastar esta inercia y poco a poco abren espacios. Sin embargo, todavía falta incluir más filósofas y, sobre todo, no desperdiciar el potencial de las nuevas generaciones.

Con información de GACETA UNAM