1,135 mujeres de distintas culturas, países y lenguas se reunieron el 28 de abril de 1815 para discutir, durante cuatro días, cómo detener las matanzas producidas por la guerra. Aunque sus países estuvieran en conflictos bélicos, estas valientes mujeres celebraron el primer “Congreso Internacional de Mujeres” en La Haya para elaborar estrategias de paz e intentar encontrar mecanismos para denunciar el horror de la guerra.

Durante más de más de 100 años han surgido varias iniciativas que urgen a los gobiernos del mundo a poner fin a la terrible guerra y construir una paz permanente y con justicia, todo gracias a este primer congreso celebrado entre mujeres que, sin duda, marcó el inicio del feminismo pacifista y antimilitarista con vocación internacionalista. Y fue también el origen de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF).

La Liga Internacional de Mujeres por La Paz y la Libertad 

El objetivo al fundar WILPF, como sigue siendo en la actualidad, era el de tener una organización a través de la cual las mujeres pudieran identificar y erradicar las causas profundas de la guerra y trabajar por la paz; así como garantizar la inclusión de las mujeres en los procesos de construcción de paz. 

La organización con más de 100 años de existencia es el grupo pacifista feminista más antiguo del mundo. Y aunque no ha sido un trabajo fácil, sus mujeres han ganado ya tres Premios Nobel de la Paz y cuentan con estructuras internacionales y secciones nacionales en treinta países, que llevan a cabo el programa internacional en su contexto nacional.

Sin embargo, pese a los grandes logros, la guerra sigue afectando de forma desproporcionada a las mujeres. El 80% de los aproximadamente 50 millones de personas refugiadas que existen en el mundo son mujeres mientras que únicamente el 4% de los acuerdos de paz llevan la firma de alguna mujer, una cifra que no resulta extraña si tenemos en cuenta que tan solo un 22% de los miembros de parlamentos en todo el mundo son mujeres.

En el informe anual de la Organización de las Naciones Unidas sobre violencia sexual en contextos de conflictos armados, es frecuente ver altos números de violaciónes, esclavitud sexual, prostitución, embarazos, matrimonios o esterilizaciones forzadas, por lo tanto, el tener organizaciones especializadas en la protección de las mujeres en situación de guerra es un aspecto que todos los países deberían implementar y priorizar. 

Uno de los problemas en la actualidad, es que diversos países consideran que la noción de seguridad se relaciona directamente con la idea del gasto militar. Se sigue asumiendo que una mayor cantidad de armas equivale a un mundo más pacífico y seguro. Por poner solo un ejemplo, el coste del funcionamiento de las Naciones Unidas en un año supone tan solo el 0,15% del gasto militar global.

Por eso, el rol que juegan organizaciones como WILPF no sólo es importante por la labor social, sino por su perspectiva feminista y su lucha por la paz. El hecho de que las mujeres, incluso en las peores circunstancias, adquieran roles activos en la defensa de la paz y sus derechos ha sido una constante histórica a la que no siempre se le ha prestado la atención merecida.