En pleno siglo XXI aún operan formas de esclavitud como la venta de niñas en comunidades indígenas como Guerrero y Chiapas. 

Tal situación fue cuestionada en una conferencia de prensa al presidente Andrés Manuel López Obrador. La respuesta fue que era parte de “usos y costumbres”.

El no cuestionar cómo el patriarcado ha atravesado a las comunidades indígenas es una forma de idealizar a la comunidad , en lugar de plantear acciones que garanticen los derechos de las niñas, explica en entrevista Claudia Alonso Pesado, feminista y consultora independiente.

López Obrador, como máxima autoridad del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), debe garantizar sus derechos.

México establece en todo el país la prohibición legal del matrimonio infantil al haber fijado las 32 entidades federativas los 18 años como edad mínima para casarse sin que se permitan excepciones.

EL PATRIARCADO ATRAVIESA A LAS COMUNIDADES

Son más de 300 mil niñas las que se han vendido en la La Montaña de Guerrero para matrimonio, aunque no existen cifras exactas, ya que la mayoría de estas uniones no se registran, reveló Martha Givaudan, presidenta de la organización no gubernamental "Yo quiero Yo puedo", que trabaja en el municipio de Metlatónoc a Reforma, que junto con Cimac han reportado el caso.

Además, permitir que aún haya venta de niñas, que puedan trabajar o ser poseídas por otras personas “es la forma en que este sistema social este sistema social, este sistema político, y este sistema económico está organizado desde el orden jerárquico y de relación de poder opresor y de subordinación que el patriarcado estructuró”, dijo en entrevista para La Cadera de Eva, Claudia Alonso, quien de febrero de 2016 a marzo de 2019 fue coordinadora de operación de SIPINNA.

En propuesta Claudia Alonso señala que la venta de niñas se tiene que analizar desde el enfoque de derechos de niñez, ya que desde el adultocentrismo, se cree que los mayores tienen el derecho de decidir sobre su vida que es contrario a la percepción de sujetos sociales.

La relación de poder de los adultos en los niños, se atraviesa el sistema de género, donde las niñas son más vulnerables, son ubicadas en espacios de reproducción y trabajo doméstico,

“Ella es para reproducirse, ella es para dar los hijos, ella es para la familia pero siempre en dependencia del hombre. No tiene capacidad su existencia vital está suprimida y las niñas entonces desde temprana edad”, explica Claudia.

“Su labor será darle los hijos al señor, para mantener la jerarquía y rol del hombre que es capaz de tener una prole y una mujer que le garantiza y satisface la vida”, señala la experta.

También debe entenderse que la venta de niñas forma parte de su organización económica y orden socia. Los niños no deben opinar y los cuerpos de las niñas “son para los otros”, si a esto se suma la condición de pobreza, este intercambio se normaliza.

Además, hay que reconocer, apunta Alonso que dentro de este ecosistema también está el narcotráfico y poderes fácticos que vulneran los derechos de las niñas. 

“SER MADRE CÓMO OBJETIVO DE VIDA”

Creer que el ser madre y esposa es el objetivo de vida de las mujeres, es uno de los puntos que permite el matrimonio infantil dentro de las comunidades.

El embarazo en adolescentes en México tiene el primer lugar mundial, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Cada año ocurren 366 mil nacimientos en mujeres menores de 19 años; además de impactar la vida y desarrollo de las madres menores, en comparación con las madres entre 24 y 25 años.

“El tener como referente que las mujeres deben ser madres y esposas, justifica el matrimonio, refuerza que las niñas y niños no puedan construir otros proyectos de vida más amplios”, explica Alonso.

Desde 2014 se emitió la Ley General de Derechos de niñez adolescencia se establece una edad mínima en México para encontrar el matrimonio insisto formal civil pero en términos no formales que serán las uniones el trabajo y el reto mayúsculo.