“Lo primero que me decían cuando contaba que me quería divorciar era ‘¿Y a poco tu vas a poder con los niños?’”, cuenta Mireya Domínguez, enfermera, madre y feminista que se divorció hace 18 años. 

Se casó al llegar a la mayoría de edad y tuvo dos hijos con su ex-esposo. Tras 13 años de matrimonio tomó la decisión de divorciarse, su hijo tenía 5 años y su hija menor apenas 3 años de edad. 

Para Mireya, tomar la decisión de divorciarse fue difícil, principalmente por la idea predominante de que el divorcio le causa un daño directo a los hijos. “Pero les vas a quitar el papá a tus hijos, ya no van a tener a su papá”, era un comentario recurrente que le hizo dudar de querer divorciarse en varias ocasiones, además de los estigmas que se tienen sobre las mujeres divorciadas.

“Que una mujer divorciada nadie la respeta o que los niños van a ser señalados por no tener a su papá, esos fueron algunos de los comentarios que me hicieron dudar durante dos años, estando en una relación donde yo no me sentía cómoda, ni respetada”, afirmó en entrevista para La Cadera de Eva.

Por cada 100 matrimonios hay 31.7 divorcios

En la última década los divorcios aumentaron 57% en México. Por cada 100 matrimonios se registraron 31.7 divorcios, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)

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De acuerdo con el Inegi, entre las tres principales causas de divorcio a nivel nacional se encuentra el divorcio incausado, con el 63%, seguido por el de mutuo consentimiento, con el 34.7%.

Pensar en los hijos

Mireya realizó todo un ejercicio de reflexión sobre su matrimonio, llegando a la conclusión de que ella no estaba bien en esa situación y que probablemente nunca lo estaría, porque su ex esposo nunca iba a cambiar. 

Aguantó malos tratos, infidelidades y violencia durante más de una década, hasta que tomó la firme y valiente decisión de iniciar los trámites de divorcio.

Las críticas no se hicieron esperar, especialmente por parte de su familia y de amigas cercanas, quienes colocaban en primer plano el bienestar de los hijos, sin importar la integridad física y emocional de ella.

“Incluso me llegaron a decir que era egoísta querer divorciarme por mi y que a los niños los iba a dejar sin su papá”

La responsabilidad de soportar lo que fuera solo por los hijos generó culpa en Mireya durante años, incluso después de haberse divorciado, “me hicieron sentir que sí había sido egoísta”, cuenta. 

Los niños y niñas necesitan padres felices

Sobre la presión para no divorciarse por los hijos, la psicóloga y terapeuta Lucy Serrano afirma en uno de sus videos de Youtube, que más que padres casados, los niños y niñas necesitan padres felices:

“Si el único motivo por que que vas a seguir en una relación, aguantando faltas de respeto y una insatisfacción profunda, tampoco eso beneficia a los niños [...]Los niños y niñas necesitan un papá y una mamá felices, independientemente de si sean o no pareja”

La psicóloga recomienda no esperar hasta que los hijos crezcan para divorciase, porque eso representaría muchos años perdidos de la vida en condiciones en las que no se desea estar realmente. La terapeuta Lucy Serrano invita a realizar un análisis profundo de la situación dentro de la pareja, para saber si la relación puede mejorar con un poco esfuerzo o si sólo estás quedándote en donde no quieres por los hijos. 

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Los estigmas sobre las mujeres divorciadas

Los cuentos del amor romántico relacionados con la pertenencia en las relaciones amorosas dañan la perspectiva que se tiene de las mujeres divorciadas, creando estigmas que vulneran su integridad. Mireya cuenta que recibió comentarios muy agresivos sobre ser una mujer divorciada, como:  “una mujer divorciada es como carne para los perros”. 

Su propio padre la juzgó por divorciarse, pues ante la sociedad, ella ya no sería respetada. “Las tachan de que son unas putas y de que como las mujeres divorciadas no pueden mantener a sus hijos andan por ahí prostituyéndose, fueron comentarios que recibí”, cuenta Mireya.

Hice lo que creí correcto

Tras años de haberse divorciado Mireya dice sentirse tranquila de que su hija no vivió ni vio las agresiones y el machismo de su ex pareja. Al mismo tiempo, se siente satisfecha de que al haberse divorciado no dio el ejemplo de una mujer abnegada y dejada.

“No fue un ambiente perfecto, pero al menos para mi hija fue menos agresivo de lo que hubiera sido si hubiéramos vivido con su padre [...] Yo hice lo que creí correcto en ese momento, jamás fue la idea hacerles daño a mis hijos”

Mireya tiene la firme creencia de que la mejor forma de educar a los hijos es con el ejemplo:

“mientras ellos nos vean fuertes, valientes, amándonos a nosotras mismas y saliendo adelante con honradez es lo más importante”.

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Cuando le preguntamos a Mireya qué le diría a una mujer que está pensando en divorciarse respondió: 

“Que lo hagan, que crean en ellas mismas, que sepan que son mujeres valiosas que merecen mucho respeto y que si el marido que tienen no se los da, que no se detengan nunca, deben estar bien y a darse su valor [...] El que los hijos vean que uno de mujer se da su lugar y que no deja que nadie las humille o las pisotee, más que hacerles un daño, les están dando un ejemplo para cuando crezcan, eso es lo que pienso”

Por último, Mireya recomienda no dejar de dar cariño a los hijos, para que sepan que ellos siguen siendo lo más importante y que los niños no tienen la culpa del divorcio.