El movimiento feminista nos permite estar alertas de que están escribiendo otras mujeres o qué obras de mujeres hemos olvidado. Ahora, estamos encontrando una nueva generación de escritoras que enfrentan al erotismo con un nuevo espíritu, diferente a la referencia comercial que tenemos, 50 Sombras de Grey, al que le debemos agradecer que no se deben forrar las tapas de los libros eróticos.
Algunas de las escritoras que nos permiten explorar este ángulo de la literatura son:
1. Permafrost, de Eva Baltazar
Eva Baltasar, nos propone su primera obra Permafrost, en el texto la autora aborda las relaciones lésbicas y hace una crítica dura hacia ala sociedad, que propone antidepresivos al feroz mundo laboral. El titulo de esta obra hace referencia a esa capa de suelo, permanentemente congelado, que hay en las regiones muy frías. Metáfora de ese barniz con el que muchos seres humanos transitan por la vida.
2. Comisuras de Lara Herrero
Lara Herrero, una sexóloga que nos ofrece su libro de poemas eróticos, Comisuras, con ilustraciones de Noelia Meso.Tras hablar con varias editoriales y no estar contenta con las condiciones, Lara decidió crear un crowdfunding y recaudó el dinero en 30 día
3. El arrecife de las sirenas de Luna Miguel
Luna Miguel reserva un lugar par la erótica, cuenta: “Crecí con Harry Potter y Crepúsculo (con bastante erotismo), luego pasé a leer a Bukowski y la Generación Beat (en la que la sexualidad se trataba de forma bastante descarnada) y cuando me sumergí en Baudelaire y la Generación del 27, la mujer pasó a ser ‘el objeto amado’, ‘el cuerpo deseado’, algo casi etéreo. Me propuse buscar una nueva vía para la sexualidad femenina. Más feminista, más real, más en sintonía con Anaïs Nin o Gabriela Wiener”. En esta búsqueda Luna nos regala su obra El arrecife de las sirenas, donde habla de su sexualidad después de ser madre y también tiene El Funeral de Lolita.
“¿Existe una literatura escrita por mujeres, distinta de la escrita por hombres justamente porque la escriben mujeres? ¿Se escribe como mujer porque se es mujer? ¿Se escribe con el cuerpo? ¿Y cómo se escribe con el cuerpo?”
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4. Historia de O, de Pauline Réage
Una historia que tiene la intención de recuperar la atención de su amante, ya que le escritora francesa, Dominque Aury, bajo el seudónimo de Paulina Réage creía que estaba perdiendo interés en ella, así que le escribió un relato erótico donde quiso mostrarse más atrevida, lasciva y sin prejuicios de lo que en realidad era. Es así como nace esta historia.
La obra se publicó en 1954 y escandalizó a la sociedad francesa, obtuvo el premio café Les deux Magots, pero también recibió una demanda gubernamental por obscenidad y atentado a las buenas costumbres.
Vale la pena leerla porque está escrita con delicadeza, cuenta con una profundidad psicológica, al estar situada en e París, regala un fino retrato de los años cincuenta.
También por el desgarro y precisión de la toxicidad que marcan algunas relaciones sexuales, basadas en la excitación y deseo como crueldad mental. La autora nos regala un tanto de sí en el trama, donde desea convertirse en un objeto y olvidarse de sí misma, ¿nos suena?
5. Las edades de Lulú, de Almudena Grandes
El libro nos cuenta la historia de Lulú, una joven que con 15 años comienza su despertar sexual con un amigo de su familia; hasta sus 30 años, cuando da rienda suelta a la lujuria con un extraño.
Almudena es una maestra de la literatura erótica y con este libro consiguió entrar a la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX. En 1990, el director español Bigas Luna hizo una adaptación a la pantalla grande con Francesca Neri, Oscar Ladoire, María Barranco y Javier Bardem como protagonistas. Igual y después de leerlo te dan ganas de ver la cinta de Bigas y hasta hacer un maratón con las mejores películas eróticas mexicanas.
6. ''Delta de Venus'', de Anaïs Nin
La autora Anaïs Nin conocida como “la madame de un pequeño burdel literario”, le fue encargada esta obra a principios de 1940 por su mecenas conocido como el Coleccionista quien le solicitaba relatos eróticos y se los paga a peso.
Delta de Venus son relatos eróticos, con la peculiaridad de que algunos están relacionados entre sí al compartir personajes.
Aunque los relatos son distintos entre sí, los personajes están bien trabajados. Se ha criticado por tener escenas meramente sexuales, sin erotismo. Pero ella ha contado que su mecenas le pedía “más sexo y menos erotismo”. Aún puede sorprender el cuento El aventurero húngaro o Mathilde, este segundo demuestra los estrechos márgenes de la literatura erótica que queda por encargo y la capacidad de sorpresa.
7. Los libros de Diana Gutiérrez y su editorial Café con Leche
La editorial Café con Leche ha tenido problemas con redes sociales, la moderna de la Inquisición en cuanto a sexo se refiere. Rita Abundancia acusa que “Amazon retiró de su web una de sus reediciones de clásicos eróticos, Fanny Hill, por considerarla pornográfica y Facebook bloqueó su cuenta al ver la portada de una de sus novelas, ¡Sí, mi capitana!, en la que aparecen dos mujeres piratas en actitud erótica”.
Diana Gutiérrez, autora de este último libro, es también directora de esta editorial LGTBI, especializada en libros eróticos y fantásticos, con cuatro años de vida.
“Hay toda una corriente de nuevas escritoras a las que les gusta mezclar géneros, experimentar y hacer visible todo tipo de sexualidades. Nuestros libros nunca dejan indiferente, o los amas o los odias. Incluso la fracción más extremista del colectivo LGTBI puede, a veces, ofenderse porque hay penes en una historia lésbica. Como ha pasado con mi libro ¡Sí, mi capitana!, un relato ilustrado de piratas femeninas con mucho humor”.
Una de las sagas que es apartadas en ferias juveniles es Un pavo rosa, porque en el argumento dos chicas se van a la cama y una de ellas tiene la regla.
Gutiérrez echa de menos más autoras de este género “más ironía, mejores escritoras y discursos más sutiles. La literatura erótica es difícil, porque no solo tiene que ser buena sino que tiene que excitarnos”.
Un libro que no es escrito por una pluma femenina, pero no queremos irnos sin citarlo es el de El amante de Lady Chaterley (1928) escrito por D.H. Lawrence, donde el autor aprovecha el espacio para hablar de la lucha de clases clases sociales y la emancipación de la mujer.
“Sería difícil adivinar si lo que más escandalizaba a la sociedad de entonces era que Constance Chaterley le pusiera los cuernos a su marido o que lo hiciera con alguien de una clase inferior”, escribe Campuzano.
Con información de El País