Uno de los argumentos detrás de la legislación de la maternidad subrogada es la posibilidad de que parejas homosexuales tengan hijos. Sin embargo, la postura de algunos de la comunidad es en contra a los vientres de alquiler, como lo expresó un asistente a la manifestación Las mujeres no somos mercancía, señaló que un grupo considerable de la comunidad no está de acuerdo con la comercialización de los cuerpos de las mujeres; aunque son los principales clientes de estas agencias de reproducción asistida, de acuerdo con feminista y fundadora de las Constituyentes Feministas.
“Grupos LGBTI no estamos de acuerdo con la comercialización de los cuerpos de las mujeres. Le pido a la ministra que no hable a nuestro nombre, en la comunidad no queremos tener hijos así, que digan la verdad, dentro la comunicad homosexual estamos en contra de que se vendan a las mujeres… hay muchas formas de tener hijos sin tener que ocupar los cuerpos de las mujeres sin tener que aprovecharnos de ellas”, dijo uno de los jóvenes asistentes, quien se identificó como miembro de la comunidad.
La ministra Norma Lucía Piña ha propuesto la legislación de la maternidad subrogada de forma altruista, ha señalado en su propuesta que "las parejas homosexuales tienen derecho a acceder a la vida familiar y si es su deseo, a que ésta comprenda la procreación y/o crianza de hijos, ya sea adoptivos, procreados naturalmente por uno de ellos o mediante el uso de técnicas de reproducción humana asistida", sin embargo, feministas se han pronunciado este lunes 07 de junio frente a la corte mostrado que detrás de la maternidad subrogada hay una explotación de los cuerpos de las mujeres.
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“Muchas de las mujeres gestantes son amenazadas y si se arrepienten del proceso, no les permite romper el contrato, las llenan de bombas de hormonas que después les trae consecuencias para su salud”, dijo directora de Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés),
La directora de CATWLAC señaló que la SCJN no están valorando la profundidad las consecuencias que está decisión tendrá en la vida de las mujeres empobrecidas. “Los deseos no son derechos”, replica Ulloa.
“Los deseos no son derechos”
“Una opción es entrar con el tema de la adopción y facilitar el proceso”, señaló Tere. La feministas señalaron que existen muchos niños en situación de abandono y guerra que pueden ser acogidos por estas familias que están deseosos de tener una familia.
Una de las feminista señalo la incongruencia de la Corte que sí limita el derecho de las mujeres a abortar pero abre la posibilidad de mercantilizar sus cuerpos. “Nuestro cuerpo no es mercancía, la sexualidad de las mujeres no tiene precio. Las mujeres necesitamos construir nuestra propias libertades, defender nuestros derechos, una mujer pobre no está consintiendo que se respeten sus derechos, (al aceptar ser una mujer géstate) están tratando de sobrevivir”.
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Las mujeres que aceptan someterse a este proceso, son aquellas que ya son madres, se encuentran en una situación precarizada y ven esto como una salida para sobrevivir. “¿Por qué no son las mujeres indígenas las que piden gestar niños mujeres sino aquellas del primer mundo quienes vienen a estos lugares?”, señaló una de ellas.
Las mujeres reciben entre 70 mil y 100 mil pesos, alrededor del 10% de las ganancias, o menos; quedándose con el resto, las empresas. Tan solo en 2018 la facturación de esta industria fue de 6 mil millones USD (Surrogacy Market Share Report), de acuerdo con un comunicado de prensa.
Tere Ulloa explicó que la legislación de Tabasco se está utilizando para obligar a mujeres de otra partes del país a someterse al proceso, “tengo víctimas que han presentando denuncias que nunca han estado en Tabasco y el contrato se funda como si hubieran ido a firmar, y como si el alumbramiento hubiera sido así, fue en Naucalpan, Tlalnepantla. Hay notarios que están dentro del negocio, tratando de ganar dinero, no podemos permitir que las mujeres más vulnerables sean usadas para fomentar el turismo reproductivo en nuestro país”, dijo.
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Las mujeres se vistieron con capas rojas y sombreros blancos, tratando de representar al novela de Margaret Atwood, El cuento de la criada, para simbolizar como con esta ley se esclavizaron los cuerpos de las mujeres, “una política neoliberal”, dice una de ellas.