Los libros infantiles son compañía, acercan a los infantes a historias maravillosas, incentivan su imaginación y a través de la palabra, pueden llegar a formar un punto de inflexión en su vida en la manera en que se rodean y entienden al mundo. Los mensajes que se reciben son de suma importancia, por ello, acceder a libros que no perpetúen la violencia y la estigmatización es vital en el desarrollo. Este es el caso de la modificación inclusiva a los libros de Roald Dahl.
Tal vez, el nombre de Roald Dahl no resuene en la mente de todas las personas, pero sus obras marcan un precedente en las historias infantiles, la epítome de su carrera es sin duda, Willy Wonka: Charlie y la Fábrica de Chocolates y es que, no hay manera que cualquiera de sus adaptaciones al cine no hayan llegado a la audiencia.
“Gordo”, “grotesco”, “loco” y “desagradable”, son algunas de las palabras que se señalan con mayor frecuencia al momento de hablar de Augustus Gloop, el niño alemán que adoraba comer dulces y que termina cayendo en un río de chocolate en su visita a la fábrica. La adjetivación de palabras gordofóbicas sobre el cuerpo de un niño se conjunta con la violencia simbólica, ¿qué ocurriría si un niño que ve representado su cuerpo en el de August Gloop descubriera que es “grotesco” y desagradable”?, el escritor de Juan Mayorga acota lo siguiente en su obra “Violencia y olvido”:
“Hay varios grados y niveles de violencia lingüística, desde la frase performativa «es un niño» o «es una niña», que marca y determina el género del recién nacido, hasta las palabras que sirven para designar al otro y asociarle a un grupo de personas, a una «categoría», generando su estigmatización. Las palabras marcan a la gente” (Juan Mayorga, dramaturgo)
Otro par de casos particulares lo vemos en el libro de “Los Twitts” donde la mujer dejará de ser descrita como “fea, vieja y bestial”, palabras que también son utilizadas en “Las Brujas” pero que con estas modificaciones, se les atribuirán otras características relacionadas a sus talentos y no tanto, una descripción detallada de qué tan hórridas eran. Esto es un paso importante para dejar de construir sociedades crueles, donde la vejez, la gordura y todo lo que salga de la hegemonía de belleza es ridiculizado a través del lenguaje.
Según información de The Guardian, también se eliminarán palabras como “desquiciado” o “loco”, pues los editores ingleses señalan que es una estigmatización a la salud mental de las personas.
Editoriales: ¿a la defensa de los libros?
Esta iniciativa surgió en Reino Unido bajo la editorial inglesa Puffin Books con el objetivo de que las infancias pudieran tener acercamientos a una literatura más inclusiva, sin embargo, la decisión se volvería controversial para otras casas editoriales y la sociedad que señalarían, era impensable modificar unos clásicos tan importantes en la historia.
“Siempre hemos defendido la literatura infantil y juvenil, y publicado libros sin atender a ningún tipo de censura, con independencia de las modas y circunstancias del momento. El oficio de editor se entiende desde el respeto a los lectores y autores, y desde la honradez con las historias que nos confían y decidimos publicar”, expidió en un comunicado Alfaguara.
Paralelamente, editorial Santillana compartió la misma idea y señaló, que estas censuras eran, por demás, absurdas por lo que no adaptarán las obras para que los niños y adolescentes puedan seguir “disfrutando de buena literatura”.
Por su parte, las editoriales angloparlantes han señalado que es un cambio necesario, aunque para el primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak se trata de una “vergüenza” que existan estas modificaciones, pues “es responsabilidad de todos preservar y no retocar ninguna obra de Roald Dahl”, dio a conocer la BBC.
En este panorama de tanto revuelo y contraposiciones, queda por sentado que España y Latinoamérica quedarán sin leer las modificaciones a estos libros, pues las casas hispanas editoriales más importantes del mundo señalan “defender la buena literatura” con el objetivo de no perder el “poder” de las obras.