¿Cuántas veces te ha tocado el cabello una personas que no conoces?, preguntó Mena Fombo, mujer afroamericana en su Ted Talk. Esta es la realidad de muchas mujeres negras, que durante años han aguantado la normalización de sentirse invadidas por tener un cabello “diferente”.
En 2017, el 50 por ciento de las mujeres afroamericanas en Estados Unidos afirmaron que su cabello era tocado de forma mensual por personas desconocidas y el 18 por ciento sostuvo que lo vivía cada semana. A pesar de tener a íconos feministas con afro, como Angel Davis, alguna vez te cuestionaste todo lo que representa tener un cabello así.
En 2015, cifras oficiales de nuestro país, señalaron que había 1.4 millones de habitantes negros, pero la estadística sigue siendo poco representativa. Tonatzin Saint Louis, mujer haitiana-mexicana, nos explicó en entrevista lo complejo de cuidar el cabello afro y afirmó que tampoco le gusta que le toquen el cabello sin su consentimiento.
"Los blancos crearon sus reglas"
“A mí me ponían Vaselina cuando era niña porque mi mamá no sabía cómo cuidarme el cabello. Sí lo suavizó, pero me tapo los folículos y me causó alopecia”, contó para La Cadera de Eva. La norma social y cultural ha convertido al cabello lacio en un referente estético pero para las mujeres negras, esta regla puede llegar a ser un imposible.
El tener un afro o rastas no es un sinónimo de desorden o suciedad, más bien, es una expresión cultural y de raza, explicó Tonatizin, “sin embargo, los blancos crearon normas estéticas para ellos mismos discriminando a toda la comunidad negra o diferente a ellos”.
Algunas personas aún catalogan los peinados de la comunidad negra como “extremos”, señaló Afrofeminas (medio digital), pero esta acción solamente señala, rechaza y violenta a una comunidad. “Se creen con el derecho a tocarnos el cabello por lo “diferente”, compartió Tonatizin, “pero nada les da el derecho de tocarnos sin permiso. Eso es una falta de respeto”, señaló.
Cuando Tonatzin supo que tendría una niña pensó: “Que no saque mi cabello”, pero su hija, de ahora nueve años, tiene grandes chinos. Ha intentado no cometer los mismos errores, cuidar y entender el cabello de su hija lo más posible, porque sabe que sí se sufre. “Lo primero que le enseñé a mi hija fue que nadie puede tocar su cabello sin su permiso”, explicó, y cuando un adulto se siente incómodo por escuchar a una niña decir: ‘No se toca”, yo les explicó que ella tiene razón.
En Estados Unidos, el cuidado del cabello negro mueve alrededor de 180 millones de dólares, representando el 30 por ciento del gasto mensual de las familias.
Con información de Afrofeminas