Los micromachismos están en todos los niveles sociales y por ende, tienen repercusiones reales en la calidad de vida de las mujeres, ya que dificultan su acceso a la justicia con perspectiva de género, abren la brecha salarial y obstaculizan que puedan tener una educación libre de violencias. Así que, como cualquier fenómeno social, es imposible entenderlos de una manera horizontal o superficial.
En un sentido económico, las mujeres son vulneradas cuando se les adjudica el cuidado en el hogar para reafirmar su validez, mientras que cuando deciden ejercer profesionalmente y buscar puestos gerenciales son consideradas como egoístas, ambiciosas y malas mujeres que se han desentendido de su labor en el hogar. En México el 70% de los puestos directivos son ocupados por hombres, según el informe “Women In Business 2022” publicado por la firma Grant Thornton. ¿Qué tiene que ver todo esto con los micromachismos?
Todos aquellos juicios a los que son sometidas las mujeres, “¿obtuvo el puesto?, bueno, seguramente se acostó con alguien”, rumores, acoso a su vida privada, descalificaciones a su físico y su trabajo; son micromachismos que las violentan.
En contraparte, en un nivel educativo, según información del artículo académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, Profesores los principales agresores, los docentes son quienes ejercen mayor violencia en contra de sus alumnas a través de comentarios como, “¿por qué tan cubierta, destápate?”, “¿tú qué vas a saber?”, “salúdame de beso” e intimidaciones relacionadas al desempeño académico. Desde 2008 a 2015 se tiene un registro aproximado de 581 alumnas sólo en CDMX que denunciaron a un docente por haberlas violentado a través de la exclusión, exposición pública hasta el hostigamiento sexual.
El (micro)machismo en las instituciones
En un sentido institucional, las mujeres tampoco pueden acceder a una justicia cuando los comentarios de quienes imparten este derecho son misóginos y machistas: “ella lo provocó”, “¿qué hacía a esa hora fuera de casa?”, “¿y cómo es que iba vestida cuando sucedieron los hechos?”, “¿y porqué no estaba en casa cuidando a sus hijos?”
Nosotras Tenemos Otros Datos señala que en las cifras oficiales publicadas en los años recientes, se encontró que las razones principales por las que entre el 93 y 97 por ciento de las mujeres no denuncian son:
- 3 de cada 10 mujeres cree que es una pérdida de tiempo
- 2 de cada 10 mujeres desconfía de la autoridad
- 8 de cada 10 porque los trámites son imposibles, tortuosos y largos
- 3 de cada 10 por la actitud hostil y revictimizante de la autoridad
- 1 de cada 10 por miedo a extorsión o consecuencias hacia ella o algún familiar
Con esta información, se concluye que 3 de cada 10 mujeres deciden no denunciar porque consideran que las autoridades son ineficientes, sobre esto, la Encuesta Regional de Opinión Pública sobre Violencia de Género 2021 (EROPVG) que recoge información de mujeres latinoamericanas ante la violencia, dio a conocer que el problema principal es la falta de perspectiva y la manera en la que las autoridades tratan a las denunciantes cuando acuden a las fiscalías.
“Me daba vergüenza hablar de mis problemas delante de otras personas, porque me preguntaban así, delante de todo el mundo a qué ibas. Me pedían repetir el hecho y parecía que me ponían a juicio a mí”, comenta una de las mujeres encuestadas para la EROPVG.
Los micromachismos se instauran en nuestra vida diaria y se convierten en uno de los obstáculos más grandes para que las mujeres vivan una vida sin violencias al interior de sus instituciones, de su hogar y en los espacios públicos. Con esto en mente, vale la pena preguntarse si realmente los micromachismos son realmente pequeños o "micro". Las violencias no se miden y se ponen bajo la mira para decidir cuál es más importante qué otras; las violencias se viven desde el lenguaje, el acoso, la invisibilización, las expresiones y se aloja en nuestras acciones disfrazadas de inofensivas tradiciones.