Incorporar la voz de las trabajadoras sexuales al debate público es una necesidad, pues, su participación o espacios otorgados para sus pronunciamientos no siempre se producen en condiciones de igualdad; esta ausencia, es una forma de violencia simbólica que tiene como finalidad silenciar a este sector, deslegitimando su voz o utilizándola de manera instrumental, explica el documento "La prostitución como forma de violencia de género".
Entender esta violencia sistemática desde la óptica real de estas mujeres visibiliza, denuncia las violencias de género y expone las vulneraciones de derechos humanos que ocurren dentro de este ámbito, pero también, permite identificar estrategias de actuación de acuerdo a cada una de las necesidades, señala el estudio.
La violencia contra estas mujeres no sólo es llevada por varones, sino que puede ser ejercida en el ámbito familiar (pareja, padres, abuso sexual, violencia económica…), por el Estado (violencia institucional, esterilizaciones forzadas, prohibición al aborto o a cualquier atención), y por la comunidad / sociedad, (acoso, violencia sexual, acoso laboral, violencia física, violencia simbólica, exclusión, rezago…)
Por ello, la organización Médicos del Mundo se dispuso a desmentir algunos argumentos discriminatorios que rodean al trabajo sexual, pues es un fenómeno que se ve atravesado por raza, clase, etnia, factores estructurales, precarización laboral y por supuesto, el género, por lo que debe ser comprendido en todas sus dimensiones sin criminalizar a las trabajadoras sexuales.
- “Pueden salirse cuando quieran pero no les gusta trabajar"
El 70% de las mujeres desarrollan estrés postraumático derivado de abusos sexuales y violencias; el 90% de las mujeres que ejercen, desean dejar de hacerlo con el objetivo de dedicarse a su hogar, comprar una casa, abrir un negocio o encontrar otro empleo, señala el estudio realizado por Médicos del Mundo. Asimismo, también se debe visibilizar a aquellas personas que han decidido ejercer el trabajo sexual de manera autónoma y que no buscan ser rescatadas, reinsertadas ni reincorporadas a la sociedad, señala el documento "La confusión entre trata, explotación y trabajo sexual".
- “Empleos sí hay, ¿por qué no hacer otra cosa?; les gusta lo fácil”
La falta de oportunidades y/o la precariedad de los empleos, representan los discursos mayoritarios para el ejercer de las trabajadoras sexuales y en este punto, convergen dos actores, la desigualdad de género en el mercado laboral y la situación irregular de lxs migrantes.
El documento La Prostitución como Violencia de Género, retoma algunos testimonios.
“Soy estilista y peluquera profesional, no me sirven mis títulos porque no me he podido desarrollar en lo que a mí me gusta”, “Llegué acá para trabajar pero nunca pensé que de esto, trabajaba de limpieza, camarera y niñera pero no hablaba español… tenía que mandar dinero a mi hogar”, “sin documentación ni nada, ¿qué trabajo iba a conseguir?, me ofrecían un pago mínimo en algunos empleos que busqué, ni siquiera para pagar una habitación para dormir ni mandarle dinero a mi hijo; teníamos que sobrevivir”
- “Malas mujeres: manipuladoras y delincuentes”
???????El estigma de representar a las trabajadoras sexuales como personas que se esfuerzan poco, que buscan dinero fácil, que roban, que delinquen, que se aprovechan o que son desobligados, son etiquetas que se les asignan discriminatoriamente y que además, las criminaliza.
“Estas representaciones asociadas a la marginalidad, afectan de forma negativa su autoestima y obstaculizan el abandono del ejercer por miedo a ser juzgadas y a que no se valoren sus capacidades”, señala el documento La Prostitución como Violencia de Género.
Apuntar a que son mujeres desobligadas bajo el concepto de la vida fácil son señalamientos comunes, sin embargo, gran parte de las mujeres que participaron en el estudio Médicos del Mundo son cabezas de familia y el principal (o único) sostén económico de sus hijxs, madres, hermanxs. Es importante destacar que, este discurso no tiene como finalidad afianzar su rol como cuidadoras ni validarlas como buenas madres / hijas, sino más bien, rechazar el estigma negativo de la trabajadora sexual.
Finalmente, el estudio concluye cinco puntos medulares para identificar las fallas estructurales (género, raza, clase) que rodean al trabajo sexual.
- La legislación en materia de extranjería, que dificulta la regularización de la población migrante y le niega su participación en la economía formal
- La feminización de la precariedad laboral caracterizada por la parcialidad, temporalidad, los menores salarios, la discriminación y acoso sexual en los sectores racializados como el doméstico y de cuidados
- La migración de las mujeres trans que participan en el estudio está motivada por la discriminación que sufren en sus países: el odio, aversión y o discriminación es objeto de desprotección, violencia y precarización laboral
- Los prejuicios y estereotipos en torno a las trabajadoras sexuales, que obstaculizan el abandono del ejercer y su incorporación al mercado laboral
- Las cargas económicas familiares en el país que residen, pero también, en sus respectivos países de origen