Las mujeres migrantes se ven atravesadas por una fuerte violencia de género en los países donde residen, sin embargo, es el sector más desprotegido por el Estado, dando origen al “racismo institucional” en donde se les niega todo apoyo legal, jurídico y acompañamiento. De acuerdo con la Red de Mujeres Latinoamericanas (RedLatinas), este grupo denuncia con más frecuencia violencia de género pero tienen órdenes de protección mínimas. 

Desde la interseccionalidad, RedLatinas y la Asociación de investigación y especialización sobre temas iberoamericanos, reconocen que las mujeres se enfrentan a múltiples violencias en lo privado y en lo público, por lo que de manera conjunta, han presentado una serie de propuestas para impulsar políticas públicas que salvaguarden a las mujeres migrantes

En primera instancia, se señala que, en general, el Estado tiende a establecer un estereotipo de víctima, es decir, que para ser reconocida como una debe de cumplir con requerimientos específicos y sortear algunos filtros, algo que en ningún momento contempla a las mujeres racializadas. Concretamente, las políticas públicas contra la violencia de género no son incluyentes y tampoco facilitan el acceso en la obtención de justicia. 

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Normalmente, para que una mujer migrante obtenga protección debe de tener permiso de residencia o trabajo por circunstancias excepcionales, por supuesto, esto representa un mínimo poblacional dentro del sector migrante. Al momento de acercarse a las instituciones correspondientes para levantar una denuncia, en primera instancia, se verifica el estatus migratorio de la mujer y dependiendo de la situación se condiciona su acceso a la justicia

En otra vertiente, Lucy Polo de RedLatinas acota para efemenista que, aunque lo idóneo sería que todas las mujeres se acerquen a denunciar violencia de género, la realidad es que ni siquiera deberían de estar forzadas a someterse a todo un proceso penal para obtener la protección que por derecho corresponde. 

Además, la especialista en temas migratorios señala que es inconcebible que las leyes dejen fuera a las mujeres migrantes sólo porque no tienen papeles e incluso, desde la discriminación, se considere que sus denuncias no tienen el mismo soporte que las de otras mujeres. Asimismo, es necesario brindar protección y acompañamiento a toda persona que haya sido víctima de cualquier tipo de violencia,  ya sea en su país de origen o en su ruta migratoria, pues con frecuencia, el Estado no considera esta clase de situaciones, tampoco a las supervivientes de mutilación genital o de matrimonio forzado, explica Lucy Polo en entrevista.

Migración para proteger: la primera violencia

En un mapeo informativo y en conversación con la defensora de derechos humanos especializada en abuso sexual a mujeres migrantes, Mónica Ramírez, se encontró una tendencia de la que poco se habla: ¿por qué migran las mujeres?

Sorprendentemente, hasta hace apenas una década se han comenzado a contabilizar a las mujeres que realizan un viaje de migración con destino a Estados Unidos. Antes de ello, se consideraba al hombre como el único actor activo de este proceso y se consideraba que las mujeres permanecían en los países de origen para cuidar de los hijos. 

Hoy en día, las caravanas migrantes no son sólo hombres que salen de sus países en busca de mejores oportunidades, sino también, hay centenas de mujeres en compañía de sus hijas e hijos . De acuerdo con el Portal de Datos sobre la Migración de Estados Unidos, las mujeres representan casi el 50% de las personas que migran. 

En gran parte, las mujeres salen de sus países huyendo de la violencia, escapando del matrimonio forzado, de la violencia doméstica, del abuso sexual e incluso, algunas madres emprenden el viaje con el objetivo de proteger a sus hijas. 

Entre 2013 y 2014 notamos que había más mujeres centroamericanas migrando porque estaban huyendo de la violencia. Hablando con mujeres en la caravana migrante, vi que habían muchas niñas con sus madres, y en conversación, me explicaban que los grupos delictivos las amenazaban con matarlas e incluso, amedrentaban a la madre para que sus hijas fueran pareja de una de estas personas (del crimen organizado). Ellas migran en un intento de proteger a sus hijas del abuso, feminicidio, secuestro y demás cosas malas”, explica Mónica Ramírez en entrevista para La Cadera de Eva.

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En un tránsito migratorio de diversas violencias, no existe órgano de protección que interceda en estas situaciones y otorgue acompañamiento a las miles de mujeres sobrevivientes.

Al llegar a los Estados Unidos, Mónica Ramírez señala que la mayoría de las mujeres con quienes se ha relacionado en toda su trayectoria fueron asaltadas sexualmente por su empleador, un compañero, la persona que las ayudó a cruzar, su casero o alguien que le promete arreglar su estatus migratorio, es decir, desde el poder la mujer migrante es sometida y se enfrenta a un Estado que difícilmente les brindará protección. 

“Pensemos por un segundo, una mujer campesina que en promedio gana once mil dólares, no entiende inglés y tampoco tiene documentos, ¿aprenderá las leyes, buscará un abogado, someterá la queja y después iniciará su proceso de investigación?, para una mujer migrante indocumentada y sobreviviente de abuso sexual, es muy riesgoso denunciar, prefieren dejar el trabajo o seguir sus vidas como si nada pasara porque para ellas la idea de justicia no existe”, concluye la abogada.

https://www.youtube.com/watch?v=ddes-QMPehQ

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