Cuando era adolescente, aventurándome en el mar de las ideologías políticas, a menudo me preguntaba por qué las feministas occidentales tenían (y tienen) tal obsesión con el género, con abolirlo y definir con lo que sea su noción de humano. No entendía entonces que cualquier tipo de obsesión occidental no es más que patología blanca, y que para parecer válidas en el mundo político actual, necesitan aferrarse a cualquier eje opresivo que puedan. Eso, y negar su participación activa en las otras formas en las que este sistema nos estrangula. Es por eso que las feministas blancas clásicas, cualquiera que sea su ideología, no se atreven a comprometer su posición de ventaja en el mundo. Es un hecho que una ideología descolonial no tiene un atractivo masivo para la gente blanca porque sus comodidades son el resultado directo de la superexplotación del Tercer Mundo. Nada asusta más a lxs blancxs que una alteración de su estándar de vida no ganado.

Cuando hablamos de blanquitud, a pesar de que está intrínsecamente relacionada con la gente blanca, ya que son los principales beneficiarios de ella, lo que queremos decir es “el sistema sociopolítico-legal que subyuga a miles de millones de personas colonizadas racialmente a cambio de vida y regímenes mortíferos” (Sunjata, 2021c) con “realidades geoespaciales” (Sunjata, 2021b). Abolir la blanquitud significa desmantelar su poder, sus instituciones legales y espirituales y las construcciones a su alrededor. El arco definitorio de la blanquitud es su condición humana, y en la base de la humanidad se explotan los cuerpos racializados.

Las mujeres cisgénero occidentales, especialmente aquellas que se identifican como feministas radicales, sienten la necesidad de definirse a sí mismas como humanas en lugar de no humanas porque saben a ciencia cierta la cualidad blanca que es ser humano. Por lo tanto, una mujer como una mujer humana adulta es una definición de supremacista blanca.

Frantz Fanon (1961) habla de les damnés, lxs racializadxs que no somos lo suficientemente humanxs como para considerarse beneficiarixs del capital. Como la describe Walter Mignolo (2015), la Otredad es una “construcción imperial, definida por aquellos que crearon la noción de Hombre y Humano” (p. 106). En palabras de Sylvia Wynter (2003), la Humanidad es una categoría “que proyecta e impulsa a la universalidad la imagen local”. En este sistema de Humanidad, los pueblos indígenas africanos y americanos están excluidos y, en consecuencia, convertidos en bienes útiles de esclavitud.

OCCIDENTALISMO

La forma occidental de ver el mundo se caracteriza por un "género de lo humano" que se hace pasar por lo humano mismo y, por lo tanto, cada desviación de ese género se considera menos que humana. Es por eso que María Lugones (2010) describe el sistema colonial moderno de género como la diferenciación de lo humano y lo no humano, esa diferenciación necropolítica que nutrió nuestro actual sistema de género. La obsesión de Occidente por diferenciarse de la eco-lógica del resto del mundo y definirse como seres racionales es la expresión básica de la colonialidad y la colonialidad de género es una de las formas en las que se coloniza el espacio y el tiempo. El Humano no es una categoría neutral y no todos pertenecemos a ella. En otras palabras, “Humano” es un descriptor violento basado en la hegemonía capitalista e imperialista de Occidente. Por eso Wynter, junto con otros pensadores caribeños, propone una categoría de Humano que no se reduce a la categoría de Hombre.

Varias personas ya han hablado de cómo el género tal como lo conocemos es una invención colonial y racial. Los conceptos de mujer y feminidad están intrínsecamente conectados, si no basados en, esta noción de Humano creada por Occidente. En otras palabras, la feminidad y, por supuesto, la masculinidad son invenciones de la supremacía blanca. Por eso, para desmantelar este sistema axiomático, necesitamos distanciarnos de la Humanidad, o, en otras palabras, de la Blanquitud.

Sobre esta diferenciación y separación de la naturaleza frente a lo humano, María Lugones explica en Movimientos indígenas y feminismo descolonial (n.d):

La lógica de la modernidad presenta categorías, dicotomías y oposiciones lógicas del tipo A y no del tipo A. La realidad se organiza en términos de categorías dicotómicas en relaciones de oposición: Mente / cuerpo, público / privado, razón / emociones, hombres / mujeres, blanco / negro. Cada término de cualquier dicotomía de oposición se encuentra en una relación evaluativa con el otro: uno es superior al otro, más importante, y el menos valioso hace posible la existencia del más valioso. La dicotomización de la oposición oculta la violencia de la opresión, ya que oculta la intersección de categorías al convertir el mundo social en categorías de personas impermeables, homogéneas y completas en relación con las personas y al ocultar el poder que debe desplegarse para mantener la dicotomización de la oposición. Como las personas se conciben, clasifican y tratan en términos de categorías homogéneas, cada grupo se representa desde adentro.

¿DESGÉNERO?

Hortense Spillers (1987) utilizó el término “ungendering” (¿desgénero?) de los negros a través de la trata transatlántica de esclavos, sentando las bases para investigar las tendencias historiográficas de las experiencias y respuestas de las mujeres negras a la violencia que están profundamente arraigadas en los fundamentos de género. La violencia contra las personas negras de parte de lxs blancxs tiene un marcado carácter de género, ya que los ideales de la feminidad (blanca) no se extienden a las mujeres negras. Hortense Spillers cree que rastrear las tendencias historiográficas de violencia contra los negros expone cómo están firmemente arraigados en las lógicas de género de la trata transatlántica de esclavos. Hortense Spillers afirma en “Mama’s Baby, Papa’s Maybe” (1987) que los horrores de la trata transatlántica de esclavos y el Paso del Medio provocaron un “ungendering” (¿desgénero) para los negros en el Nuevo Mundo. Ella enfatiza cómo, debido a las formas en que los estados coloniales han privado a las mujeres negras de la feminidad y la maternidad, la liberación de “Sapphire”, la mujer negra, requiere un marco de libertad diferente al de las mujeres blancas.

Si bien lx escritorx Alok Vaid-Menon enfatiza que el origen del odio hacia las personas que no conformes con el género (incluyendo a las personas negras cis) tiene sus raíces en la transfobia, algunos escritores negros argumentan que el ungendering precede a la transfobia. Si bien no tengo una opinión cierta al respecto, creo que tanto la transfobia como la deshumanización de lxs negrxs son representaciones de la “blanquitud/supremacía blanca como tecnología/modo de capitalismo racial" (Sunjata, 2021a). De cualquier manera, la abolición de la blanquitud es necesaria para desmantelar las imposiciones occidentales del género a través de un punto de vista eco-lógico y no bio-céntrico del mundo. El significado real de la abolición del género se basa en la abolición de la blanquitud, no en la colonización de pueblos racializados al abolir por la fuerza el concepto de género que nos han impuesto lxs blancxs; lo segundo es simplemente transfobia, que a su vez es supremacía blanca. Finalmente, para abolir la blanquitud y su imposición binaria de género, también debe abolirse la transfobia. Los reclamos de las feministas radicales por abolir el género no son más que una apropiación descarada de las luchas abolicionistas de las personas racializadas y trans.

Jennifer Rubio, mejor conocida como Ciguapa, es una educadora y escritora dominicana. Divulga sobre antirracismo y feminismo a través de las redes sociales y ha trabajado como profesora de música en República Dominicana. Es parte de la colectiva AFROntera.

Twitter: @soyciguapa

Referencias

Fanon, F. (1963). The wretched of the earth. New York: Grove Press.

Mignolo, W. (2015). Sylvia Wynter: What does it mean to be human? In K. McKittrick (Ed.). Sylvia Wynter: On being human as praxis (pp. 106-123). Duke University Press.

Wynter, S. (2003). Unsettling the coloniality of being/power/truth/freedom: Towards the human, after man, its overrepresentation—An argument. CR: The New Centennial Review3(3), 257–337. 

Lugones, M. (2010). Toward a decolonial feminism. Hypatia, 25, 742 - 759.

Lugones, M. (n.d). Indigenous movements and decolonial feminism.

Spillers, H. J. (1987). Mama’s baby, papa’s maybe: An American grammar book. Diacritics; Ithaca, N.Y. Vol. 17, Iss. 2, (Summer 1987): 65.

Sunjata, J.K.[@panafrikam]. (2021, April 7). no, justice is secured by confronting & outright destroying the material + ideological basis of whiteness/white supremacy as a technology/mode of racial capitalism. [Tweet]. Twitter. https://twitter.com/panafrikam/status/1379887180475158532?s=20

Sunjata, J.K.[@panafrikam]. (2021, July 1). whiteness—as a sociopolitical & legal construct with geospatial realities—represents a covenant of biblical proportions wherein white people are “the chosen” & the racialized are damned for the eternity of political economy. [Tweet]. Twitter. https://twitter.com/panafrikam/status/1410684583440441349?s=20

Sunjata, J.K. [@panafrikam]. (2021, July 29). it’s so fascinating that i simply said “whiteness”—the social-political-legal system that subjugates billions of racially-colonized people to life-altering + death-dealing regimes—must be confronted for solidarity & this person conflated white people with “working people.” [Tweet]. Twitter. https://twitter.com/panafrikam/status/1420912773148680192?s=20