Ni flores, ni bombones. Ni regalos en las empresas, ni felicitaciones en las tiendas. Imaginemos que cada vez que alguien dice "feliz día de la mujer" a una pared de la ciudad le brota una grieta irreparable. A ver si así funciona, porque es sabido que las paredes les importan más que las mujeres.
El 8 de marzo es un recordatorio que suma cientos de año de lucha: desde las trabajadoras textiles estadounidenses que en siglo XIX salieron a las calles para exigir condiciones justas de trabajo, las sufragistas de finales de siglo y mediados del siguiente, las mujeres zapatistas y los otros miles de mujeres a lo largo de la historia que se han revelado ante el orden establecido de las cosas, hartas de la opresión, la desigualdad y la violencia.
Este 8 y 9 de marzo el movimiento feminista ha logrado generar una movilización masiva y un paro multitudinario como pocas veces se ha visto en el país. El vacío de nuestra ausencia llenará, paradójicamente, las calles, los medios de comunicación, las empresas y las escuelas.
Sin embargo, no faltaron quienes quisieron aprovecharse de la causa y apropiarse de la narrativa. Unos y otros se quisieron adjudicar la solidaridad máxima y el apoyo incondicional a una causa a la que han pisoteado un día sí, y otro también. Los mismos que, ahora, ondean la bandera de las mujeres, son los que nos han negado históricamente el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos, han perpetuado las desigualdades estructurales y reprueban cada vez que levantamos la voz o demostramos nuestro enojo, nuestro hartazgo.
Y aunque los protagonistas se renuevan, la maniobra de apropiarse de causas ajenas es un viejo truco.
Para muestra, remontémonos a 1952. En México, se inaugura el Estadio Olímpico Universitario, asume la presidencia Adolfo Ruiz Cortines y, en los temas que nos atañen, toma fuerza dentro de la opinión pública la discusión sobre el voto femenino.
Si bien la lucha de las mujeres organizadas de la época y la herencia de figuras como Hermila Galindo fueron fundamentales para esta conquista, en las esferas de poder, hubo mucho más de disputa de narrativas que de reconocimiento de derechos (¿Acaso nos suena familiar?).
El Informador, 5 de diciembre de 1952
El 6 de abril de 1952, un Ruiz Cortines en campaña prometió a un grupo de más de 20 mil mujeres, en un acto en el Parque 18 de marzo, que reformaría el artículo 34 de la Constitución, lo que permitiría que las mujeres accediéramos a nuestro derecho al voto. Con el spoiler que nos da la historia, sabemos que meses más tarde el candidato priísta ganará las elecciones y asumirá como presidente el 1 de diciembre de 1952.
Tres días después, los diputados del PAN protestaron en la Cámara de Diputados para que se retomara el proyecto para reconocer el derecho al sufragio femenino, que había impulsado Cárdenas en 1937 y que había quedado inconcluso. Una nota publicada en El informador apunta que algunos diputados del PRI arremetieron "quieren comerle el mandado al presidente".
La guerra de narrativas había comenzado. El 9 de abril, 8 días después de haber asumido como presidente y a 5 días de la protesta de los diputados panistas, el presidente Ruiz Cortines, con una efectividad que ya quisiéramos para combatir la violencia contra las mujeres, presentó su propio proyecto para reformar el artículo 34 de la constitución y reconocerles la ciudadanía plena a las mujeres.
El Nacional 23 de diciembre de 1952
El proyectó se votó y aprobó en la Cámara el 22 de diciembre de 1952 y quedó asentado en el Diario Oficial el 17 de octubre de 1953.
Los periódicos oficialistas consignaron "Una multitud de mujeres aclamaron al presidente Ruiz Cortines", mientras que columnistas de la oposición, hombres como casi todos los columnistas desde entonces, aprovecharon la ocasión para aclarar "Que el voto femenino llegue a ser una realidad, es el cumplimiento de uno de los puntos de programa sostenidos por mi Partido Acción Nacional, desde su fundación". (¿Acaso nos suena familiar?).
Excelsior, 1952. “**-…Ahora sólo le falta un toque femenino”.
Los derechos habían sido conquistados, sin embargo, poco había cambiado la concepción social del rol de las mujeres. Las historietas de la época, por ejemplo, seguían demostrando el pensamiento subyacente.
Esta breve reseña histórica no es más que un burdo reflejo de lo que, 67 años después, sigue siendo nuestro pan de cada día: políticos de uno y otro bando queriendo adjudicarse una lucha que no les pertenece, por la que no han hecho nada y, peor aún, de la que son causantes directos.
Este 8 y 9 de marzo, la narrativa está escrita en femenino y feminista, está narrada por nosotras y para las que ya no están y ocupará los espacios públicos en la marcha y se hará sentir en el Paro Nacional de Mujeres.
Por eso, no queremos ni flores, ni bombones. No queremos regalitos empresariales, ni felicitaciones en las tiendas. Exigimos un alto a la violencia y acciones concretas para que dejen de matarnos, de violarnos, de acosarnos. Exigimos que #NiUnaMás deje de ser un pedido desesperado y se transforme en una realidad.
Y a todos los que quieren sacar provecho de nuestra lucha, a todos los que quieren lucrar con nuestro dolor, a todos ellos les decimos: el violador eres tú.
*Luciana Weiner feminista de corazón, también es periodista del CIDE, colabora en ADN 40, escribe para La Razón y La Cadera de Eva.