La dismorfia corporal daña la vida de la persona que la padece al máximo, ya que crea una imagen errónea de ella misma.
El también conocido como síndrome dismórfico o dismorfobia se incluye entre los trastornos obsesivo-compulsivos en las principales clasificaciones médicas, de acuerdo con información oficial.
El trastorno dismórfico corporal (TDC) es la obsesión con una parte específica del cuerpo que la persona percibe que tiene un defecto, haciendo esfuerzos sobrenaturales para cambiarla.
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¿Qué tienen que ver los transtornos alimenticios?
Quienes lo padecen no pueden dejar de pensar en un rasgo que consideran un defecto físico, que muchas veces nadie nota, por lo que, tratan de ocultarlo o modificarlo repetida y obsesivamente. Esto los lleva a vivir en un estado de ansiedad permanente, con pensamientos intrusivos constantes y conductas difíciles de controlar.
La preocupación por la apariencia y los comportamientos para esconderla o cambiarla les consumen tanto tiempo que llegan a afectar su funcionamiento diario, desde sus relaciones personales y familiares a su desempeño laboral.
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También puede verse reflejado en sus habitos alimenticios, esto hace parte de los trastornos de la conducta alimentaria. La dismorficia puede ser un síntoma secundario de algunos trastornos o el trastorno principal.
Sin embargo, puede tener un transtorno de la conducta alimentaria (TCA) sin tener distorsión de la imagen o tener dismorfia sin padecer un TCA.
Señales que pueden alertar dismorfia
Si bien la dismorfia es un padecimiento psiquiátrico, es importante tomar en cuenta que también las expectativas y estereotipos acerca de cómo debe verse una persona también forman parte de una cultura machista, de acuerdo con feministas.
La gordofobia es un ejemplo de cómo esta cultura machista espera cuerpos perfectos de hombres y mujeres; la constante crítica a los cuerpos de las mujeres influye en cómo se perciben.
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Esconder alguna parte del cuerpo
Una de las principales cosas que mandan señales, es cuando una persona usa cierto estilo de ropa para ocultar algo que no le gusta de su cuerpo, por ejemplo, usar siempre manga larga porque cree que sus brazos no son bonitos o tienen alguna cicatriz.
Pasar mucho tiempo frente al espejo
Cuando una persona sufre dismorfia corporal, suele pasar mucho tiempo frente al espejo, pero no para bien, ya que en lugar de destacar y admirar sus encantos, es una forma de autoevaluarse negativamente, dañando su autoestima de poco a poco hasta quedar por los suelos.
Creer que los demás te ven con rechazo
Alguien que padece dismorfia corporal, siempre está pensando en eso al relacionarse con los demás, ya que existe cierta fijación y rechazo hacia eso que molesta de sí misma, por lo que cada que la miren, creerá que lo hacen con rechazo.
Aislarse o no tener salidas sociales
Las salidas sociales no son una opción para estas personas, ya que viven con constante miedo de que los demás los observen, o en el peor de los casos, les hablen sobre algún aspecto físico propio, esta es una medida que sin duda delatan a alguien que tiene este trastorno.
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Buscar obsesionadamente la manera de buscar mejorar su apariencia
Aquí principalmente se refiere a que constantemente le hacen cambios a su imagen, como cirugías innecesarias, dietas extremas o remedios riesgosos. En este punto ya están atentando contra su salud por no aceptar ciertas cosas de su apariencia.
Compararse con los demás
Una persona con dismorfia corporal siempre estará comparándose con los demás, no importa que a los ojos de los demás sea perfecta, siempre creerá que le falta algo que destacar o corregir.
Lo mejor siempre será que busques ayuda de inmediato, solo una profesional será capaz de tratar a la perfección este trastorno que aunque parezca inofensivo, daña profundamente el amor propio de una persona, por eso es demasiado peligroso.