En febrero de 2020, imágenes periciales relativas al feminicidio de Ingrid Escamilla, cometido por Erick Francisco Robledo fueron filtradas por personal de la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México, y difundidas por diversos medios de comunicación impresos y digitales, así como en redes sociales. Estas publicaciones generaron una ola de indignación que desembocó en la Ley Ingrid, la cual busca prevenir la difusión de imágenes relativas a expedientes de investigación por parte de funcionarios públicos; sin embargo, el debate respecto a la actuación de los medios frente a las violencias machistas sigue vigente.
México no cuenta aún con un protocolo para el tratamiento periodístico de la violencia machista, a pesar del importante rol que los espacios mediáticos tienen para influir y moldear la sociedad y la cultura a través de la representación y difusión de imágenes, ideas y valores. Este rol, referido como “performatividad de los medios” es un concepto clave para entender el impacto que tiene la manera en que los medios presentan las historias y narrativas para perpetuar o desmontar estereotipos y normalizar o cuestionar las violencias que sufren las mujeres.
La Ley General de Víctimas y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia establece que las víctimas tienen derecho a que les sea garantizada la seguridad, protección, bienestar físico y psicológico; esto incluye el respeto a la intimidad y dignidad. Sin embargo, tradicionalmente se ha dado a la violencia contra las mujeres un uso mediático para atraer lectores, dice en entrevista la periodista y feminista Lucía Lagunes, co-coordinadora de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género y directora general de CIMAC, organismo que, junto al Observatorio de Medios, publicó el Informe 2021 sobre tratamiento de violencias machistas en los medios.
En ese mismo sentido, Macarena Baena, periodista responsable de EFEminista, la apuesta de la agencia noticiosa EFE por un “proyecto feminista global y transversal” dice en entrevista para La Cadera de Eva, que una de las mayores resistencias es seguir tratando las violencias machistas como nota roja, y que estas coberturas “hay que dejar de hacerlas como se han hecho siempre, hay que hacerlas mejor. Tenemos que ver dónde nos estamos equivocando, cómo volver a construir nuestras narrativas y cómo hacer un periodismo más honesto; hay que posicionarse".
El periodismo con perspectiva de género es periodismo objetivo
La cobertura mediática tradicional ha sido considerada durante mucho tiempo como "neutral" u "objetiva", sin embargo, insiste Lagunes, se realiza desde una mirada masculina y patriarcal. Esta posición provoca que en muchas ocasiones las mujeres sean retratadas de forma estereotipada o subrepresentadas, y los temas que afectan de forma desproporcionada a las mujeres, como la desigualdad salarial y la violencia de género, a menudo se minimizan o ignoran por completo. Un periodismo con perspectiva de género se refiere a un enfoque en la cobertura de noticias y eventos que tiene en cuenta las desigualdades y aborda los temas relacionados con el género de manera exhaustiva, considerando los fenómenos culturales y socioeconómicos que afectan a hombres y mujeres de manera diferente.
A pesar de que la violencia machista es un problema persistente y prevalente en México, muchas veces no se aborda adecuadamente en los medios de comunicación, donde se presentan informes superficiales, perpetuando estereotipos y normalizando o incluso glamurizando la violencia. La cobertura mediática también a menudo falla en proporcionar un contexto adecuado y un análisis profundo sobre las causas subyacentes de la violencia machista, como la discriminación de género y la desigualdad económica.
Los medios de comunicación en México también enfrentan desafíos importantes en la cobertura adecuada de las violencias machistas. La falta de recursos y formación en temas de género dificulta una necesaria crítica hacia el interior de las redacciones, así lo entiende Baena, quien resalta la necesidad de reflejar la realidad con datos, por lo que, para dar una información objetiva, tiene que ser con perspectiva de género; de otra manera, insiste, se excluye a la mitad de la población y la información es sesgada.
Lagunes, quien también es cofundadora de la Red Nacional de Periodistas, coincide en la falta de formación en las escuelas de periodismo y en las redacciones para incorporar una perspectiva de derechos humanos en las coberturas mediáticas. Considera que hay si bien muchas periodistas que actualmente están cuestionando el tipo de cobertura que se está haciendo en los medios tradicionales sobre la violencia contra las mujeres y que buscan construir un periodismo que sea realmente humano y responsable socialmente, las lectoras deben exigir que la información esté centrada en el respeto a las víctimas, la no revictimización y en que la violencia no sea nunca un espectáculo.
Un asesinato machista no es una primicia ni debe serlo nunca ni una exclusiva, es mejor salir dos minutos más tarde sin hacer daño a nadie que dos minutos antes haciendo un daño que ya no tiene vuelta atrás - Macarena Baena
La responsabilidad de los medios de comunicación
Una cobertura mediática responsable y con perspectiva de género de la violencia machista en México puede ser una herramienta poderosa para crear conciencia y sensibilización sobre el problema. Al abordar el tema de manera exhaustiva y considerando las causas subyacentes, los medios de comunicación pueden ayudar a prevenir la violencia y fomentar soluciones efectivas, así como convertirse en un recurso valioso para las mujeres que sufren violencia al ofrecer información precisa y accesible sobre recursos de apoyo.
Lo que sucedió con las imágenes de Ingrid Escamilla tiene un nombre: violencia mediática. Según el Instituto Nacional de las Mujeres, la violencia mediática es la “publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres”.
La responsabilidad de los medios es hacer periodismo ético y acorde al momento histórico, asumir el impacto que tienen en la sociedad y empezar a ser responsables de lo que transmiten en cuanto a las violencias machistas, dejar de justificar a los agresores, dejar de cuestionar a las víctimas y comprender que la violencia contra las mujeres es un asunto estructural, concluye Lucía Lagunes.
¿Lo estamos haciendo bien, no? No. ¿Estamos mejorando? Sí. ¿Nos queda camino por hacer? Muchísimo. Macarena Baena