La educación como derecho humano debe ser un bien público de responsabilidad colectiva, su importancia para el avance de cualquier sociedad le ha ganado su propio día internacional. Hoy 24 de enero, gracias a las Naciones Unidas, reconocemos los aportes de una educación de calidad e incluyente para fortalecer la paz y el desarrollo, para cerrar las brechas de desigualdades, ciclos de pobreza, sobre todo para instaurar la justicia social en su amplio entendimiento.
Por ello, es una herramienta fundamental para la lucha contra la violencia y desigualdades por razones de género. Es bien sabida y conocida esta brecha de género y la violencia dirigida hacia las mujeres que padece México. Y es que aquí, como en cualquier país del mundo, existen creencias instaladas en lo individual y social que influyen en la identidad y comportamientos de las personas, configurando así un orden social. Como resultado de estos comportamientos y prácticas, muchas personas experimentan situaciones que les desvalorizan, excluyen, desprecian o restringen; y debido a su constante repetición y aceptación estas situaciones y prácticas se miran como “normales”. Estas discriminaciones se basan en los prejuicios existentes sobre alguna característica física, condición de vida, origen étnico, el sexo, la edad, discapacidad, etc., y que corresponden a una exclusión activa o restricción implícita por su “condición diferente”.
Con base en esta identidad cultural, la primera diferenciación que se realiza en la esfera social es la de género (masculino vs. femenino), es decir, a partir del cuerpo se definen expectativas sobre cada persona. Esto implica también expectativas diferenciadas en la ocupación de espacios –públicos y privados-, ambiciones reproductivas, elección de carrera, entre otras. Es en la puesta en marcha de estos roles y estereotipos que encontramos una razón para la perpetuación de las desigualdades, e inclusive, de la violencia de género en México.
Los contenidos curriculares de cada país refuerzan o modifican actitudes y comportamientos, toda vez que representan un proyecto nacional que involucra consideraciones pedagógicas y psicológicas, pero también ideales culturales y costumbres sociales, por ello es de gran importancia revisarlos.
El Acuerdo Educativo Nacional de la 4T dentro de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) que se implementará a partir del ciclo escolar 2021-2022, contempla que la nueva educación sea “profundamente humanista, científica y tecnológica”, según el Secretario de Educación Esteban Moctezuma Barragán. En su nuevo plan y programa de estudios se incluyen, entre otros elementos, ‘capacidades relacionadas con la perspectiva de género’ que contribuyan a combatir las causas de discriminación y violencia, especialmente la que se ejerce contra la niñez y las mujeres, entre otras. A finales del 2019, el gobierno presentó la Estrategia Nacional de Inclusión Educativa, otro componente de la NEM, sin embargo esta estrategia no contempla las Barreras para el Aprendizaje y Participación por cuestión de género.
Si el objetivo es propiciar un cambio de patrones culturales que permitan la construcción de una sociedad basada en la igualdad, los derechos humanos y la justicia social a través de estrategias educativas, desde GENDES compartimos algunas sugerencias:
-Realizar un análisis con perspectiva de género y enfoque de masculinidades de los contenidos, materiales y metodologías docentes, incluido el ámbito educativo de formación continua, así podremos eliminar sesgos y formas de discriminaciones.
-Incluir elementos teóricos y pedagógicos que promuevan aprendizajes y socialización basados en la igualdad, los derechos humanos y la justicia social y, por lo tanto, libres de roles y estereotipos de género.
-Adoptar en centros educativos y políticas docentes códigos de conductas que promuevan en niños, niñas y adolescentes una vida libre de roles y estereotipos de género, y prácticas violentas.
-Regirse por protocolos de prevención del acoso y hostigamiento en los espacios educativos que operen desde una perspectiva de género con enfoque de masculinidades (estrategias de trabajo con hombres).
Para una apropiada implementación de estas estrategias se requiere el involucramiento de todas las instituciones y actores políticos que propicien, desde el espacio educativo, el cambio de aquellos patrones culturales que resultan discriminatorios. Por eso desde GENDES aplaudimos la cooperación institucional existente para la construcción de las nuevas políticas educativas, y reconocemos la inclusión de un abordaje desde el género, pero no dejaremos de observar los pendientes. Que este día nos invite a siempre mejorar nuestro sistema educativo.
*Este artículo fue escrito por Yair Maldonado Lezama, Coordinador de Posicionamiento Público del programa de la asociación civil Género y Desarrollo (GENDES).