En las redes abunda el término de “generación de cristal”, hace referencia a aquellos nacidos entre 1995 y el 2000. El término es utilizado para describir a las personas jóvenes -que pululan en las redes sociales- y que suelen tener una opinión radicalmente distinta a la de otras generaciones.

El problema no es nada más ese, es que al ser una mayoría creciente, suelen debatir en términos numéricos al statu quo que tenía normalizada una serie de problemas de fondo, verdaderamente graves.

Quizás el chiste que en los noventas contaba Adal Ramones -por no irme más atrás y hablar de Polo Polo- ahora ya no se escucha tan gracioso cuando hay más personas conscientes del problema que es el racismo y el clasismo.

Por ejemplo, y que los chistes no sólo normalizan una realidad profundamente desigual, sino que quizá la cultura de reírse del “del naco”  sólo fue la punta del iceberg mediante el cual pudieron desaparecer leyes de protección al trabajo y condenar a todas las nuevas generaciones a vivir una vejez sin derechos laborales.

Y sí, los sobornos que recientemente se están descubriendo que fueron entregados a la prensa y la relación perversa que existía entre las televisoras, sus comediantes, artistas y la política, encontraron su cénit en la boda fingida entre Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera, fue el sueño del cuento de hadas que nos hizo despertarnos en una realidad de pesadilla.

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Por qué las generaciones grandes no cuestionan el humor

Las generaciones más grandes no quieren entender eso, dicen que el “humor es sólo humor” y siguen creyendo que las generaciones más jóvenes “exageran” frente a situaciones que no sólo eran cotidianas décadas atrás sino formaban parte del folclor mexicano.

No obstante, así como el conservadurismo de las generaciones más grandes no es autopercibido, el conservadurismo y la cultura de intolerancia de las nuevas generaciones no es tampoco señalado en toda su extensión.

Es decir, la falta de recursos históricos, por ejemplo, no permite entender que el paradigma dominante del siglo XIX -representado en la falta de empatía de Benito Juárez con los propios indígenas- era la convicción para generar desarrollo y progreso, había que abandonar formas ancestrales de vida.

En 1853 en Argentina, Juan Bautista Alberdi lo decía así: “Aunque pasen cien años, los rotos, los cholos o los gauchos no se convertirán en obreros ingleses... En vez de dejar esas tierras a los indios salvajes que hoy las poseen, ¿por qué no poblarlas de alemanes, ingleses y suizos?... ¿Quién conoce caballero entre nosotros que haga alarde de ser indio neto? ¿Quién casaría a su hermana o a su hija con un infanzón de la Araucanía y no mil veces con un zapatero inglés?”.

Cancelar a Benito Juárez ó a Juan Bautista Alberdi con estándares actuales por su falta de empatía con los pueblos indígenas es absurdo dado el momento histórico que vivieron en el siglo XIX. Es exactamente lo mismo cuando piden que Ernesto Guevara “El Che” tuviera una visión de empatía con los grupos LGTTBIQ+, simplemente el momento histórico era distinto.

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La generación que hace memes festejó el linchamiento de un delincuente

Ahora, actitudes barbáricas, por supuesto, que serán siempre condenables pero el linchamiento de las personas no sólo no refuerza los mecanismos institucionales para corregir dichas actitudes sino representan simplemente una vendetta, venganza, una manera de desahogar molestias y frustraciones contra personas y no contra el problema de raíz… y todo eso va en contra del cuidado de los demás y de la persecución de una sociedad más justa.

Una generación que vive quejándose de la insensibilidad de los mayores, hizo memes, videos, animaciones y festejó -así como el conservador más rancio- el linchamiento de un delincuente encima de una combi. No se notó el repudio y la molestia -así como la exigencia de una respuesta real y certera ante el problema de la violencia- las nuevas generaciones progresistas y conscientes (en su mayoría), celebraron el linchamiento y preservando esa lógica inquisitiva de la justicia mediante la mano propia, compartieron por todos lados el material gráfico que les proporcionaron las cámaras.

Es bastante irónico; el pollice verso (pulgar al revés) era la expresión latina con la cual las multitudes romanas decidían el destino del gladiador; pareciera que las redes se han convertido en el nuevo tribunal y sus usuarios son los nuevos inquisidores que creen poder decidir, a nombre de la colectividad, el destino de las personas con el poder de un like.

Las generaciones de hoy están lejos de ser de cristal, son correosas y curtidas en la violencia generalizada en la que han crecido.