Ahora que se acabó el período de comida intensa de fin de año y tenemos propósitos para el nuevo, tal vez seas de las mujeres que se propone realizar ejercicio para deshacerse de los kilos ganados. Sin embargo, no es por desalentarte, pero es altamente probable que desistas en el intento, o dejes de practicarlo durante las siguientes semanas, y esto tiene razones más complejas que el simple dolor físico que experimentarás al entrenarte. Te platico:
Los estudios descriptivos acerca del acondicionamiento físico son claros, los hombres realizan mayor deporte, en proporción, que las mujeres, pero hay diversos factores que pueden explicar por qué ocurre esto. Por un lado, físicamente, a los hombres les rinde más el ejercicio que a las mujeres. Esto puede parecer desmotivante, pero es una realidad. Las mujeres tenemos por lo regular más grasa qué quemar y mayor agua retenida, debido a nuestros procesos hormonales, mientras que a los hombres se les nota más el ejercicio que ejecutan, por la producción de andrógenos que incrementan el crecimiento de sus músculos. Además, por la misma carga hormonal, los hombres tienden a ser más competitivos o agresivos, y esto, históricamente, suele educarse o canalizarse a través de un deporte, desde edades tempranas.
Por otro lado, ocurre que socialmente, por estereotipos de género, se espera un mayor y mejor desempeño físico en hombres que en mujeres. Desde pequeños, de los varones esperamos mayor movimiento o motricidad, mientras que, en las mujeres, el deporte no es algo que se incentive, de hecho, es esperado un pobre rendimiento o un crecimiento menor al del varón a lo largo de nuestro desarrollo, incluso en ambientes escolares, y aún no se conoce con precisión cuál es el peso que tiene este efecto Pigmalión (comportarnos inconscientemente de acuerdo a las expectativas sociales) sobre nuestra salud.
Finalmente, entre los factores más distantes, pero no menos importantes, está que a las mujeres adultas nos afecta tener menos tiempo libre y gozar de menor seguridad en la calle. Ya que existe, para todos, una representación cultural de que el ejercicio se debe realizar al aire libre o en lugares comerciales destinados a ello y, generalmente los hombres son los que gozan de mayores oportunidades y seguridad para salir fuera de casa, o bien, de mayor capacidad económica para pagar los centros de entrenamiento, a diferencia de las mujeres.
También, entre los factores culturales, hay que considerar que, tanto para hombres como para mujeres, los trabajos son cada vez más sedentarios y de jornadas largas. Ojo, esto no quiere decir que las mujeres seamos menos activas, pues diversos estudios, dan cuenta, por ejemplo, de cómo las mujeres caminamos más que los hombres, pero no tenemos oportunidad en la vida cotidiana de realizar esta actividad de forma sistemática y secuenciada.
Finalmente, otros aspectos culturales también forman nuestra mirada hacia el deporte. Por un lado, existe la influencia que ejercen los medios de comunicación, en la que los cuerpos femeninos estereotipadamente bellos distan mucho de lo que vemos en nosotras o lo que creemos que podemos alcanzar, y esto, genera una sensación de derrota por adelantado. Y, por otro lado, tenemos escasos modelos cercanos de mujeres que acostumbren a hacer ejercicio, de modo que recurrimos a modelos de mujeres que sí se mantienen delgadas o en su peso, pero no necesariamente a través del deporte, sino con productos o servicios que requieran menores esfuerzos, como las cirugías o consumir los llamados “productos milagros”. Por eso es tan importante, que tengamos mujeres deportistas adultas como referencias cercanas de guía y consulta.
Ejercicio para mantenerte saludable
El deporte o ejercicio es una práctica actualmente urgente como medida de salud pública, pues está evidenciado que reduce la frecuencia con la que aparecen las enfermedades crónico degenerativas, pero, además, en el caso de las mujeres, se ha observado que se asocia a una reducción considerable de cánceres y, en la salud mental, genera una mayor resiliencia, es decir, un incremento en la capacidad de afrontar el estrés y las adversidades diarias.
Es importante entonces que, antes de que te critiques a tí misma porque aún no empiezas tus propósitos deportivos durante este año, o bien, antes de que te retires si te sientes cansada, te permitas hacer un alto y te asegures de contar con cuatro puntos básicos, que aumentarán tu posibilidad de entrenarte con éxito en cualquier deporte:
Consulta a un médico: ¿Qué tanta fuerza puedes hacer? ¿Tienes padecimientos congénitos por los cuáles nunca verás el efecto real del ejercicio? ¿Tienes alguna lesión que te impida hacer ciertas actividades? ¿Necesitas suplementarte? Estos son sólo algunos de los aspectos que sólo se pueden responder a través de un sistema de consultas médicas. Por lo regular, un buen médico no te recomendará medicamentos, suplementos o cirugías en la primera consulta, a menos que esté basado en una deficiencia ya detectada a través de estudios complementarios.
Busca entrenamiento profesional: Un(a) experto(a) en acondicionamiento deportivo te confirmará si el deporte o plan de trabajo que elegiste es adecuado, te ayudará a evitar lesiones y a programar las actividades de acuerdo a tu evaluación física y tus horarios y equipos disponibles. Adicional, con el paso del tiempo, te debe orientar a variar de ejercicio y de intensidad, así como a balancear resistencia y fuerza en tus rutinas, a fin de que permanezca siendo eficiente la quema de grasa.
Revisa tu estatus psicológico: Aspectos tan sencillos como creer que, si ya estás comiendo “fritanga” no tiene caso que pidas un refresco light o que vayas a entrenar, es importante que los trabajes contigo misma, a fin de recordarte que todo esfuerzo cuenta y a la larga tiene su recompensa. Revisa el resto de tus hábitos y tus dolores no físicos, así como las metas que te planteas secuencialmente para tí. Y si, sobre la práctica del ejercicio, descubres que hay aspectos en los que tú misma te saboteas, es importante que busques ayuda de un psicoterapeuta.
Crea tus redes de apoyo: Las mujeres necesitamos de compañía, tanto para compartir los logros que alcanzamos, como para darnos realimentación a la hora de fracasar y volver a empezar. Personas que pasen por nosotras para ir a entrenar, que nos motiven a continuar, que nos apoyen con el cuidado de los hijos mientras hacemos ejercicio, o que nos contagien de sus hábitos saludables, las necesitamos junto a nosotras.
De no poder cumplir con algunos de los puntos anteriores, empieza con los que tengas a la mano y continúa hasta que los completes. No te angusties tampoco, el ejercicio es una de esas cosas que tienen que hacerse con convencimiento, pero no como una responsabilidad o carga extra de trabajo, sino con placer. Como un regalo que te otorgas a ti misma y deseo que te diviertas en ello.
Éxitos en tus propósitos deportivos.
Liliana Coutiño Escamilla
Twitter: @LiliCoutino
es psicóloga y educadora, maestra en Sociología de la salud por el @ColSonora y doctora en Ciencias en Epidemiología por el @inspmx. Colabora en diversos proyectos institucionales, entre ellos los referentes a violencia y diversidades sexuales en el Instituto Mora.