En un país tan racista y anti-negro como Colombia, y en América Latina en su conjunto, una mujer negra con la piel oscura de Francia Márquez, rasgos africanos y textura de cabello muy rizado que asciende a este nivel de prominencia política tiene un significado tremendo. A pesar de que una gran cantidad de colombianos se asemejan a Francia (el país tiene la segunda población negra más grande de América Latina después de Brasil), han sido excluidos social, económica y políticamente como resultado de una larga historia de racismo y supremacía blanca.

El ascenso de Márquez es notable no solo porque es negra en un país donde los afrocolombianos a menudo son objeto de comentarios y tratos racistas y enfrentan impedimentos estructurales, sino también porque es pobre en un país donde la clase económica a menudo determina el estatus social de uno. La mayoría de los expresidentes recientes recibieron su educación fuera del país y están vinculados a las familias fuertes y hacedores de reyes del país.

Francia Márquez, una activista ambiental del departamento de Cauca, en el suroeste de Colombia, se ha convertido en un fenómeno nacional, aprovechando décadas de resentimiento de los votantes y convirtiéndose el domingo en la primera vicepresidenta negra de Colombia, como compañera de fórmula de Gustavo Petro.

Algunos detractores la han calificado de divisiva, alegando que es miembro de una coalición socialista que aspira a romper en lugar de construir sobre las tradiciones anteriores.

Sus oponentes más extremos han utilizado tropos racistas para atacarla, además de criticar su legitimidad política y de clase.

Pero las razones de tales palabras nos parecen claras: Francia es negra, activista de la clase trabajadora, y en un mundo gobernado por la burguesía blanca, es una amenaza.

Ella es, en otras palabras, un rostro que representa muchas vidas —creció en una región asolada por la violencia vinculada a la larga guerra interna del país, durmiendo en un piso de tierra. Quedó embarazada a los 16 años y trabajó en las minas de oro locales para mantener a su hijo antes de buscar trabajo como empleada doméstica interna.

El análisis persistente, sincero y cáustico de la Sra. Márquez sobre las brechas sociales de Colombia en la campaña electoral provocó una conversación nacional sobre raza y clase de una manera que rara vez se ve en los círculos políticos más poderosos y públicos del país.

Márquez es una defensora de un sector de colombianos que exige cambios y una representación más variada. La pregunta es si el resto del país está o no preparado para recibirla.

Tuvimos la oportunidad de hablar con Francia y ser parte de este notable desarrollo recientemente en Afrocolectiva, una organización multinacional dedicada a la abolición del racismo. Estamos orgullosos de Colombia y del futuro por venir, y nos alegramos de que hayan decidido vivir sabroso.

Te queremos, Colombia. Te queremos, Francia.