El 28 de mayo es el Día Internacional de la Higiene Menstrual, esta propuesta surge por parte de la ONG Wash United con la finalidad de visibilizar la importancia de la educación menstrual y las problemáticas que surgen cuando sumamos menstruación+desigualdades.
Realizando una breve búsqueda en la web del concepto de higiene nos encontramos con varias definiciones similares a la siguiente: “La higiene es el conjunto de conocimientos y técnicas que aplican los individuos para el control de los factores que ejercen o pueden ejercer efectos nocivos sobre la salud. La higiene personal es el concepto básico del aseo, de la limpieza y del cuidado del cuerpo humano”.
Pero… ¿Esta es la palabra adecuada? El lenguaje construye nuestro mundo y en plena pandemia la palabra higiene está más presente que nunca y no sólo como una opción, sino que parte de una responsabilidad individual y colectiva, que para muchas personas no es posible llevar a cabo por distintas condiciones por ejemplo la escasez de agua, volviéndose más una desigualdad que una responsabilidad.
Cuando somos pequeñas otras personas se encargan de asearnos, generalmente son otras mujeres quienes cumplen este rol, con el paso de los años el pudor aparece y a muchas nos enseñan rituales de limpieza relacionados con la menstruación. Aunque debemos considerar que no en todos los casos se cuenta con dicha información y herramientas para que se realice de una manera adecuada.
Recordemos que en varias partes del mundo, por no decir en todo, el sistema patriarcal se ha encargado de estigmatizar la sangre menstrual considerándola sinónimo de contaminación causando un estigma y desventaja para los cuerpos menstruantes, convirtiendo la menstruación no en un proceso biológico con el que se vive casi la mitad de la vida, sino como una causa de vergüenza y asco.
Dichas consecuencias han sido bien aprovechadas por el marketing de las grandes corporaciones quienes han mostrado un gran interés por la pulcritud, y la menstruación es un aspecto que no han pasado por alto. Diversas han sido las estrategias que nos han hecho llegar mensajes con un discurso de “mantenernos limpias”, de repetirnos que debemos oler a flores o a brisa fresca y que ellos son los proveedores ideales de los productos que “necesitamos” cuando menstruamos.
Es decir han encontrado una mina de oro al capitalizar inseguridades; la de estar sucia, y todo lo que deviene con esto ya que colocan la higiene menstrual como un signo de salud, de pureza y de una persona “bien”, las personas menstruantes por ende “somos naturalmente sucias” y requerimos un extra de higiene. ¿Se han preguntado por qué no hay productos de higiene íntima para la zona “p”? todo el estigma recae sobre los cuerpos con vulvas y vaginas, los varones ¿no requieren estar limpios? Hagamos memoria y recordemos el hilo que se hizo viral hace tiempo donde se señalaba que muchos hombres no se limpiaban el ano, ¿alguna empresa se encargó de venderles un shampoo íntimo?
No, todo quedó en un buen chiste y poco de asco que “es normal”, pues son hombres. El hecho de que las mujeres tengamos que estar 100% limpias, mientras ellos pueden caminar con, literalmente, mierda en los calzones, profundiza no sólo la desigualdad de género, sino que de esto devienen un sin fin de problemáticas: sociales, económicas incluso psicológicas.
Las prácticas para mantenernos limpias son variadas pero muchas de ellas tienen peligrosas repercusiones en nuestro cuerpo ya que lavarnos con químicos daña nuestro pH porque alteran todas las bacterias que habitan en los cuerpos, las cuales se encargan de cuidarnos y mantener un equilibrio, un ecosistema vaginal saludable y todo esto porque el mundo está obsesionado con nuestras vaginas idealizadas y no precisamente por ser personas menstruantes. Celebramos cualquier iniciativa que incorpore perspectiva de género, derechos humanos, y en este caso sobre hábitos de cuidado y salud durante el ciclo menstrual, pero nos gusta remarcar que como muchas otras educadoras menstruales en este mes y todo el año apostamos por la REIVINDICACIÓN de la higiene menstrual y optamos por la SALUD MENSTRUAL y AUTOCUIDADO.
Porque NO estamos sucias, estamos menstruando, estamos rompiendo la regla y los tabúes.
Romper la Regla es una colectiva formada por:
Damaris Hernández: mujer periférica, antropóloga social en formación por la UAM, agente de cambio en la A.C. Naj Hub, sus intereses giran entorno a erradicar la violencia contra las mujeres, la ecología política y la bioética.
Dalila Torres, Feminista norteña, tijuanense de nacimiento y chilanga por convicción. Socióloga en proceso por la Universidad Autónoma de Baja California, interesada en las artes y su relación con la sociedad, lo decolonial, los sures y el urbanismo
Vianey Hernández: Pasante de la licenciatura en Antropología Social por la UAM plantel Iztapalapa. Feminista en (de)construcción, interesada en temas de humanidades digitales, género, movilidad urbana, reducción de daños y política de drogas.