La práctica de Shibari o kinbaku es el nombre con el que se le denomina a un arte erótico desarrollado en Japón. Shibari literalmente significa “restricción”, y kinbaku significa “atar apretado”. En occidente normalmente se traduce como bondage, un fetiche sexual. Sin embargo en Japón fue desarrollado como un arte que no necesariamente se relaciona con el bondage.
El origen del kinbaku o shibari data de la época medieval, y era conocido como hojo-jutsu, una técnica para atar que era dominada por los samuráis para mostrar respeto a sus prisioneros.
“La comunidad de Shibari es más de feministas y abiertas a todo tipo de identidades y orientaciones sexuales que he conocido. Cuando vas a cualquier encuentro de cuerdas con la gente de más nivel y comienzan las presentaciones, uno de los puntos clave son los pronombres con los que quiere ser referida cada persona, se considera una falta de respeto asumir el género de nadie. Y muchas de las mejores atadoras japonesas y occidentales son mujeres, o gender fluid. Es importante saber que antes de cualquier sesión es fundamental negociar, pactar ambas partes que se espera de la sesión, donde están los límites, palabras de seguridad en caso de que algo no vaya bien o se quiera parar, etcétera”, dice Margot Darki, modelo de cuerdas de larga trayectoria, al portal La Sexta.
Mujeres prefieren atarse entre si mismas
Glü Wür, artista y performer chilena, decidió pertenecer a un grupo de mujeres, se cansó de depender de los hombres y decidió tomar los estribos de la cuerda: "Solo me dejo atar por mujeres, aunque prefiero atarme a mí misma", esto porque prefiere tomar el control de su cuerpo, marcar sus propios límites, lo que le excita.
Shibari, Zor Neurobashing Foto: La Sexta
"Me parece mucho más seguro y súper horizontal atar a una mujer, e incluso puede ser sexual. Cuando ato a un hombre mi energía es diferente, siento que tengo que gustarles, ganármelos, y siempre entro en conflicto conmigo misma", confiesa a Vice.
El movimiento al que pertenece Wür es al Hitchin'' Bitches, un movimiento internacional de chicas interesadas en el Shibari. ya que muchas se dejan atar por cualquiera o acuden a pisos de desconocidos, poniéndose en riesgo. El colectivo de Barcelona organiza reuniones mensuales, donde acuden alrededor de 20 mujeres.
"Una vez se me ocurrió comentar delante de un atador famoso que era mejor que uno se atase primero antes de atar a otros y me contestó: ¡Qué va!", comenta Glü Wür. Un buen 'nawashi' (un maestro de las cuerdas), además de creativo, debe ser especialmente empático, algo que, según Ciara, diferencia a hombres y mujeres: "Los tíos a veces practican Shibari desde una visión muy porno, cuando en realidad es una comunicación sin palabras, una danza".
Si el arte de las cuerdas fuera como el juego de tirar de la soga, las cada vez más numerosas atadoras ganarían sin apenas esfuerzo a los escasos modelos masculinos. "Cuesta encontrar hombres que se dejen atar, debe ser la cuestión del control. Se creerán demasiado machos", dice Ariel a Vice.
En palabras de Zor, practicante Shibari, lo más importante es la comunicación entre la persona que ata y la atada, ya que abundan personas que no interpretan el concepto correctamente y, lo que es peor, tratan de transmitirlo mediante tutoriales de Youtube relata.
Lo fundamental del Shibari es que haya comunicación y consenso, un fundamento esencial para los principiantes que a mendo se encuentran con la filosofía de que la persona atada es un mero lienzo para que el atador se luzca. “Esto no es sólo un ejercicio de ego desproporcionad”, señala Zor.