Recientemente hay una moda por hablar de storytelling como recurso; sin embargo, es algo casi tan antiguo como la humanidad, de hecho es la razón por la que funciona. Nuestro cerebro está diseñado para pensar en historias, el mejor ejemplo que se me ocurre son los chismes, no importa si conocemos o no a los protagonistas, un chisme bien contado siempre nos llevará a decir: cuéntame más. 

Las historias nos permiten conectar, además la forma en que nos contamos los hechos hace la diferencia en los recuerdos que creamos, la percepción que tenemos respecto a nuestro propio camino y la forma en que nos presentamos al mundo. Una de las herramientas más comunes de storytelling es “el viaje del héroe”; si se fijan es la estructura que vemos en los cuentos o las películas épicas. Un llamado a la aventura lleva al héroe lejos de su vida ordinaria, casi siempre ayudado por un mentor, cómplice o guía sabio. Para alcanzar la transformación debe pasar pruebas, cometer errores y muchas veces casi caer en desgracia.  

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¿A qué voy con esto? Más allá de la mini clase de storytelling, los últimos meses he seguido con detenimiento varias conversaciones tanto con emprendedoras como con mujeres profesionales y he encontrado un común denominador: nos cuesta mucho trabajo colocarnos como las heroínas de nuestra historia.   

Como escribía en aquella columna sobre el síndrome de la impostora, las mujeres tendemos a la sobre exigencia y a minimizar los logros. No importa si tuvimos que luchar con el equivalente al dragón de la Bella Durmiente o si el camino de nuestro emprendimiento ha sido más sinuoso que el de Frodo, nos lo contamos como algo ordinario. 

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Tratando de no caer en las comparaciones con el género masculino, considero importante que hablemos más de los viajes de todas las heroínas que estamos en el mundo laboral, ya sea tratando de romper el techo de cristal o creando un emprendimiento nuevo. Todas respondimos a ese llamado a la aventura de salir de aquel “mundo ordinario” y sin duda el camino nos ha ido cambiando. 

¿Cuál es el propósito de contar nuestro viaje como heroína? 

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Tiene un efecto personal, sin duda, pero también un impacto profesional. Un estudio de Harvard Business Review, publicado po el British Medical Journal, revela que las mujeres utilizan menos adjetivos positivos en sus artículos académicos y que esto tiene un impacto en la atención pública que reciben sus investigaciones, por falta de autopromoción. 

Entendiendo que habitualmente necesitamos evidencia para fortalecer la confianza en los logros personales, comparto una mini guía para ir construyendo tu historia:

1. ¿Cuál fue tu llamado a la aventura?

 El otro día escuché que emprender es de las cosas más antinaturales para el ser humano, pues implica salir constantemente de tu zona de confort, ser cuestionada y acostumbrarte a vivir en la incertidumbre, siendo así no se me ocurre otra aventura mayor que tomar la decisión de elegir ese camino. Así que el “había una vez” comienza desde que empezaste a preguntar qué hay para mi afuera. Recuerda que de acuerdo al INEGI sólo 19% de los emprendimientos están liderados por mujeres y si nos vamos a los puestos de liderazgo, la OCDE dice que en México sólo el 31% de las altas direcciones son femeninas, así que el mero hecho de afrontar este reto ya te da la medalla de heroína.

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2. Identificar que los puntos fuertes de tu historia provienen de los grandes retos: 

Por grandes retos hablo de los errores, las dificultades, las incomodidades y todas esas cosas que probablemente el instinto nos dice que no hay que compartir porque nos hace vulnerables. Aquí es muy importante cambiar el enfoque con el que lo vemos, cuando empezamos a verlos como aprendizajes y como algo que nos da un superpoder adicional que otros no tienen, dejan de ser motivo para avergonzarse y se transforman en mentores. Si algo me llevo de 2020 es que cada reto, enemigo disfrazado de aliado, manzana envenenada y aquellos-que-no-deben-ser-nombrados son fuentes de crecimiento. Solo hay que cuidar no enamorarse de las piedras.

3. Pregúntate ¿qué herida de guerra te hace sentir orgullosa? 

No se trata de soltar el rosario de batallas y sufrimientos, sí de identificar cuáles son las que te han transformado, resaltando lo que aprendiste y que además puede ser útil para alguien más. No cualquiera logra ese contrato, resuelve problemas de liquidez o se anima a emprender en plena pandemia.

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4. Identifica tu voz y empieza a expresarla: 

Transforma esta historia en algo que puedas contar en cada oportunidad, ya sean tus redes sociales, LinkedIn, la página web de tu empresa o tus mensajes para la próxima entrevista. Nos hacen falta voces femeninas compartiendo sus hazañas, habemos muchas que queremos escucharlas y sobre todo estamos abriendo camino para las nuevas generaciones. Seamos cuidadosas con las palabras que elegimos, hay adjetivos positivos que se ganan a pulso, también comencemos a ver la autopromoción como algo necesario y estratégico.

5. Dejemos de minimizarnos o disculparnos, comencemos a agradecer: 

Personalmente este punto es uno de los que más trabajo me ha costado; sin embargo, puedo decir que si una no empieza a darle valor a su historia, aprendizaje y aportación al mundo, es muy difícil que alguien más lo haga. Es más común que usemos frases como “perdona la tardanza”, “perdón” al pedir la palabra o incluso “tengo una pequeña aportación”. Así que pon atención a lo que dices en la próxima reunión o presentación y empieza a cambiar esas frases por “gracias”: gracias por la paciencia, gracias por el espacio, gracias por el reconocimiento.  

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Aun cuando las estadísticas parecieran no estar de nuestro lado, en México hay cada vez más heroínas emprendiendo sus viajes y construyendo aventuras que al mundo asombran. Cada vez que una de nosotras cuenta su historia, hay una niña que probablemente se inspire para diseñar su transición del mundo ordinario al extraordinario para definir su propio “y vivió feliz para siempre”.

Mercedes Baltazar es internacionalista dedicada a la comunicación estratégica que decidió emprender para contar noticias desde Meraki México,

Twitter: @LaMarimer