¿Alguna vez has querido comprar un juguete sexual pero te da pena? ¿Por qué visitar una sex shop es incómodo o parece algo prohibido? Debería ser un lugar para visitar en pareja o con amigas, porque la sexualidad no debería avergonzarnos, sin embargo ha sido un tema estigmatizado, señalado y tabú durante años.

El viernes por la noche, el famoso programa Shark Tank México, recibió un pitch de Meibi, tienda de juguetes sexuales y a pesar de tener grandes ganancias económicas y un crecimiento enorme ninguno de los sharks quiso invertir. No pude evitar sentir que fue por el estigma de vender juguetes sexuales y menospreciar el trabajo de hablar de la sexualidad como algo común y no como algo prohibido y pensé ¿qué tienen de malo las sex shops?


Hemos comprado la idea de que las sex shops son lugares “vulgares” con colores neón y oscuros que de alguna manera van a romper con nuestra moralidad y valores, pero esto no tiene por qué ser completamente cierto. 

EL PRIMER JUGUETE Y LA PRIMERA SEX SHOP

El primer vibrador nació a principios del siglo XX tras la necesidad de los médicos para “curar” a las mujeres diagnosticadas como histéricas, un tratamiento sin connotación sexual, pero que por medio de masajes en el clítoris hacía que las mujeres llegaran al orgasmo y así liberaran la presión acumulada. 

Años más tarde, el aparato se comenzó a comercializar para el uso doméstico y personal, pero no existía una tienda física para adquirirlos, mucho menos una tienda en línea discreta y rápida. 

Por otro lado, la primera “sex shop” surgió hasta después de la II Guerra Mundial ya que muchas mujeres viudas o con problemas de pareja sintieron la necesidad de atender su vida sexual con otras alternativas (como vibradores) y buscando tener acceso a una educación sexual. 

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La primera tienda fue abierta por la alemana Beate Uhse-Rotermund, quien antes de abrirla, cumplió su sueño de ser aviadora, consiguió su primera licencia de piloto a los 18 años y durante la II Guerra Mundial trabajó en una unidad de transporte de aviones en Luftwaffe donde voló aviones de combate.

En 1945, su marido, el piloto Hans-Jürgen Uhse, falleció dejándola viuda y con un hijo. Ese mismo año la alemana publicó un panfleto llamado “Schirft X” con el que informó sobre métodos anticonceptivos naturales enfocados en mujeres y del que vendió 20 mil ejemplares, antes de abrir la primera “sex shop”. 

La inauguración de la tienda fue en 1948, con el nombre Beate Ushe - Casa especializada para la higiene marital. Se dedicó a vender guías de sexualidad y salud femenina, preservativos, lencería y estimulantes; pero la sexualidad era un tema incómodo para muchas personas y se dice que la alemana se enfrentó a casi dos mil procesos judiciales por “incitar a la inmoralidad”. A pesar de ello, en 1999 su compañía Beate Uhse AG, comenzó a cotizar en la Bolsa alemana. 

EL ÉXITO DE LAS SEX SHOPS 

Actualmente las sex shops son tiendas con artículos eróticos, ya sean juguetes sexuales, películas, ropa, lencería, lubricantes o accesorios y sin duda promueven la práctica del sexo seguro. También es importante resaltar que cada día existe un mayor esfuerzo por tener y crear espacios seguros para hablar sobre sexualidad de forma informada, responsable y sin una carga negativa. 

En 2016, se estima que existían 280 tiendas físicas formales de juguetes sexuales en México; y en 2018, esta industria registró 15 mil millones de dólares a escala mundial, según la feria de Fabricantes de Novedades para Adultos y aunque la industria ya iba viento en popa, durante la pandemia se disparó aún más con la llegada de las ventas en línea. 

Los juguetes han facilitado las interacciones sexuales como el sexting, pero también han ayudado a explorar y descubrir el propio cuerpo. La versatilidad de los productos cada día los hace más accesibles en su uso, ahora muchos cuentan con un cargador USB o usan pilas convencionales; se adaptan a diferentes necesidades, son de diferentes tamaños,  materiales y colores. 

Las tiendas en línea han convertido que las compras sean más discretas e íntimas y los clientes pueden resolver diferentes necesidades, ya sean individuales o en pareja. Y por último, es un hecho que las sex shops y los juguetes sexuales han revolucionado al placer femenino y ayudado a que las mujeres se apropien de su cuerpo y sexualidad. Sin duda la sexualidad es íntima, pero no por ello debe ser prohibida o incómoda. 

Con información de Milenio y Yorokobo