Sandra es una mujer independiente, pero a pesar de que puede mantenerse a ella misma con un salario estable, en diversas ocasiones, se ha sentido presionada y preocupada por el dinero. Según contó en entrevista para La Cadera de Eva, en el pasado vivía preocupada por demostrar a su familia que tenía el mismo poder adquisitivo que su madre y su hermana, cuestión que la llevó a caer en el mundo de las deudas.
“Me di cuenta que había una relación entre mi ansiedad y el dinero. Cuando tengo ansiedad quiero comer o quiero comprar cosas”, dijo Sandra. “También, por otro lado, quería emular la forma de vida de mi mamá y mi hermana, quienes ganan más que yo”, agregó.
Como Sandra existen muchas mujeres cuya preocupación por el dinero acarrea muchos otros malestares sociales, emocionales y físicos, ya sea por presión social del entorno, o bien por la desigualdad económica predominante en México.
LEE: El golpe a la economía de las mujeres por covid-19
La relación entre la preocupación por el dinero y la ansiedad
Según un artículo de The Atlantic diversas investigaciones han descubierto que la preocupación por el dinero puede provocar ansiedad clínica, depresión y dolencias físicas, cuestión por la que el autor Arthur C. Brooks invita a sus lectores a reflexionar la relación entre el dinero y la preocupación
“El dinero tiene un poder limitado para mejorar nuestras vidas. Considere la jerarquía de necesidades propuesta en 1943 por el psicólogo Abraham Maslow. Maslow creía que las personas tienden a concentrarse en satisfacer sus necesidades en un orden particular de urgencia. Comenzamos con necesidades de supervivencia como comida, refugio y seguridad. Una vez que se han cumplido, dirigimos nuestra atención a las necesidades sociales y emocionales, como el amor y la pertenencia. Finalmente, nos enfocamos en necesidades de orden superior como la autorrealización y la trascendencia, en otras palabras, buscando el significado de la vida”, explica Arthur C. Brooks.
“De estos tres niveles, el dinero solo es realmente útil para el primero. Esta es la razón por la que los economistas a menudo encuentran que el bienestar no mejora mucho una vez que una persona alcanza los medios financieros relativamente modestos para satisfacer esas necesidades. Las ‘necesidades intermedias’ del amor y la pertenencia (familia, amigos, romance) no se pueden satisfacer con dinero, y perseguir el dinero con demasiado entusiasmo puede incluso hacer que las personas descuiden sus relaciones”, señala el artículo.
A pesar de que el artículo publicado en The Atlantic invita a reflexionar sobre la relación entre el autoestima y el estatus financiero de las personas al señalar que, en muchas ocasiones, es la baja autoestima la que lleva a las personas a preocuparse por tener un mayor poder adquisitivo, no niega que en los estratos sociales bajos no hay otro camino más que la preocupación por el dinero.
“En los niveles de ingresos bajos, preocuparse por el dinero puede ser perfectamente racional. Como escribí en el pasado en esta columna, los ingresos insuficientes para satisfacer las necesidades materiales de uno es una fuente importante de infelicidad”, indica el autor.
LEE: Pega casi al dobre el desempleo en mujeres
¿Qué pasa con la ansiedad por el dinero en las mujeres mexicanas?
La reflexión sobre la autoestima financiera publicada en The Atlantic es relevante, pero enfoca su objeto de análisis en la población estadounidense. Mujeres mexicanas como Sandra ven muchas otras variables involucradas en la preocupación por el dinero y la ansiedad clínica que esto puede provocar.
En México, cada día son más las mujeres que son jefas de hogar, es decir, que se convierten en el principal sustento de sus familias. Esto sumado a las brechas salariales de género y la desigualdad económica de nuestro país provoca que, en las mujeres, la preocupación por el dinero sea una constante, llegando a afectar sus salud emocional y física.
De acuerdo con datos oficiales, desde el año 2000 hasta el 2020 en México se ha incrementado el porcentaje de jefatura femenina en el hogar, del 21% al 33%. Una gran parte de las mujeres que mantienen sus hogares se ha visto afectada por el desempleo, especialmente durante la emergencia sanitaria por Covid-19.
Durante la pandemia, las mujeres fueron las más afectadas, al reportarse mayor pérdida de empleo durante el 2020, principalmente de aquéllas que se ubican entre los 30 y 64 años de edad. Por otra parte, las mujeres de 15 a 29 años tuvieron una fuerte caída en la primera mitad del año, pero después se recuperaron.
LEE: Bazares en Instagram, un nicho de subsistencia feminista
Además, al agregar la variable de género a la reflexión es necesario hablar sobre la brecha salarial de México que actualmente se calcula en un 13%, es decir, por cada 100 pesos que recibe un hombre en promedio por su trabajo al mes, una mujer recibe 87 pesos por realizar el mismo trabajo, según datos del IMCO.
Las desigualdades sociales muchas veces se encuentran relacionadas con la salud de las personas. Tal como Arthur C. Brooks explica, la preocupación por el dinero puede generar ansiedad clínica y otros problemas de salud física y mental. No obstante, la discusión no puede detenerse en la reflexión sobre la autoestima financiera, ya que las desigualdades sociales muchas veces son el motivo de las preocupaciones financieras.
Sandra descubrió la relación entre la preocupación por el dinero y su experiencia con la ansiedad a pesar de tener un ingreso estable, pero ¿qué pasa con aquellas mujeres que navegan en la preocupación constante por el dinero a causa de las brechas de género y las desigualdades económicas?
Con información de: IMCO y Gaceta UNAM