La violencia contra las mujeres puede presentarse de muchas maneras, la violencia simbólica es una de ellas. El bropiating es la forma de llamarle a la violencia ejercida para apropiarse de las ideas creativas de alguna mujer, según expertas feministas. 

 El origen del término viene del inglés “bro”, de “brother” (hermano) y “appropriating” (apropiarse), es una práctica a través de la cual los hombres se apropian ideas, inventos o propuestas de las mujeres, llevándose el crédito con ellos. 

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¿Violencia intelectual? 

El bropiating es una práctica que violenta la autoría intelectual de las mujeres, ya que se invisibiliza a las mujeres en sus propios trabajos creativos al no darles crédito alguno sobre sus ideas. 

La violencia simbólica es aquello que conocemos comúnmente como “micromachismos” pero no tienen nada de micro, pues es una forma de violencia que a pesar de ser más difícil de reconocer, no hay que minimizar, según expertas feministas.

Una de las formas de violencia simbólica que más se ha hecho conocer es el mansplaining que se refiere a la práctica masculina de cuestionar el conocimiento de las mujeres e intentar explicarlo “correctamente”. 

Por otro lado, tenemos el gaslighting que es otra práctica violenta que consiste en hacerle creer a las mujeres que sus sentimientos o acciones no son válidos y que “está loca''''. 

Según expertas en violencia de género, las diferentes violencias simbólicas generalmente son ejercidas en conjunto, es decir, en la mayoría de los casos se pueden  presentar todas estas actitudes machistas al mismo tiempo. Uno de los casos más recientes de apropiación intelectual es el de “Nacho Progre”, un proyecto hecho por mujeres que fue plagiado por un varón. 

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¿Machos deconstruidos? 

Nacho Progre es un  personaje de caricatura con el objetivo de evidenciar las violencias ejercidas por los varones que se dicen progresistas y de izquierda pero siguen siendo violentos con las mujeres. 

La ironía del caso es que este proyecto fue plagiado por un varón que se dice en “deconstrucción”; Miguel Rosas menciona que se inspiró en “Nacho Progre” para crear a “Ignacio en deconstrucción”. Sin embargo, las autoras mencionan que nunca les dio crédito alguno por la idea original del proyecto. 

Esta sátira es un proyecto creado desde 2016 por Cynthia Híjar y Carmina Warden, quienes denunciaron en redes sociales la violencia de la que estaban siendo víctimas. Afirman que Miguel Rosas además de apropiarse de sus ideas, también les hizo gaslighting en el video que publicó para dar una explicación sobre el caso. Señalan que en el vídeo sólo menciona que se “inspiró” en la idea original, sin embargo, no reconoce el plagio por ser un contenido diferente, explica Miguel. 

Las creadoras de Nacho progre argumentan que no es el contenido sino que la propuesta de su proyecto tiene una estructura como personaje, el cual contiene características originales de las autoras. 

“Nosotras reservamos el uso del nombre, de las características físicas y psicológicas del personaje. Esto incluye el nombre de Ignacio, Nacho, y la orientación política. Las dos trabajamos juntas analizando qué era Nacho. Redactamos un documento enumerando todas estas características” menciona Carmina, una de las creadoras.

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Violencia sistemática  

Gracias a la viralización del caso se ha visibilizado este tipo de violencia intelectual que no sólo surge en espacios virtuales sino que también surge en proyectos académicos, científicos o empresariales, según afirman testimonios. 

Uno de los casos de violencia intelectual que también fue denunciado es el de Laura Jiménez, una reportera de El Universal, quien afirma que uno de sus reportajes fue “retomado” por el portal Zona Divas, quienes recibieron el Premio Gabo. 

Aunque estos son los casos más recientes y se han denunciado, existen otros testimonios que explican que esta apropiación del conocimiento de las mujeres es una práctica violenta que se ha ejercido a lo largo de los años en distintos gremios. Afirman que una de las formas más comunes de identificar esta violencia es cuando el trabajo de las mujeres es firmado por un varón, adquiriendo él la autoría de dicho trabajo.