El acoso sexual callejero o en espacios públicos está presente en todos los países del mundo y afecta a un porcentaje muy alto de la población. Aunque hombres y mujeres han reportado tener experiencias de acoso en la calle, es mucho más común que un hombre acose y que una mujer sea acosada. De acuerdo con una encuesta[1] realizada en Canadá, España, Estados Unidos, Francia, India, Italia y México en 2019, el 78% de las mujeres reporta haber sufrido acoso sexual callejero y de ellas sólo el 25% recibió algún tipo de ayuda. En el caso de México, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana[2] estimó que casi 5 millones de mujeres sufrieron delitos sexuales y/o acoso callejero en los últimos seis meses de 2020 y el 99.3% de los casos de acoso sexual no fueron denunciados. 

Es tan común el acoso en México que muchas veces lo dejamos pasar, intentamos no ponerle atención o simplemente no sabemos cómo reaccionar. Esta falta de acción permite que siga sucediendo e intensifica su impacto negativo en las víctimas. El acoso sexual callejero tiene repercusiones en la salud mental de la persona acosada y reduce su calidad de vida al provocar ansiedad, depresión y trastorno de estrés post-traumático. Asimismo, puede impactar la vida social y aspectos financieros del individuo por tener que dejar su trabajo, cambiarse de escuela o incluso mudarse de ciudad. Es también posible que limite su movilidad al no poder utilizar un medio de transporte o una ruta donde ha tenido experiencias de acoso. 

El impacto que tú puedes tener como espectadora es enorme. A pesar de que solo una de cada cuatro mujeres acosadas reporta haber recibido ayuda, en el 79% de estos casos la situación mejoró. Además de evitar que el acoso continúe o incluso aumente en intensidad, el trauma en la víctima disminuye al existir la intervención de un tercero. Cuando alguien se tropieza o se le cae algún objeto en público, le ayudamos de manera prácticamente instintiva. Pero al observar acoso sexual callejero, rara vez actuamos. En ocasiones, esta incapacidad proviene del miedo a ponernos en peligro o de no saber si realmente es una situación de acoso. También podemos ser parte del llamado “efecto espectador”, en el cual es menos probable que alguien intervenga mientras más espectadores haya ya que la responsabilidad se diluye y, al final, es muy probable que nadie lo haga. Sin embargo, es importante romper este efecto siendo conscientes de que incluso ante la duda sobre si es o no acoso, será mejor intervenir que no hacer nada.

Tasa de prevalencia de los diferentes tipos de acoso sexual en espacios públicos

 (https://www.standup-international.com/mx/es/facts)

¿CÓMO ACTUAR ANTE EL ACOSO?

Organizaciones sin fines de lucro como Hollaback![3] y Fairspace[4] han propuesto una estrategia que incluye cinco alternativas para que cualquiera pueda actuar al presenciar una situación de acoso callejero. Son acciones sencillas pero efectivas y solo una implica el contacto directo con el agresor. Tú puedes decidir con qué acción te sientes más cómodo o segura: distraer, delegar, documentar, dar asistencia o dirigirte al acosador.

Al distraer, puedes usar tu creatividad para imponer una barrera física, generar una distracción que detenga el acoso y crear un espacio seguro para la persona acosada. Puedes acercarte a esta última y pedirle alguna dirección, platicar de algo o hacer como si se conocieran. Puedes simular que se te cayó algo y, al recogerlo, quedar entre ella y el acosador. Es importante que tu atención se dirija exclusivamente a ella y no a quien está acosando. Las personas que acosan suelen buscar la atención de los demás, por lo que al ignorarlos su poder disminuye.

Delegar implica incluir a más personas. Si estás con alguien, le puedes pedir que también intervenga o que aplique un método mientras tú llevas a cabo otro. Puedes acercarte a alguien que tenga autoridad en ese espacio (como el chofer de un autobús o el vigilante en un centro comercial) y comunicarle lo que está pasando. Recuerda siempre preguntarle al individuo acosado antes de llamar a la policía.

La tercera alternativa es documentar. Ya sea que grabes un video, un audio o tomes fotos, hazlo desde una distancia segura y no lo publiques en redes sociales; mándale el archivo a quien ha sido acosado para que lo utilice como considere. Anota el lugar donde sucedió, el día, la hora y algo que permita identificar al agresor.

La cuarta opción, dar asistencia, se hace cuando la situación de acoso ha terminado. Puedes acercarte a la persona acosada y preguntarle si está bien, si quiere llamar a la policía o si necesita algo. Puedes también proporcionarle algún dato de contacto por si es necesario que testifiques en caso de que decida recurrir a alguna acción legal. Esta estrategia es una buena opción para agresiones que suceden muy rápido. Aunque pueda parecer que intervenir cuando el acoso ha terminado es algo inservible, esta acción le reafirma a la persona que, en efecto, vivió una situación de acoso, que no es su culpa y que tú eres testigo, todo lo cual reduce el trauma que le puede haber provocado.

Como último recurso, puedes dirigirte a la persona que está acosando y decirle que pare. Es importante que consideres tu seguridad y que seas firme y clara al hablar, evitando entrar en un altercado con la persona. El objetivo es simplemente que el acoso termine.

Siempre evalúa la situación antes de actuar, prioriza tu seguridad y, si decides intervenir, escoge la opción con la que te sientas más cómoda o la que consideres más apropiada para las circunstancias. Ten en cuenta que estos cinco recursos se pueden combinar y puedes también utilizar algunos si el acoso es contra ti. Además de dirigirte al agresor y pedirle que deje de hacer lo que te incomoda, puedes informarle a un espectador sobre lo que está sucediendo, pedirle que lo documente o que pida ayuda a alguien más.

Finalmente, aunque esta estrategia fue creada para combatir el acoso sexual callejero, también puede ser utilizada para otros tipos de acoso y en espacios digitales, como los ciberataques[5]. Ahora que conoces el impacto positivo que puedes tener y cuentas con cinco recursos para actuar, ¿Te sientes mejor preparada para enfrentar una situación de acoso? ¿Cuál es tu súper poder?

Paloma Pineda Sacristán

Es licenciada en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; se encuentra cursando una maestría en Gestión del Desarrollo Sostenible en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Rhein-Waal en Alemania. Es becaria del Instituto Mora y su línea de investigación se centra en temas de género, paz y seguridad, con un enfoque especial en la violencia de género y la posguerra.

@institutomora

[1] https://www.standup-international.com/mx/es/facts

[2] https://www.mexicoevalua.org/en-2020-el-98-6-de-los-casos-de-violencia-sexual-no-se-denunciaron/#_ftn1

[3] https://www.ihollaback.org/

[4] https://fairspace.co/

[5] https://onlineharassmentfieldmanual.pen.org/es/pasar-de-ser-persona-espectadora-a-ser-una-aliada/