En la actualidad, la salud mental es un tema recurrente para todas las personas. A pesar de que se han desmitificado muchas ideas sobre la asistencia terapéutica, aún existen algunos comportamientos que han normalizado las ideas suicidas.

No siempre se puede saber exactamente si alguien está pensando en el suicidio, pero hay algunos indicadores que nos pueden ayudar a estar alerta e identificar qué podemos hacer para ayudar. 

“Todos podemos hacer algo para evitar que las personas lleguen al punto de intentarlo (el suicidio)” dice Lana Sánchez, psicóloga feminista y acompañante terapeútica, a quien hemos entrevistado para La Cadera de Eva.

INDICADORES DE RIESGO 

De acuerdo con la experta podemos encontrar muchos indicadores de riesgo, pero el hecho de que existan indicadores de riesgo, no significa necesariamente que la persona vaya a cometer suicidio, “son sólo eso: indicadores”. 

Algunos de los indicadores de riesgo más comunes son: 

Cambios muy repentinos en la conducta de la persona.

Es decir, en los hábitos como formas de vestir,  forma de ser, de hablar, de socializar; por ejemplo, si antes era una persona muy sociable y de repente se aísla demasiado. 

A través de cómo habla la persona de sí misma.

Según la experta, se refiere a lo que llamamos verbalizaciones; estas principalmente se reflejan como afirmaciones negativas para con la persona misma. Por ejemplo, cuando una persona se refiere a sí misma como alguien tonta o sin importancia. 

Comentarios recurrentes sobre la muerte. 

Se suele presentar estos comentarios recurrentes sobre querer morir muchas veces disfrazados de humor; a través de bromas o de memes las personas pueden llegar a expresar que “preferían no haber nacido”, “estarían mejor muertos” o que “ya no quieren existir”. El recurso del humor y de los chistes se han vuelto la única manera de expresar sus emociones, por ello es importante prestar atención a estos comentarios. 

Si está alejándose de aquello que notamos que antes le hacía feliz.

Si notamos que antes hacía cosas que le gustaban mucho que de repente ya no las hace, sumado a otros indicadores, pueden interpretarse como una señal de que la persona no se encuentra en su mejor estado emocional. 

Regalar sus pertenencias.

Cuando una persona comienza a regalar sus pertenencias, esto puede considerarse como una actividad de desapego a las cosas que le importaban y de las que ya no tiene interés, sin embargo, puede considerarse una conducta de riesgo si esto se presenta de manera repentina junto con otros indicadores. 

Despedirse como si fuera de manera definitiva.

Esta es un indicador de que la persona ya tiene planeado o está planeando el suicidio; esta conducta puede ser peligrosa ya que la vida de la persona está en riesgo. 

¿QUÉ HACER ANTE ESTAS CONDUCTAS?

Tenemos la idea de que las personas con ideas suicidas tienen miedo de pedir ayuda, y sí, pero en la mayoría de los casos, las personas buscan ayuda de manera constante pero son tachadas de “querer llamar la atención”. 

La psicóloga Lana Sánchez explica que cuando logremos identificar los indicadores de riesgo, antes de confrontar a la persona, lo mejor es informarse sobre a quién o dónde podemos acudir. Además de tomarle importancia a la construcción de una red de apoyo para la persona con ideas de suicidio. 

Buscar un momento adecuado para hablar; un lugar en el que pueda expresarse libremente, pueda platicar contigo y que no implique una situación de riesgo. En este momento es fundamental hacerle saber a la persona que no será juzgada y que cuenta con el apoyo que necesite. Por ejemplo decir “a lo mejor lo dices a broma, pero quiero que sepas que si no es broma, si en verdad estás pasando por un mal momento, aquí estoy”. 

Confrontarle desde la ternura y la comprensión, pero también desde la asertividad. Cuando estemos conversando con la persona, tenemos que preguntar si ha pensado en quitarse la vida; aunque la pregunta puede ser muy incómoda, es necesario hacerla para asegurarnos de que su vida no corre peligro y que no hará ninguna acción que pueda ser irreversible. 

Fortalecer su red de apoyo. En ocasiones, cuando se quiere ayudar en una situación complicada no se cuentan con las herramientas necesarias, por lo que acudir a otras personas que tengan una relación cercana con la persona afectada puede ser fundamental. 

Hacerle ver que no está sola o solo es fundamental para poder prevenir cualquier acción que ponga en peligro la vida de la persona con ideas suicidas. 

Si tú no estás bien, no puedes ayudar. A pesar de que nuestra intención es ayudar, cuando tu propia estabilidad emocional no se encuentra de la mejor manera, lo más adecuado es buscar a alguien que tenga la capacidad emocional para auxiliar a la persona que lo necesita. Es decir, puedes buscar líneas de ayuda, instituciones de salud mental, psicólogas o psicólogos que estén capacitados para este tipo de situaciones. 

Tener paciencia. Si esta persona no permite la ayuda, lo que hay que hacer es mantenerse cerca junto a otras redes de apoyo como amistades, familia o pareja. Personas que estén dispuestas a acompañar el proceso de la persona afectada y que también estén informadas sobre lo que implica el acompañamiento. 

“Se nos enseña que hablar de eso es incómodo, así que es más fácil tratarlo a través del humor. En algunas otras ocasiones, no solamente es la cuestión del contexto y del entorno de la persona, sino también que no disponemos de los recursos emocionales para hablar del tema de manera directa” concluye la experta.