En la película Ruido, mientras Julia observa a lo lejos una manifestación feminista y fuma nicotina, una joven feminista se acerca con ella y le pregunta si está bien. Intercambian un par de palabras y un cigarrillo eléctrico, Julia le pregunta que por qué está ahí y la joven le responde que está ahí para acuerparse a la lucha de otras compañeras, finalmente, desaparece de la escena, no sin antes preguntarle en tono irónico a Julia: “¿O a poco tú también eres de las que defienden monumentos?”, Julia queda abrumada por la breve plática y una palabra queda resonando: acuerpar.
En distintos discursos se utiliza el poder del lenguaje, se discute la corporalidad y cuál es la relación del feminismo de esta palabra. Algunos defensores de la lengua luchan para que no se apropie del movimiento, sin embargo, la lengua la hacen los hablantes y es una parte viva de todas las luchas, sobre esto, la escritora Circe Rodríguez de la Universidad Nacional Autónoma de México sostiene lo siguiente.
“Relacionarnos con las palabras desde su dimensión sonora implica poner atención a su capacidad de afectar zonas del cuerpo hablante, reparar, producir y reproducir pensamiento. Es decir, las maneras en que las palabras se vinculan y detonan experiencias políticas, de resistencia y de saberes”
Las constantes violencias patriarcales que aquejan la calidad de vida de mujeres, niñas y adolescentes, entretejen el hartazgo y convocan a un llamado para cobijar, apoyar y ser el sostén sororo de otras compañeras. Ante tal escenario, la feminista comunitaria indígena maya Lorena Cabnal señala en el portal de Internacionalisme Solidaritat Feminismes que la indignación es un acto que parte de lo personal, pero al hacerlo político, convoca a la colectividad … al acuerpamiento.
¿Qué significa acuerpar en el feminismo?
Nombro como el acuerpamiento a la acción personal y colectiva de nuestros cuerpos indignados antes las injusticias que viven otros cuerpos que se auto convocan para proveerse de energía política para resistir y actuar contra múltiples opresiones patriarcales, colonialistas, racistas y capitalistas. Nos provee cercanía, indignación pero también, revitalización para recuperar la alegría sin perder la indignación. Es así, que la feminista comunitaria Lorena Cabnal define este proceso de acuerparse a la lucha, no sólo como un acto de indignación y búsqueda de la justicia, sino también, como un acto que nace desde el cariño y la empatía para continuar de pie en la resistencia.
En un contexto patriarcal, de violencia feminicida, de género, impunidad y una opresión sistémica, el acuerpar a otras y poner en práctica el autocuidado es un acto revolucionario de escucha, de abrazo y de compartir. En palabras de la periodista y escritora del libro “Mexicanas en Pie de Lucha”, Daniela Rea:
“Acuerpar es convertir el abrazo en palabra, es hacer comunidad con otras lo que involucra procesos de cuidado y acompañamiento (…) se pone el cuerpo para caminar con otras, para trabajar con otras, para resistir”
En esta lectura, se concluye que el acuerpar es sanar, pero también es defensa, visibilización, acompañar, abrazar y ser el refugio de compañeras y minorías que desde sus trincheras encaran la inacción del Estado, el robo de sus territorios, la discriminación y la violencia.
“Acuerparse enriquece el tejido de la red de la vida, es sanar y recuperar la posibilidad de experimentar (sobre el cuerpo), pensarlo y decir desde un lugar de enunciación. Es generar energías afectivas y espirituales” (Lorena Cabnal)
¿Cómo acuerparse?, hablemos del autocuidado
En el libro “¿Feminista yo?”, escrito por Ana Vázquez Colmenares, la autora sostiene que sobrevivir a un mundo tan violento para las mujeres, el acuerparse y autocuidarse es una manera de desafiar la desigualdad, la injusticia y la inseguridad, pero ¿de qué manera?
“Resignificando nuestro papel de cuidadoras, aprendamos a escucharnos, entender las propias necesidades, atendernos amorosamente y priorizarnos. En la cultura siempre ha estado presente la sabiduría de las abuelas, la herbolaria sanadora, el reconocimiento de la naturaleza como fuente de vida (…) es la posibilidad de sanar, de esperanza y de restauración material, espiritual, psicoemocional e incluso, energética” (Ana Vázquez Colmenares, ¿Feminista yo?, 2023)
Cada acción orientada al autocuidado y al acompañamiento acuerpado a las otras, son actos con una fuerte carga de dignidad humana y fuerza que nos revitaliza para continuar haciendo frente a un sistema económico, que, como la feminista Jessica Techalotzi define, nos exprime mientras el patriarcado nos oprime.
“Cuidar de mí misma no es un acto de autoindulgencia, es autopreservación” (Audre Lorde, escritora afroamericana)
¿Implementar o no nuevas palabras al vocabulario?
De manera textual, la Real Academia Española define desde 1996 esta palabra como apoyar, fortalecer y sustentar, pero dar una lectura tan horizontal a una palabra tan poderosa sólo acorta el significado; acuerpar nace desde el amor, la compañía y la experiencia individual de cada mujer y aliada.
Ángeles Caballero, periodista de trayectoria y columnista en la Trinchera Cultural de El Confidencial, comparte en su columna del marco del 8M la manera en que el lenguaje acompaña y se vuelve revolucionario en la lucha feminista, pero también, cómo es que surgen nuevos conceptos para nombrar lo que necesita ser nombrado.
Como diría el filósofo George Steiner, aquello que no se nombra no existe y en una lucha que es constante, se crean, amoldan y reproducen conceptos que dan cobijo y visibilidad a aquello que hemos normalizado, como por ejemplo, el gaslight, el falocentrismo, el coitocentrismo, violencia emocional, androcentrismo, el adultocentrismo, la ginopia y un largo etcétera.
“Vivir anclados a aquello en lo que nos educaron de manera inamovible nos empobrece. Considerar a este puñado de nuevos términos gilipolleces nos impide entablar conversaciones de las que saldríamos más sacudidos (…) ¿ven cómo nunca es tarde para aprender?”, comparte la columnista Ángeles Caballero.