Estar aquí representa muchas cosas, sobre todo dolor, comenta la tía de Mayte, víctima impune de feminicidio en entrevista para La Cadera de Eva. La pancarta de su sobrina se encuentra en la plancha del Zócalo, tiene veladoras y unos girasoles; desde hace cuatro años la peregrinación por la justicia ha sido incesante y una a una, las puertas de las fiscalías se les han cerrado, este 8M se cerró una nueva: la del Palacio Nacional.
¿Qué representa el 8M?, quizá no existe una palabra que cobije y cubra el significado de sobrevivir a un intento de feminicidio, a una violación, al feminicidio de madres, hermanas, amigas, hijas, tías; a agresiones sexuales, acoso y a una lista larga de violencias que se han alojado en la vida de todas y cada una de las mujeres que, con furia, salieron a gritar, romper y quemar, persuadidas por el hartazgo pero también, por el amor a quienes ya no están.
En punto del mediodía, el Monumento a la Revolución ya contaba con una importante participación de mujeres que realizaban performance. Una madre lloraba desconsolada y abrazaba a una de las cuatro mujeres que se encontraban de pie en ropa interior, el cartel frente a ellas anunciaba: “píntame si has sido víctima de violencia”. El sol se encontraba en su punto más alto, y ellas se encontraban a la mitad de la plancha con los brazos abiertos y con pintura que chorreaba por sus piernas, rostro y pecho, sólo realizaban un movimiento cuando alguna mujer se acercaba con ellas para abrazarla con fuerza; algunas rompían en llanto y otras, agradecían el cariño.
En la pendiente de la plancha de Revolución, una mujer con un megáfono pedía escribir el nombre de agresores. Pese a la hora, el papel amarillo de varios metros ya se encontraba lleno de nombres, historias, denuncias y la palabra “justicia” se repetía como un sello a lo largo del pergamino. A un costado, una joven se encontraba escribiendo y la pregunta se abordó igual: “¿para ti qué representa el 8M?”, y la respuesta fue simple, estar en compañía de su madre en esa marcha es una rebelión a la opresión.
“Es un día en el que salgo por el acoso y abuso que he vivido, porque por mucho tiempo fui reprimida. Salgo porque veo toda la injusticia que vive la mujer”
Para ella, el motivo para salir a tomar las calles es el acoso diario y el hartazgo. En México, el 70% de las mujeres de 15 años o más han experimentado al menos, un incidente de violencia sexual, psicológica, acoso u hostigamiento, estos números representan un aumento de 4 puntos con respecto a 2016.
A la periferia, Alejandra se encontraba pegando la fotografía de una mujer en una cartulina amarilla, no, no era su hija, tampoco su amiga ni su familiar. La fotografía era de una mujer desaparecida que nunca había visto en su vida. Minutos antes, otra mujer le había entregado esa fotografía impresa para que la ayudara a buscarla y gritar su nombre, por ello, Alejandra había buscado una cartulina y la manera de pegar el rostro de esa mujer. Si la pregunta es, ¿qué es el 8M?, entonces, la respuesta también es sororidad.
“Vengo a apoyar el movimiento para que no haya ni una más, mira, esta chica que tengo aquí es la foto que nos dio una señora, es su hija. La perdió desde hace años y para nosotras es importante apoyarla. Para mí el 8M es muy difícil como madre porque no sabes si están bien o no, si están vivas o no. Es algo que no se le desea a nadie porque desafortunadamente, las autoridades no hacen nada”, explica Alejandra, mientras enseña el rostro de Guadalupe Gallardo, desaparecida.
Una de las expresiones feminicidas es la desaparición forzada, en mayo de 2022 la cifra alcanzó los 100 mil casos, siendo el sector de niñas y mujeres de entre 15 y 19 años el más vulnerable. El Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia (IMDHD) señala que sólo en Puebla, Veracruz, Estado de México, Ciudad de México, Jalisco y Nuevo León se concentra el 56.13% de los casos de desapariciones forzadas. La línea conductora de este fenómeno, señala el IMDHD, es la trata de blancas y en otro porcentaje mayoritario, el feminicidio.
“¿Somos 90 mil?”, cuestionó una mujer que marchaba cuando se comenzaron a dar las primeras cifras oficiales, una cifra que superó con 10 mil participantes a la edición anterior y se catalogó como el 8M con mayor participación en la historia, “esas son chingaderas, que nos cuenten bien”, gritó molesta. Y es que, en un mapeo general, sin importar la hora de la tarde, hordas de mujeres avanzaban y las consignas nunca dejaron de resonar.
En Ciudad de México, ya comenzaba a atardecer cuando los contingentes seguían avanzando con fuerza y, detrás de ellos, partieron otros desde diferentes puntos con un par de horas de diferencia. En el camino, se atravesó la colonia Cuauhtémoc y a 10 minutos de donde se encontraba el oleaje morado, se atravesó paralelamente la colonia Anzures, lugar donde Gabriela Cabello fue asesinada hace dos años y ahora, sus hermanas y madre gritan con rabia, pues su feminicida está libre, se tipificó el crimen como asalto y la Fiscalía de la Ciudad de México se deslindó, pues ninguna cámara se encontraba funcionando cuando ocurrió el asesinato.
“Estamos aquí para pedir justicia por sus hijos, las autoridades los han dejado vulnerables. Han sido demasiados gritos y no nos dan una respuesta. Las fiscalías jamás se comunicaron, entregamos todos los papeles y nos dicen que no pueden hacer nada”, comentan Cecilia y Beatriz Cabello, hermanas de Gabriela.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, también representan la impunidad y la cólera de querer prenderle fuego a esta ciudad.
Mujeres jóvenes, niñas y adolescentes coreaban con fuerza: “¡esas morras sí me representan!”, entonces, la respuesta también se encuentra en la palabra futuro. La mujer ya no guarda silencio, el futuro será feminista o no será.