Hace algunos años, el movimiento #MeToo destapó cientos de casos de acoso que se han vivido dentro del mundo de Hollywood, el impacto de las denuncias fue tal que, amparadas bajo ese movimiento, cientos de mujeres que se desenvuelven en diferentes ámbitos comenzaron a hablar de las violencias que vivieron por parte de autoridades; una de las características más evidentes de cada denuncia es que los hombres que las violentaron tenían un puesto más alto o existía cierta ventaja sobre las víctimas.
La violencia ejercida por Sergio Andrade hacia Gloria Trevi, la tortura de Alfred Hitchcock hacia Tippi Hedren, el grooming de Wilmer Valderrama hacia Demi Lovato, el abuso de Dan Schneider hacia Alexa Nikolas y otras actrices de Nickelodeon; son algunas denuncias que distintas mujeres han hecho y en donde el factor constante ha sido una relación de poder en donde ellos aprovecharon su posición de poder para ejercer violencia sobre ellas.
Las relaciones de poder han sido estudiadas desde el concepto de burguesía y proletariado, es decir que forman parte de un marco político y, si bien es cierto que es importante hablar de la opresión que vive el proletariado debido al sistema capitalista, el enfoque general de este tipo de relaciones ha invisibilizado las opresiones que viven las mujeres dentro de la vida privada, de modo que esto se ha convertido en un nuevo acto de violencia contra las mujeres, en este caso por omisión, al eliminar o invisibilizar las relaciones de poder que se dan dentro del sistema patriarcal.
Capitalismo y patriarcado: los opresores
Las relaciones de poder que se desarrollan en la sociedad patriarcal y capitalista son de dominación/subordinación entre los géneros. Debido a la supuesta superioridad que tienen los hombres dentro del sistema patriarcal, son ellos quienes se convierten en los opresores mientras mujeres son convertidas en subordinadas, este fenómeno puede darse tanto en la vida privada o la vida pública, lo que termina violentando a las mujeres tanto en relaciones personales (normalmente en relaciones heterosexuales) o en su desarrollo profesional.
Los poderes de dominio son sociales, grupales y personales, permiten explotar y oprimir a personas y grupos y todo tipo de colectividades. Se concretan en procesos concatenados de formas de intervenir en la vida de otras/os desde un rango y una posición de superioridad, señala Marcela Lagarde en su texto "El Género".
De acuerdo con el Equipo de Educación Funprocoop, la forma en la que se ejerce el poder es algo que se ha construido a lo largo de la historia, ya que en las relaciones de género influye también el poder y los roles de género que el sistema patriarcal y el capitalismo han atribuido tanto a hombres como mujeres; de acuerdo con el sistema, las características atribuidas al hombre son las que tienen más valor y por ello son fuentes de poder en la sociedad, mientras que los roles que se atribuyen a la mujer, son los que tienen menor valor e incluso han sido invisibilizadas a lo largo de toda la historia. De esta construcción desigual también nacen relaciones desiguales entre hombres y mujeres y es la misma sociedad quien les concede el poder a los hombres sobre las mujeres.
Si bien las diferencias entre los sexos no implican desigualdad legal, desde el punto de vista histórico, estas existen porque la diferencia mutua entre hombres y mujeres se concibió como la distinción de las mujeres con respecto a los hombres cuando los primeros tomaron el poder y se erigieron en el modelo de lo humano. Desde entonces, la diferencia sexual ha significado desigualdad en perjuicio de las mujeres, afirma Alda Facio en su libro “Feminismo, Género y Patriarcado”.
El poder es patriarcal
El ejercicio tradicional del poder vertical y opresor se basa en una visión androcéntrica, que significa que todo tiene que girar alrededor del hombre, en cuanto a especie. Ser androcéntrico significa creer que el hombre tiene que ejercer el poder sobre la naturaleza, tiene que dominar el universo y utilizarlo para sus intereses.
El poder tradicional es patriarcal porque piensa que el hombre masculino tiene que ejercer el poder sobre la mujer y, al mismo tiempo, el poder tradicional también se basa en el capitalismo, lo cual significa que la principal fuente de poder es la acumulación de riquezas y bienes materiales, afirmó el Equipo de Educación Funprocoop.
Por otra parte, el poder se mantiene a través de estructuras que continúan violentando e invisibilizando a las mujeres; estructuras jurídicas sin perspectiva de género, reglamentos que refuerzan los roles de género, la religión o tradiciones machistas son algunas estructuras que reproducen las relaciones de poder y con ello no sólo se ve afectada la vida pública, sino que dentro de las relaciones personales también se dan una serie de violencias de género que dejan a las mujeres en desventaja.
El sistema patriarcal es el desencadenante de la violencia de género. En el sistema patriarcal la diferencia sexual se presenta como razón suprema, base y fundamento de la discriminación que viven las mujeres en cada esfera de su vida. De acuerdo con la autora Gerda Lerner, el control sexual de las mujeres está relacionado con la dependencia a la protección paternalista que en las diferentes etapas de su vida afronta, concluyendo que la mujer siempre ha cambiado la protección masculina sin superar nunca la etapa infantil de estar subordinada y protegida, es por ello que el patriarcado reafirma la misoginia de las mujeres y son justamente las relaciones de poder lo que reproduce el sometimiento femenino.
La violencia de género como resultado del poder
El término de violencia de género es relativamente nuevo, pero llegó a nombrar las violencias que están dirigidas únicamente a las mujeres, lo que antes estaba considerado un “asunto privado” que no debía ser hablado afuera de las casas, ahora se nombra y con ello ha creado protocolos para atender a las víctimas de esta violencia, así como redes de apoyo que acuerpan a las mujeres que antes no denunciaban por miedo.
La discriminación de las mujeres y la violencia de género (como la manifestación más brutal de las desigualdades entre hombres y mujeres) es un problema que traspasa fronteras, pero se ha clasificado en distintos tipos como:
- Violencia física: Se trata de una acción que se realiza con el fin de producir dolor o lesiones. Este tipo de agresión afecta la integridad física de las mujeres y se puede dar en relaciones laborales, sociales o familiares.
- Violencia psicológica: Insultos, control, humillación, la violencia psicológica se realiza con el fin de producir en la víctima sensaciones de desvalorización y sufrimiento. Si bien sus secuelas son difíciles de detectar, afectan a largo plazo la estabilidad emocional de la víctima.
- Violencia sexual: Esta acción que vulnera (por la fuerza o con amenazas) la libertad de una persona de elegir cuándo, cómo y de qué manera tener relaciones sexuales. La violencia sexual incluye violaciones y abusos.
- Violencia económica. Implica la retención, destrucción o sustracción de bienes o dinero ilegítimamente por parte del victimario. Este tipo de agresión suele darse en el ámbito doméstico y produce la disminución o la eliminación total del bienestar físico y mental de la víctima y sus hijos.
- Violencia simbólica. Opresión que se ejerce sobre una mujer (a través de mensajes que instauran estereotipos de género) que la fuerza a tomar una posición inferior respecto a personas de otro género.
- Violencia doméstica. Acción violenta que realiza un integrante del grupo familiar sobre otro; puede darse entre parientes sanguíneos o miembros por afinidad, como una pareja.
- Violencia institucional. Actos perpetuados por funcionarios y empleados pertenecientes a alguna institución u organización para obstaculizar el ejercicio de los derechos y la obtención de beneficios de un individuo.
- Violencia obstétrica. Acción violenta que se da hacia las mujeres embarazadas y no embarazadas por parte de los trabajadores del sector de la salud. Por ejemplo: el abuso de la medicalización o el trato deshumanizado.
Es así como las relaciones de poder deben ser estudiadas más allá del capitalismo ya que, de nuevo, son las mujeres las víctimas más invisibilizadas debido a una serie de sistemas que las oprimen.