Los tiempos han cambiado, ahora las mujeres no sólo buscan ser exitosas y “girlboss”, también buscan reconectar con sus emociones. La portada de la revista Time, donde aparece la tenista Naomi Osaka, lo demostró con la frase : “Está bien no estar bien” (It’s ok not to be ok).
La deportista japonesa, de 23 años, rompió el silencio y explicó los sentimientos que la llevaron a abandonar el Torneo Roland Garros. Resaltó la presión a la que se había visto sometida durante los últimos meses, señaló Noelia Ramírez, periodista de El País.
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Desde antes de la llegada del covid-19, el debate sobre la salud mental se pronunciaba con mucha fuerza. “Espero que la gente entienda que está bien no estar bien, y está bien hablar de ello. Hay personas que pueden ayudar y, por lo general, hay luz al final de cualquier túnel”, escribió Osaka en Time. Asimismo, señaló lo obsoleto del modelo comunicativo para los deportistas de élite y sostuvo que actualmente todas las personas sufren de problemas relacionados a la salud mental o conocen a alguien que los sufre.
La OMS define a la salud como un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedad, es decir, la salud no es un tema privado, sino de salud pública donde el contexto y circunstancias afectan. Ahora se comienza a normalizar y a validar las emociones de incertidumbre, tristeza, enojo, desasosiego o miedo, en lugar de enseñar a ocultarlas.
De igual manera, el escritor español, Toni García Ramón, advirtió el daño estructural que provoca el exceso del pensamiento positivo y lo poco humano que puede llegar a resultar el rechazo de nuestras debilidades, creando trampas como pensamientos fantasiosos poco probables o expectativas inalcanzables,y así provocando frustración.
“La era de la Girlboss (jefaza) ha muerto. Bienvenida a la era de la Girloser (perdedora)”, escribió Gabrielle Moss, escritora y editora del sitio Bustle. Y señaló que el feminismo ha traído a mujeres para ocupar más puestos laborales y en los espacios, sin embargo, esto no significa erradicar a la “perdedora” que llevamos dentro y también darle su propio espacio.
Con información de El País
asl