Batiliz asistió a hacer unos trámites del SAT. El chico que la atendió al parecer era amable. A ella le dio curiosidad que tuvieran un manifiesto de transparencia y protección de datos personales. La atendió. Después tuvo que esperar un tiempo; él la miraba. Ella no lo no tomó en cuenta, creyó que estaba al pendiente para avisarle que su trámite estaba listo. Terminó. Al llegar a su casa, recibió una solicitud de Facebook del hombre que la atendió.

“La solicitud me llegó hasta que entré a mi casa y eso que duré dos horas en el SAT. En el momento nunca me sentí incómoda, sí me miraba, pero nunca lo vi como acoso, sino como una persona al pendiente de mi trámite. Lo que me dio miedo fue que tiene mis datos, hasta los biométricos. Está tratando con información delicada y me pregunto ‘qué tan fácil puede sacar mi nombre para buscarme en Facebook, puede saber dónde vivo, mi número de teléfono, hasta cuánto gano en el trabajo’. Eso me dio miedo, que tiene toda mi información”, dijo en entrevista para La Cadera de Eva.

Batiliz pensó en eliminar el tuit que había publicado, porque también le llegaron comentarios misóginos. No lo hizo porque se dio cuenta que le estaba dando voz a otras mujeres que habían pasado lo mismo. 

“Así como crecían tuits con historias similares a la mía, también estaban creciendo los comentarios de hombres justificando, que si no ‘estaba haciendo la luchita’, ‘que si no era acoso porque nada más quería ser mi amigo’. Creo que ese no es el punto. El consentimiento va desde el inicio, hubiera estado bien que me hubiera consultando desde un principio si me podía agregar al Facebook. Adelante. Pero no usar su poder de tener mis datos personales”, dijo.

La usuaria del SAT reportó lo acontecido en Twitter, ante la viralización de su mensaje, la institución la contactó. Le dijeron que iban a hacer un seminario para controlar que esto deje de estar pasando, como se dieron cuenta, ha pasado muchas veces.

El caso de Mariana

A la denuncia de Batiliz, se sumó la de Mariana quien vivió un situación parecida por un empleado de BBVA le cambió una terminal. Ella trabajaba en una consultoría nutricional, solicitó el cambio porque se había averiado la máquina. Asistió el técnico del banco a su oficina, para el trámite tuvo que dar sus datos personales como responsable de la empresa. A los dos días, el empleado de BBVA le mandó un WhatsApp al número empresarial invitándola a salir.

Mariana decidió no reportar el caso, le dijo que no la molestara. Dejó de buscarla, pero a los siguientes días, le envío una solicitud por Facebook. Ella decidió bloquearlo, también cerrar su cuenta privada y abrir otra con otro nombre y fotografía. 

 “Desafortunadamente no hay una prueba para poder hacer una denuncia. Pero sí no les decimos nada, lo seguirán haciendo”, aseguró.

Tanto Batiliz como Mariana fueron criticadas por tener sus nombres de Facebook. “¿Por qué pones tu nombre completo?”, les reprochaban sus conocidos, revictimizándolas.

Mariana comentó que cuando ha compartido casos de acoso, su círculo cercano la acusado de haberlos provocado, o de no contestarles o es su responsabilidad bloquearlos. “Por toda esa presión social terminas cediendo aunque ni así lo querías y al final siempre serás la afectada”, compartió.

Atentado contra la privacidad

El hecho de un empleado de un banco te haga llegar una solicitud de amistad a tus redes sociales es un claro atentado a la privacidad, aseguró Mario di Costanzo, ex presidente de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).

“Esas acciones claramente deben estar prohibidas, pues es una disposición o uso de tus datos personales que no autorizaste”, dijo.

Reconoció que hace falta implementar más medidas de protección de los datos personales, no solo en las instituciones financieras sino en cualquier instancia.

Di Constanzo consideró que se debe trabajar en hacer protocolos de contratación de personal en los bancos más estricto. “No hay protección efectiva de los datos personales”.

Explicó que se tiene que diseñar la figura de “personas cibernéticamente expuestas” que son todas aquellas personas que de alguna manera manejan datos para algún servicio, “estas personas deberían estar bajo régimen de vigilancias”. 

“Es fundamental reforzar protocolos para recibir a trabajadores. Hay personal vía outsourcing, pero no es posible que un empleado bancario que tiene acceso a información sensible un día esté en sucursal y al siguiente no. Ese empleado sería cibernéticamente expuesto y debe estar más vigilado”.

Datos, ni tan privados

En México, el 7% y 5% de la población experimentó la clonación de tarjeta y el robo de identidad, respectivamente, según la ENIF de 2018. 

Ante la Condusef, lo que más reclaman las mujeres son los consumos no reconocidos en tarjeta de crédito o débito.

Para el INAI, la importancia de retomar el derecho de protección de datos personales desde la experiencia de las mujeres radica en realizar un análisis en torno a las vivencias, necesidades e intereses específicos, ya que conllevan una carga diferenciada en función del sexo, especialmente por los riesgos que comprende el manejo de los datos en internet.

De acuerdo con Arístides Rodrigo Guerrero García, comisionado Ciudadano del Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública, Protección de Datos Personales y Rendición de Cuentas de la Ciudad de México (INFO CDMX), en materia de regulación se debe poner especial énfasis en implementar mecanismos de protección acordes con el contenido del segundo párrafo del artículo 16 constitucional, que es donde se regula el derecho a la intimidad y a la protección de datos personales.

Durante el Segundo Encuentro por la Transparencia con la Universidad del Valle de México (UVM) dijo que  aunque en México se cuenta con la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares desde 2010, sería conveniente actualizarla respecto de los proporcionados a través de Internet y el uso de las nuevas tecnologías, que actualmente acumulan mucha información sobre nuestras vidas y actividades, a veces sin darnos cuenta.

Incluso, dijo, valdría la pena en una nueva Ley Federal de protección de datos personales, fortalecer temas específicos como el de privacidad, “es decir, que desde el diseño ya se esté pensando en la protección de los datos personales y en regular aspectos como la videovigilancia en los centros laborales, el ciberacoso y la desconexión digital, que en esta época de pandemia son derechos que debemos poner sobre la mesa”.

Por su parte, Jessica Itzel Rivas Bedolla, integrante y proyectista en el del INFO CDMX, de la violencia digital dijo que a pesar de que ésta puede afectar a todas las personas en línea, de acuerdo con la encuesta MOCIBA 2019 sobre el Acoso en línea del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 40.3% de las mujeres usuarias de Internet, han sido víctimas de ciberacoso, es decir, que han recibido insinuaciones o propuestas de índole sexual no solicitadas, críticas hacia su apariencia física o clase social. 

Por lo que es urgente atender la violencia digital por razones de género y sensibilizar a las personas sobre la gravedad de este problema.

Afirmó que la cultura de la denuncia digital es tan importante como la prevención, ya que actualmente todas las actividades comerciales, ciudadanas y personales tienen que ver con medios digitales, de tal forma que los datos se encuentran en muchos lugares a la vez.