La escritora argentina Belén López Peiró da origen a su novela “Por qué volvías cada verano” con una frase simple y poderosa; “mi tío abusó sexualmente de mí reiteradas veces desde los 13 a los 17 años”, siendo esto, el panorama suficiente para comprender el ir y venir en su búsqueda por justicia, el dolor de convertir el abuso en una novela y finalmente, la liberación al dictarse una sentencia. Por ella y por todas las mujeres en el silencio, guardan la violencia que vivieron. 

El silencio, la vergüenza, el asco y el miedo son narrados a través de la mirada de una Belén adolescente que no puede decir palabra alguna y que, paralizada, se enfrenta a un mundo que la revictimiza y la señala como única culpable. 

Quince años ;quince años de terapias; quince años de declaraciones y reconstrucción de abusos sexuales frente a un juez; quince años esperando por una justicia que llegaría el 19 de diciembre, cuando Claudio Sario, comisario de la provincia de Buenos Aires fue declarado culpable por abuso sexual.

“Se resuelve dictar lo siguiente; condenar a Claudio Marcelino Sario como autor penalmente responsable de los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante (…) por haber sido cometido contra una menor en situación de convivencia”,se lee en la sentencia publicada por Belén López en su columna titulada “Se acabó”, El País.

Por qué volvías cada verano

El núcleo de las obras de Belén es directa; no existen simbolismos o actos ocultos disfrazados de metáforas. El abuso sexual es descrito de la manera en la que es y tras ello, se revelan una serie de voces y personajes que acompañarán a la protagonista. Múltiples personalidades convergen en la historia, algunas intentarán ser consuelo y otras, con crueldad la señalarán y la convertirán en una persona temerosa. 

Un pueblo encubridor, la familia que decide no creer y permanece junto al abusador, un sistema que le pide recordar los hechos intentando hacerla tropezar y enredando su palabra se convierten en una pesadilla para la protagonista de esta novela; una novela que dista mucho de ser ficción y que retrata una realidad cruda a la que se enfrentan millones de niñas, adolescentes y mujeres que han decidido denunciar a sus agresores.

El miedo a deshacer la familia, la vergüenza, la culpa y el temor a las represalias son los motivos principales por el que las mujeres no denuncian en América Latina y optan por guardar silencio; saben bien que la justicia es un privilegio al que no se puede acceder, señala la Encuesta Regional de Opinión Pública sobre Violencia de Género.

La CEPAL señala que la violencia sexual no es sólo un problema de salud pública, sino también, una violación a los derechos humanos que priva de una vida digna a las mujeres que habitamos en la región de latinoamérica. Un estudio realizado por la ONU mujeres indica que únicamente el 1% decide formalizar su denuncia y de este universo, el 52% declaró que el sistema no las apoyó como esperaban, no las protegió o indicaron que el trabajo de las autoridades fue deficiente/ revictimizante. 

La principal causa por la que la mujer no denuncia a los agresores, de acuerdo a la Encuesta Regional de Opinión Pública sobre Violencia de Género, es el miedo a las consecuencias o represalias directas por parte del agresor; sí, el temor se convierte en el obstáculo primordial para que la mujer denuncie, por ello, Belén López Peiró ha celebrado esta victoria no sólo por ella, sino por todas las mujeres que han sido silenciadas y oprimidas. 

“Por todas las que no pudieron hablar o denunciar. Por mí”