Para defender su cuerpo del acoso decidieron exhibirlo. Sin pena y con absoluta seguridad, las jóvenes manifestantes del #8M 2023 marcharon en brasier, bralette y de ser necesario, topless. Fue su grito de batalla contra el acoso sexual que han vivido en el día a día de su vida: en la escuela, la calle o el transporte público.
Nada las detuvo, relataron a La Silla Rota. Por el contrario, afirmaron sentirse confiadas de marchar sabiendo que el resto de las manifestantes, a las que cariñosamente llamaron sus hermanas, las cuidan.
Morados, verdes, negros, blancos. Así fueron sus brasieres con los emblemáticos colores del grito feminista que exige un alto al feminicidio, que exige la aparición de las desaparecidas, el alto al acoso laboral y sexual. Y de paso, el grito por ser escuchadas.
Cada brasier es una historia. Andrea tiene 18 años y muestra con orgullo su top morado.
"Representa la unidad con todas nuestras hermanas porque sabemos que se nos sexualiza con cualquier cosa. Para mí ponerme un top hoy, es un acto de rebeldía. Acabo de ingresar a la Facultad de Ingeniería y algunos de mis profesores y compañeros han sido misóginos".
Jacqueline tiene 20 años y llegó a la marcha desde Iztapalapa. Es pequeña de estatura, mide menos de metro y medio; pero por su fisonomía el tamaño de sus senos destaca y por ello ha sido objeto de acoso en la calle.
"Vine en brasier porque es uno de los atributos por lo que más morbo me hacen. Me da enojo y tristeza cómo me miran, sin poder hacer nada". Su voz se quiebra y alguna lágrima cae sobre su mejilla cuando recuerda el sentimiento que le genera ser acosada.
Estefany tiene 19 y marchó con el contingente de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. Su brasier también es morado y bajo el calor de 28 grados centígrados marcha hacia el Zócalo capitalino. "Me siento libre y cómoda, cosa que no siento en la calle".
Monserrat tiene 21; es originaria de Puebla. "Así me visto siempre, en bralette'", dice, "en realidad los hombres gritan al verme, pero no hago caso a eso. Tenemos que ser libres de vestirnos como queramos, sin miedo a que nos pase algo", afirmó.
Anel la acompaña, tiene 25 y es originaria de la Ciudad de México. No traía brasier color morado, pero lo improvisó con un paliacate y cubrió así sus senos.
"Es por esa libertad que se siente y estar segura con todas las hermanas que estamos aquí. Por qué tendría que ser incómodo vestida así? Justamente, hacerlo este día te empodera para el resto de los días y que no te importe lo que piensen los demás".
Susana, de 23, vive en la zona oriente de la Ciudad. "Me siento cómoda y libre de estar rodeada de personas que me van a proteger y no me van a juzgar. Aparte hace calor", aseguró.
"Es la primera es la primera vez que salgo en brasier en calle, usualmente me pongo algo encima. Pero hoy no me siento en riesgo porque cada quien está en lo suyo, me siento como si trajera una camiseta. Como me siento en este momento, quisiera sentirme todo el tiempo".
Allison tiene 23 años y llegó del Estado de México. "Es muy normal estar en brasier", aseguró. "¡Pero en esta marcha me siento muy libre!", celebró. "Mi mamá sabe que estoy aquí, no sabe que estoy marchando en brasier. Pero sé que me apoya".
Aylin Michelle tiene 19 años y llegó de Iztapalapa. Marcha en brasier pero su expresión es otra. "El brasier no es una prenda femenina, es algo que sexualizaron sin necesidad de pedirnos explicaciones. ¡Yo no utilizo esa prenda, no me gusta! Y creo que no es necesaria porque no es un órgano sexual. ¡Mujeres salgan a marchar y abran sus mentes! Antes de criticar escuchen".
"De mi cuerpo y mi vestuario resérvate el comentario", dice la pancarta de otra joven que arribó al Zócalo en brasier, junto a sus amigas.
Alma se fue al extremo y se expresó en esta marcha con un body painting que realizó su amiga Jacqueline.
"Significa el empoderamiento femenino y las trompas de falopio es para pedir el aborto legal porque muchas compañeras han muerto. En la parte de atrás expresé nuestra protesta: si nosotros queremos vestirnos con mucha o poca ropa, es nuestro cuerpo. No nos tienen por qué juzgar ni criticar y somos libres de expresarnos".
Si Jacqueline aceptó utilizar la técnica de body painting en Alma, fue para que deje de ser considerado un tabú. "La piel es un lienzo y nosotros somos musas y artistas. El cuerpo es libre y mientras una diga no, no es no".