La serie icónica del 2000, Malcolm el de en medio, es considerada unas de los diez mejores show en la historia de Fox. La familia “disfuncional” que nos acompañó con más de 100 capítulos abordó diferentes temas y nos entretuvo durante años; en el capítulo “El Anuncio”, estrenado en 2005, Malcolm, Dewey y Reese inician accidentalmente una protesta a favor de los derechos de la mujer para evitar el castigo de Lois, su madre; pero todo se sale de control. 

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El capítulo comienza cuando la familia Wilkerson observa sobre la avenida un espectacular de un Club de Striptease, el cual llama la atención de todos menos de Lois. Los tres hijos deciden vandalizar el anuncio hasta el momento en que su madre los atrapa y cambian toda la narrativa, para afirmar que, les disgusta la cosificación del cuerpo femenino. 

Ante su discurso llegan mujeres que apoyan el movimiento y la protesta, así como, medios de comunicación, policías y un político en campaña. En poco tiempo la protesta se mediatiza y los muchachos continúan con el movimiento para evitar el castigo de su madre. 

Los hombres “son educados desde el poder para cometer abusos de poder y que, por más buena voluntad que tengan en deconstruir como anti patriarcales, siguen siendo beneficiarios del sistema porque los privilegios no se tratan de cómo te beneficias de ellos sino cómo el sistema te beneficia a ti”, explicó la activista mexicana, Dahlia de la Cerda. 

Hal, su padre es el primero en hacer declaraciones a los medios a favor de sus hijos y se refiera a la forma de crianza, afirmando que se ha dedicado a inculcar valores como la igualdad, el respeto, la compasión y la nutrición. Por otro lado, Lois se niega a hacer declaraciones porque sabe que sus hijos solo buscan evitar su castigo. 

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El foco central del capítulo es la voz masculina, y aunque, se hizo el esfuerzo por hablar de los derechos de la mujer se representó a las feministas como personas que apoyan, cuidan y alimentan a los tres hermanos que han decidido “luchar por sus derechos”. 

El personaje de Reese representa al hombre heteronormado que glorifica los cuerpos que cumplen los estereotipos de belleza y juzga como “feas” y “envidiosas” a las feministas porque nunca tendrán el cuerpo de la mujer en el anuncio; lo cual resulta muy problemático. A pesar de que los carteles de las mujeres que participan en la protesta sí respaldan y muestran el disconforme con el consumo del cuerpo de la mujer como algo sexual, se deja en segundo plano durante el capítulo. 

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El capítulo de poco más de 20 minutos demuestra cierta falta de empatía con el movimiento feminista, y pone en tela de juicio la legitimidad de ciertas actitudes, porque no es suficiente apoyar lo que dicen los hombres, sino se debe actuar ante las diferentes urgencias, necesidades e inconformidades que tenemos las mujeres. 

Es cierto que los hombres pueden ser aliados del feminismo, pero es importante cuestionar las intenciones y los acercamientos de ellos para hablar de un movimiento que no vive en carne propia. 

Con información de Revista Las Libres 

ASL