Al pensar en salud sexual seguramente te vienen a la mente métodos anticonceptivos, pero es mucho más que eso. Especialmente la salud sexual de las mujeres está atravesada por la violencia contra la que luchan a diario.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud sexual es “un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad”. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia.
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Salud sexual desde una óptica feminista
La salud sexual desde una óptica femenina va más allá de las típicas lecciones sobre salud reproductiva que se dan en las escuelas de nivel básico, puesto que la educación sexual no se limita a la enseñanza y aprendizaje del funcionamiento de los órganos reproductivos.
Ada Caridad Alfonso Rogriguez, reconocida médica de la Sección de Medicina Social de la Sociedad Cubana de Salud Pública, dijo durante un simposio sobre salud sexual y reproductiva en Cuba que, para comprender la concepción actual de la salud sexual, era necesario
“volver la mirada a las últimas décadas del pasado siglo, donde se despojó a la salud reproductiva de su tradicional ropaje biológico centrado en la salud materna e infantil en el ámbito de lo privado, para dimensionar aquellos otros componentes que no tienen como objeto la reproducción de la especie sino el placer y el encuentro amoroso”
En ese sentido, pasar de la concepción de la salud reproductiva a la salud sexual integral ha sido una lucha constante que, entre otras cosas, comprende los debates y enfrentamientos entre la regulación de fecundidad y las políticas públicas relacionadas a la reproducción y el derecho de las mujeres a la integridad física y a decidir sobre su propio cuerpo.
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Por ello, Ada Caridad menciona que son las mujeres quienes han empujado y acompañado en la arena internacional la visión de la salud sexual y reproductiva, los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos, y han impulsado la equidad de género como categoría de análisis en el campo de la salud sexual.
Deudas en torno a los derechos sexuales y reproductivos
A pesar de las luchas ganadas en torno a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, aún quedan pendientes muchas cosas. Una de ellas es la educación sexual integral, que en México actualmente se ve amenazada por la visión de sectores conservadores que impulsan iniciativas como el PIN Parental.
Otra de las deudas, específicamente marcadas en los territorios latinoamericanos, es la imposibilidad de las mujeres para acceder a abortos seguros. En México, solo dos estados de la república han despenalizado el aborto.
La salud sexual y la violencia
La situación de la salud sexual de las mujeres se torna aún más preocupante cuando se intersecta con el factor violencia. ONU Mujeres reconoce que la violencia contra mujeres y niñas perjudica tanto su salud sexual y reproductiva como su salud mental, cuestión por la que se hace indispensable que todas las mujeres y niñas que sobreviven a la violencia, especialmente la violencia sexual, tengan la posibilidad de acceder a diversos servicios de salud sexual y reproductiva, así como cuidado y asesoramiento psicosocial.
La salud sexual y reproductiva de mujeres y niñas no logra identificarse en lugares donde, por ejemplo, aún se permite que niñas se casen (a la fuerza) con hombres adultos. De acuerdo con ONU Mujeres “las niñas casadas no pueden negociar efectivamente un sexo seguro, lo que las hace vulnerables a las infecciones transmitidas sexualmente”.
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Mutilación genital
Otra forma de mirar la salud sexual de las mujeres a través de la violencia son los casos de mutilación genital que afectan a miles de mujeres. Datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) indican que, cada año, al rededor de cuatro millones de niñas en todo el mundo corren el riesgo de ser víctimas de mutilación genital femenina, y la mayoría son sometidas a esta práctica antes de cumplir los 15 años.
Más del 90% de las mujeres y las niñas de Guinea y Somalia son sometidas a alguna forma de mutilación genital o ablación.
La mutilación, o ablación genital femenina, es un procedimiento realizado en mujeres y niñas con el objetivo de alterar o lesionar sus órganos genitales. No hay recomendaciones médicas que justifiquen tal práctica. Según la UNICEF, constituye una violacion de los derechos humanos fundamentales de las niñas y mujeres.
La mutilación genital no ofrece ningun beneficio de salud; por el contrario, tiene consecuencias físicas y psicológicas a largo plazo. Las consecuencias físicas más comunes son dolor intenso, hemorragias prolongadas, infecciones, infertilidad o la muerte.
Por su parte, las consecuencias psicológicas van desde la pérdida de confianza de la niña, hasta ansiedad y depresión.
Estos son sólo unos ejemplos de que mirar la salud sexual desde una óptica feminista es mirarla desde la violencia contra las mujeres. Las organizaciones internacionales y los gobiernos aún están en deuda con la salud sexual de las mujeres. Hace falta un largo proceso de educación sexual para las mujeres, empoderamiento femenino y erradicación de la violencia de género.