A mediados de enero, los medios se tapizaron con la noticia de un cuerpo ajeno; Selena Gómez era objeto de especulaciones sobre su peso luego de que acudiera a los Globos de Oro en un vestido rojo. Poco después, la cantante señalaría en redes que se había divertido en sus vacaciones y, ante el bodyshaming, es imposible no cuestionarse el porqué las mujeres deben continuar dando explicaciones sobre algo tan propio como el cuerpo.
Las recientes semanas, de manera cíclica, estas este tipo de noticias se han repetido y, con insistencia, continuan arrojando masas de información sobre su padecimiento, el lupus, y creando lagos en un vaso de agua sobre sus respuestas y comentarios que Selena Gómez realiza en sus lives de redes.
La persistencia de los medios por tomarle fotografías, los chistes y una prensa que no desiste, son factores sofocantes para cualquier persona. A través de TikTok, Selena Gómez señaló que ella nunca ha sido, ni será modelo y que se sentía profundamente agotada, esto en referencia a los ataques que recibió por no ser lo "suficientemente" delgada.
“Sólo estoy tratando de mantenerme saludable, cuidarme y tomar mis medicamentos, eso es todo. No soy una modelo y nunca lo seré, creo que ustedes son increíbles (sus seguidores) pero yo no lo soy”, compartió Selena Gómez.
En esta línea, es vital dar eco al mensaje de que los cuerpos ajenos no son objeto de noticia ni motivo para replicar discursos violentos de gordofobia, xenofobia, sexismo o racismo. En función de esto, el documento “Los recursos estigmatizadores sobre los cuerpos”, señala lo siguiente:
“Los belleza hegemónica usualmente responde a la gordofobia, reproduce que lo deseable y valioso de los cuerpos responde a un solo modelo de delgadez, por ello, todo cuerpo que se nos presente en televisión, series o redes y no cumpla con este mandato se vuelve indeseable y castigable en términos sociales, especialmente, hablando del cuerpo femenino que es estigmatizado y valorizado a través del físico”
La lucha de Selena Gómez: visibilizando la salud mental
Desde hace un par de años Selena Gómez ha compartido con sus fanáticos las altas y bajas de su carrera, siempre agradeciendo por el apoyo recibido y acotando que sin importar la situación, se debe pedir ayuda con un profesional, luchar y visibilizar la salud mental.
En 2020, daría a conocer a través de un video que por primera vez en su vida había recibido un diagnóstico certero, algo que explicó, la hace reconciliarse consigo misma y sentir una paz que nunca había sentido.
“Hace poco fui a uno de los mejores psiquiátricos, el Hospital de Massachusetts en Estados Unidos, después de haber pasado muchas cosas diferentes y dolor, por fin, tengo un diagnostico: trastorno bipolar. Finalmente me puedo reconocer, entender y hacer las paces conmigo misma” (Selena Gómez, 2020),
De la mano para hablar de este tema, el año pasado estrenó “My Mind and Me”, un documental donde se aborda su vida, la presión al ser actriz infantil, las violencias, los problemas alimenticios, el lupus, su faceta como empresaria, la depresión, la bipolaridad y la ansiedad. En este espacio íntimo, Selena Gómez se convierte en una compañera íntima que más allá de la fama, se muestra como una mujer que ha sido acosada por los medios y de quien la sociedad siempre le exige más sin darle la oportunidad de tomar un espacio y sanar.
"Después de años en el candelero, Selena Gómez alcanza un estrellato inimaginable. Pero justo cuando alcanza una nueva cima, un giro inesperado la arrastra a la oscuridad. Este documental, sin gularmente crudo e íntimo, abarca su viaje de seis años hacia una nueva luz.”, se lee en la descripción del documental.
A un año de esta obra, es impensable que el nombre de Selena Gómez continúe siendo motivo de discusión y hostigamiento. En una sociedad patriarcal, el criterio de belleza continúa convirtiéndonos en verdugos de celebridades que envejecen, que suben o bajan de peso, que llevan o no llevan vello, que son solteras, que deciden no tener hijos o que deciden no utilizar maquillaje. Sin importar el motivo, el resultado es el mismo, una interiorización de violencias sobre el cuerpo de otros. En esta línea la activista feminista Ana de Miguel en su manual “La salud mental de las mujeres: la Psicoterapia de Equidad Feminista”, explica lo siguiente.
“El resultado de la normalización de estas creencias es que la inmensa mayoría de las mujeres, por no decir todas, tenemos una insatisfacción corporal. Las mujeres valoramos negativamente nuestros cuerpos y nuestras características físicas, lo que nos genera grandes malestares. No tenemos una autoestima sana centrada en nuestra visión de nosotras mismas, sino que la enfocamos en la satisfacción de terceros.”