En tacones, con falda, con el puño en alto y sed de cambio, así podemos observar a las mujeres que participaron en las movilizaciones del 68. Las fotos en blanco y negro no permiten olvidar su amplia participación en la lucha, a pesar de que durante años fueron invisibilizadas. 

“No se hablaba de nosotras. La historia la contaron los hombres líderes”, dijo Ana Ignacia “La Nacha” Rodriguez, durante una conferencia por los 50 años del movimiento estudiantil en la Universidad Nacional Autónoma de México.  

La Nacha, quien fue estudiante de la Facultad de Derecho en el 68, insistió en que las mujeres fueron una parte fundamental del movimiento, pero la discriminación hacia ellas invisibilizó las violencias de las que también fueron parte.

“Todo mi esfuerzo, hasta mi último aliento de vida, es para que se reconozca el trabajo de las mujeres en el 68”, dijo enérgicamente.

Contra el autoritarismo

Motivada por el cambio global que se dió en la década de los 60´s, la juventud mexicana de 1968 estaba abriendo paso a una nueva forma de concebir la sociedad. El Mayo Francés, la cultura hippie y la fuerza de los movimientos contraculturales impulsaron la sed de cambio entre el estudiantado mexicano.

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Se ha dicho mucho sobre la exigencia de los estudiantes al cese del autoritarismo del Estado en tales años, pero la invisibilización de las mujeres dentro del movimiento ha ocultado otro tipo de autoritarismo contra el que luchaban; ese que se encontraba en casa, se sentaba en un extremo de la mesa y exigía el comportamiento de una “dama” a sus hijas.

“Vivíamos en un país autoritario y con familia autoritaria. Era el papá que decía: aquí yo mando y tú obedeces”, cuenta Adriana Corona, integrante del Consejo Nacional de Huelga (CNH), en una entrevista para RompevientosTV.

Las mujeres desobedientes del 68 rompieron con los lugares que la sociedad les había asignado, se apropiaron del espacio público y se reconocieron como iguales con sus compañeros, como sujetas políticas activas. 

Las rebeldes del 68 encararon el autoritarismo dentro de sus familias, rompieron con los roles de género de la época, y así marcaron, fuertemente, un capítulo de la historia de la participación femenina en la política del país. 

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“Las mujeres se van a casar, ¿para qué vamos a invertir en su educación?", era alguna de las ideas en las familias, cuenta Adriana Corona. Fue un contexto en que las mujeres dentro de las universidades representaban una minoría abrumadora. 

Adriana Cobo explicó que, durante las épocas en que ella era una preparatoriana, las ideas sobre el lugar de la mujer permeaban en las aspiraciones femeninas: “El ‘estudio mientras me caso’ era lo famoso; las mujeres no tenían aspiraciones”.

“A mi madre le hubiera gustado más que yo fuera maestra de primaria”, dice Marcia Gutierrez, quien fue representante de la Facultad de Odontología ante el CNH. 

Las mujeres que se atrevieron a romper con los roles

Mujeres como Adriana Cobo, Marcia Gutierrez, Ana Ignacia Rodríguez, Roberta Avedaño, entre muchas otras mujeres que se involucraron en el movimiento estudiantil, se atrevieron a pensar en un futuro diferente, donde el lugar de la mujer en la sociedad mexicana no se limitaba a los cuidados del hogar. 

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Muchas jóvenes desafiaron también el autoritarismo en casa. Salían sin permiso de sus padres para involucrarse en mítines, marchas y brigadas informativas. Entre las participantes del movimiento existe una anécdota común: algunas salían vestidas y arregladas de casa pues decían a sus padres que irían a una fiesta, pero la realidad era que asistían a las actividades del movimiento.

2 de octubre no se olvida

Las mujeres del 68: representantes ante el CNH, brigadistas en las calles, organizadoras de mítines fugaces en plazas y mercados, defensoras de las instalaciones universitarias, madres de asesinados, obreras, estudiantes, guerrilleras, las que se conocieron y las desaparecidas, las asesinadas, todas. Que no se olvide su lucha contra el autoritarismo patriarcal, su lucha por la participación activa de las mujeres en la política, por la liberación sexual de la mujer y contra los roles de género. 

El 2 de ocubre no se olvida porque, como dice Rosario Castellanos, al final de su poema “Memorial de Tlatelolco”:

"Recuerdo, recordamos.
Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordamos
hasta que la justicia se siente entre nosotros."

Con información de: RompevientoTV y UNAM Global.