Algunas parejas monógamas o matrimonios han normalizado la violencia sexual; ya que el sexo, cuando hay penetración sin consentimiento, se convierte en una violación.
“Yo ya estaba dormida, él llegó borracho y me obligó a tener relaciones sexuales”, nos cuenta una de nuestras lectoras.
Este relato, es uno de tantos que podemos escuchar entre nuestras conocidas, pocas veces lo relacionamos con abuso sexual, porque se ha normalizado el sexo forzado.
De cada 10 violaciones, en ocho casos el victimario es la pareja, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
"A las mujeres les cuesta reconocer que su pareja es violenta o que les obliga a hacer cosas que no quiere. Y la otra es que a veces sí están amenazadas, intimidadas, las mujeres se dejan llevar por la vergüenza y también por el miedo", explica Laura Martínez, fundadora de la Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas A.C. (Adivac).
¿Por qué no hablas cuándo coges?
El feminismo ha puesto la sexualidad en el debate, nos hace ver que cuando los violadores están convencidos de que hubo sexo, las mujeres sabemos que allí hubo una violación, escribe Beatriz Gimeno.
La sexualidad es un pilar de nuestra subjetiva, señala Gimeno, por lo que se le ha atribuido un papel activo al hombre y uno pasivo a la mujer. Por ello, pocas veces nos atrevemos hablar “¿por qué no hablas cuándo coges?”, le preguntaron a una de nuestras lectoras.
¿Por qué no hablamos? ¿Por qué no pedimos lo que queremos? La feminista Gimeno, señala que esto se debe a una construcción social de nuestra sexualidad, la cual debemos deconstruir, y poner de por medio la empatía.
La empatía no está peleada con el sexo, señala la feminista, “introducir la empatía al coger o en cualquier otra relación quiere decir preocuparse por el otro o la otra, por su bienestar, quiere decir tener la capacidad para ponerse en su lugar, y nada de esto está reñido con ningún tipo de sexo (excepto el sexo machista)”.
Para Gimeno, la empatía no está reñida con el sexo casual, el sexo con muchas o muchos, el sexo con desconocidas/os, el sexo fuerte, el sexo incluso voluntariamente cosificador… el sexo como sea. Siempre, se debe considera que ahí, al otro lado, hay un ser humano, una mujer, con su propio deseo y con el mismo derecho a que dicho deseo sea atendido y respetado.
“Se debe educar a los hombres de manera que ninguno se muestre indiferente frente al malestar sexual de una pareja, para que el bienestar sexual de la otra(s) sea tan importante como el suyo propio”, señala la feminista.