Nota: Esta es una investigación en colaboración con Corriente Alterna, como parte de la tercera generación del Programa de Formación de la Unidad de Investigaciones Periodísticas de la UNAM.
Cada 25 de noviembre se conmemora el Día de Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, ahora conocido como el 25N, donde la exigencia de una vida libre de violencia se fortalece cada vez más a través del constante trabajo colectivo de la lucha feminista. Jazmín Hernández, sobreviviente de ataque con ácido cuenta para La Cadera de Eva qué sucede después de ser agredida y cómo se ha enfrentado al abandono del Estado mexicano ante lo distintos tipos de violencia machista y patriarcal, tal como la violencia ácida.
Cuando una mujer es víctima de un ataque con ácido es orillada a sobrevivir ante las distintas formas de violencia que siguen ejerciendo sobre ella, desde las autoridades encargadas de impartir justicia, el personal médico o la discriminación en el ámbito laboral. Desde el momento del ataque, las sobrevivientes deben acudir a cirugías, intervenciones dermatológicas, tratamientos psiquiátricos y el proceso de denuncia, lo que hace que sus trabajos y sus vidas en general se vean interrumpidas, de acuerdo con Ximena Canseco, cofundadora de la fundación Carmen Sánchez.
Yazmín Hernández es una mujer de 35 años, tiene cuatro hijos y trabaja en una fábrica recicladora de plásticos en la alcaldía Iztapalapa, ubicada en la Ciudad de México. El 21 de mayo de 2021 fue atacada con ácido por otra mujer cuando iba de camino a casa después de salir de su trabajo. Desde entonces se ha enfrentado a los estragos de la violencia ácida, entre ellos el no poder trabajar en condiciones dignas que se acoplen a sus nuevas necesidades, pues su cuerpo y su vida han cambiado.
El miedo a ser agredida de nuevo se ha convertido en parte de la rutina de Jazmín. Foto: Sofía Carbajal
Los ataques con ácido son una forma de agresión violenta que se define como el acto de arrojar ácido en el cuerpo de una persona con la intención de desfigurarla, mutilarla, torturarla o asesinarla, de acuerdo con el texto “Aspectos generales de la agresión con ácidos, un delito que deja huella” de Judith Beltrán. En los últimos años, la fundación Carmen Sánchez se ha dedicado a la investigación de los ataques con ácido haciendo registro de quiénes son los agresores, lo que conduce a estas agresiones y la forma en que suceden.
Actualmente no existen registros oficiales sobre cuántos casos de violencia ácida existen en México; sin embargo, la fundación ha hecho un registro de al menos 30 casos de ataques con ácido en el país, de las cuales sólo 28 han sobrevivido pero con severas consecuencias, como es el caso de Yazmín. Al menos el 94% de las víctimas son mujeres y en el 52% de los casos, el ataque sucedió en un lugar conocido para la víctima como su casa, cerca de ella, el trabajo y en las vías públicas cercanas a su domicilio o empleo.
“No hablamos de que esto le puede pasar indistintamente a hombres y mujeres. No, esto es violencia machista, violencia masculina contra las mujeres, violencia feminicida que atenta contra su derecho a vivir; que atenta contra su libertad y su dignidad”, afirma Ximena Canseco en entrevista para La Silla Rota.
De acuerdo con Judith Beltrán, el agresor busca causar un daño físico y moral, ya que al utilizar estos ácidos, el daño en la piel de las víctimas suele ser letal y de por vida. El 85% de los casos fueron ataques al rostro, pero frecuentemente el cuello, el pecho y las extremidades también son afectadas.
El lado izquierdo del cuerpo de Yazmín fue el que recibió el ataque; la mitad del rostro, sus ojos, cuello, mano y brazo fueron afectados por las quemaduras, además de la pérdida de la oreja izquierda: “Su intención de ella era este echarme la todo el ácido de frente”, dijo.
Cuando llegó la ambulancia para trasladar a Jazmín a un hospital donde pudieran atenderla, ella escuchaba lo que decían los paramédicos sobre la gravedad de las quemaduras, “pues aún tenía puesto el pantalón, no me lo quisieron quitar porque era pegado y tenían miedo a que al bajarmelo, se desprendiera la piel de las piernas”. Además, le comentaron a la familia de Yazmín que “llegando me van a tener que rapar, me iban a tener que tallar todas las áreas que habían sufrido quemaduras hasta sangrarme”.
“Tú te imaginas lo peor porque pues no sabes ni cómo vas. Entonces hago referencia a una de las muchachas, que pues que ya no me ayudaran, que ya mejor si ellos querían que mejor ya me inyectaran, que me dieran algo para ya morir”, cuenta.
Yazmín fue atacada en la esquina de su casa, ahora tiene un miedo constante a que la vuelvan a agredir. Foto: Sofía Carbajal
¿Qué pasa después de sobrevivir a la violencia ácida?
Tras el ataque con ácido quedan deformaciones y retracciones del tejido cutáneo; lesiones que quedan para toda la vida, o que si llegan a mejorar es porque las sobrevivientes deben someterse a varias cirugías, durante largo tiempo, para lograr siquiera recuperar algo del rostro que en algunos casos queda completamente desfigurado, explica Ximena Canseco.
Jazmín pudo mantener su empleo en la fábrica debido a que el ataque con ácido aún contó como “trayecto de trabajo”, por lo que el seguro social cubría las atenciones primarias. Sin embargo, estuvo internada un mes, donde sólo le dieron atenciones de primeros auxilios sin atención especializada, pues el seguro social por parte de su trabajo no cubría los gastos de las siguientes cirugías necesarias para la reconstrucción de su rostro y sus ojos, y tratamientos dermatológicos.
Al encontrarse con la fundación Carmen Sánchez, pudo continuar con las intervenciones quirúrgicas y así recuperar la movilidad de su cuerpo. Algunas personas de su trabajo reunieron un poco de dinero para poder ayudarla, mientras que junto a su hermana, Ximena Canseco y Carmen Sánchez también organizaron una colecta para apoyar económicamente a Yazmín.
Los cambio de temperatura afectan las cicatrices de Yazmín, pues si hace mucho calor o frío le duelen o se le inflaman. Foto: Sofía Carbajal
Durante un año y un mes le dieron incapacidad por parte del seguro social tras las intervenciones en sus ojos, su cuello y el rostro, pero su recuperación aún continúa. De forma particular es atendida por doctoras y doctores que han hecho alianza con la fundación Carmen Sánchez, donde ha podido seguir con los tratamientos dermatológicos. Pero hay quienes en su trabajo piensan que “no quedó tan mal” o que no necesita más intervenciones ni tratamientos porque “es vanidad”.
“Yo digo si es necesario, no es tanto la vanidad porque la vanidad. No, es algo por tu bien, por tu salud para tener a lo mejor no el 100% de calidad de tu vida, pero sí estar un 50, un 60 por ciento mejor con tus tratamientos”, afirma.
Hasta hace 4 meses, Yazmín pudo recuperar su empleo. Al inicio fue asignada a otra área de la fábrica diferente a donde estaba antes del ataque, pero la encargada no comprendió que las quemaduras de Yazmín cambiaron su cuerpo y su movilidad pues dijo que “no servía” y “no daba el ancho”.
“Tiene cuatro meses que ingresé otra vez a trabajar, pero sí me está costando mucho. Al principio, me dieron un horario de ocho horas, pero la encargada de esa área le dijo al gerente, que no le servía por el estado en que me encuentro, que no doy el ancho, que falto mucho”, comparte Yazmín.
Parte de los procesos por lo que atraviesan las sobrevivientes es el seguimiento de su caso ante las fiscalías correspondientes, en este caso la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México. Por ello, Yazmín ha tenido que asistir a las reuniones con el Ministerio Público a lo largo de todo este año; sumado a ello, no puede dejar de asistir a las consultas de su tratamiento médico y psicológico, lo que le complica cumplir con jornadas laborales de más de 8 horas y cumplir con los días de trabajo que le exigen.
Esto se ha vuelto una problemática para Yazmín y sus dos hijos más pequeños; al no poder trabajar no puede percibir un salario estable para cubrir sus necesidades básicas y sus tratamientos, con los que tampoco la han apoyado en su empleo.
“Le digo (a los encargados de la fábrica): la atención que recibo es particular, ustedes no me están apoyando en eso. Entonces en esa cuestión, pues sí, se me está haciendo ahorita difícil y en la situación también que pues ahorita yo ya vivo sola con pues con dos de mis hijos”, comenta.
Preguntamos a Yazmín: "Para ti, ¿qué es la justicia? ¿qué significa tu cuerpo como parte de tu territorio?". Foto: Sofía Carbajal
Exigen empleos dignos para sobrevivientes
Las secuelas de los ataques con ácidos impactan de por vida, pues “ellas nunca se van a recuperar”, afirma Ximena Canseco. Las sobrevivientes deben continuar con sus vidas pero ahora con nuevos padecimientos físicos y psicológicos. Pero el mundo no se detiene en cuestiones de dinero, pues los tratamientos también suelen ser costosos, deben cubrir sus gastos de traslado y sus necesidades básicas; otras también tienen a sus hijos e hijas y deben continuar con su manutención.
“Buscar ofertas laborales, no ha sido fácil, honestamente. Por un lado, por los tiempos de cada una porque si ellas tienen un trabajo sí o sí, tendrían que pedir permisos laborales para acudir a sus citas médicas y a las citas en la Fiscalía. Eso implica permisos laborales de hasta 6 u 8 veces al mes, dependiendo de cada caso”, explica Canseco.
En ese sentido, como parte de la construcción de alianzas por parte de la Fundación Carmen Sánchez, hacen un llamado a empresas privadas y socialmente responsables que, destinen vacantes que se adecuen a las necesidades de las sobrevivientes de al menos cinco estados de la república: Puebla, estado de México, Ciudad de México, Hidalgo, Querétaro y Veracruz.
“Si alguna empresa se quisiera sumar a abrir las puertas a alguna mujer sería excelente que tengan un empleo considerando esto que decimos de los permisos laborales. Eso también tiene que ver como parte de la inclusión social”, exhorta Ximena Canseco.
Los daños de la violencia contra las mujeres y las secuelas de la violencia ácida suman una serie de discriminación hacia las sobrevivientes. Por ello, desde la fundación hacen un llamado urgente para romper con el estigma, señalamientos y discriminación a las sobrevivientes de ataques con ácido, porque “todas ellas se tienen que enfrentar a un servicio médico que discrimina y minimiza las lesiones, a un sistema de justicia que no lleva los agresores a la cárcel y que no les informa a sus derechos, a la violencia institucional”, expresa la cofundadora.
Finalmente, las mujeres que sobreviven a un ataque con ácido se enfrentan a una sociedad que les pone obstáculos para reincorporarse en su vida, y por ello también es un llamado para retomar la responsabilidad social que tenemos todas y todos, para garantizar una vida libre de violencia a las mujeres que, como Yazmín Hernández, todos los días resisten a un sistema que le exige cumplir con los estereotipos de belleza y da valor a las personas por la capacidad de producción.