Después de que una mujer aborta -en su mayoría- hay una especie de silencio, no se habla sobre lo que se sintió, pasó y/o pensó. En un esfuerzo de darle voz a las voces de mujeres que se han sometido a este proceso, Sandra Vizzavona escribe “Interrupción”.

Sandra Vizzavona es francesa, abogada en derecho laboral, inscrita en el Colegio de Abogados de París, ¿qué hace su libro en Latinoamérica? ¿Cómo es que se conectan las historias de esas mujeres con nosotras? Lamentablemente, el tema del aborto pese a que es un derecho y se ha autorizado sigue siendo un tabú.

La autora comparte su historia en el primer capítulo, en un ejercicio de escucharse de nuevo, habla con otras mujeres que han abortado. 

"No me atrevo a confiar más que en una amiga que me lleva a ver un brujo. Este me aconseja tomar durante dos días una tisana de sabor amargo que, cundo la tomo enfrente de mis decepcionados padres, finjo que es para adelgazar", cuenta su testimonio Sandra.

Pasados unos días, la mamá de la autora encuentra en el bolso del pantalón de su hija la prueba. Sus padres la consuelan, le dicen que no es la primera mujer joven que le pasa y que ellos se harán cargo. Nadie le pregunta "qué siente, qué piensa ni qué desea hacer", ni si quiera ella, relata.

“Leo el libro de Sandra en México, un país en donde la mayoría de los estados el aborto aún es ilegal. En donde la diferencia entre legalidad y clandestinidad, entre la cárcel y la libertad, entre la salud y la posibilidad de morir por infecciones graves sigue siendo brutal, en donde el universo de derechos, entre ellos el de poder interrumpir los embarazos no deseados en un ambiente libre de incertidumbre, sin miedo a la muerte y a la esterilidad y con con un acompañamiento empático, aún es inaccesible…”, escribe María Teresa Priego en el prólogo del libro, quien también es columnista para La Silla Rota.

LA FRAGILIDAD DE UN DERECHO

El acceso al aborto es una lucha en diversos países, en México se despenalizó tras una decisión histórica votada por unanimidad de los ministros en pleno en septiembre del 2021.

En Estados Unidos en julio de este año se anuló el histórico fallo de 50 años que garantizaba el acceso al aborto. Las palabras de Sandra, en su libro del 2020 predicen que al ser un derecho -desde lo social- tan frágil, "su historia está acompañada por la sombra obsesiva de la posibilidad latente del retroceso”, quien pensaría que años después, este derecho daría un revés en el país del norte.

“(En Francia) la ley nos dio autorización para abortar, pero la sociedad nos impide hablar de ello o nos exige tomar una postura… El derecho al aborto está inscrito en la ley desde hace 45 años, su ejercicio debe ser discreto más no secreto”, escribe Sandra.Fue la editorial quien decidió que el libro de Sandra Vizzavona se difundiera en América Latina y América del sur, ya que es un tema de relevancia mundial y aún de lucha como podemos ver con el caso de Estados Unidos.

"HACE FALTA UN TRATO HUMANIZADO PARA LAS MUJERES QUE ABORTAN"

“Se ha avanzando con el tema del aborto en muchos países pero aún hace falta un trato humanizado hacia las mujeres”, dice en entrevista con la Cadera de Eva.

“Hay que cambiar como sociedad, sobre todo la mentalidad de que las mujeres que abortaron cometieron un error y por tanto deben sufrirlo. Se debe dejar de culpar, también la forma en cómo el personal médico percibe este proceso”, comparte.

“Mientras se un tabú se vuelve un tema frágil, mientras no se levante del silencio lo seguirá siendo”.

El aborto no es un tema que sólo concierne al movimiento feminista, los hombres también tendrían que movilizarse con las mujeres en las manifestaciones, sugiere la autora.

“Las mujeres o personas que van a abortar deben ser escuchadas y se les debe dar toda la información sobre el proceso, si deben hacerse un aborto quirúrgico o con medicamentos. En algunos casos hay quienes quieren un una cirugía y habría que explicarles los inconvenientes”.

“Este proceso debe ser rápido, no detenerse por situaciones burocráticas. Hay mujeres que prefieren hablar y otras que no y esto hay que respetarlo”.

Al escuchar los testimonios de sus entrevistas lloró en algunas ocasiones, en otras rió o se enojaron porque notaron el maltrato a la que fueron víctimas.

"Al despertar, comprendo de inmediato que acabo de vivir el primer sufrimiento completamente íntimo y personal, de esos que no piden consuelo. Percibo que habrá consecuencias que tendré que digerir yo sola. Fue mi cuerpo donde pasó lo que pasó"...

"También el silencio. El mío, que me que quema la garganta, pero que no interrumpe nada, el de mi padre que pronunciará estas palabras mientras me lleva a casa: 'No vamos a volver hablar del asunto'; el de mi madre, que jamás evocará el suceso, ni ese mismo día ni ningún otro", comparte Sandra sobre su experiencia.

En la primera parte del libro narra las experiencias de los abortos legales, lo cual no las exime de no ser maltratadas. En la segunda parte son testimonios de abortos clandestinos.“Después de dos horas a mi mamá le dio miedo y llamó a una ambulancia que nos llevó al Hospital de Dios (…) la rudeza de las hermana, un legrado sin anestesia”, es uno de los testimonios que se pueden leer en libro de Vizzaavona.

“Váyase a su casa a esperar. Los dolores. El pánico. “Vi un muñequito colgado de mi sexo al final de un cordón rojizo. Nunca hubiera imaginado que pudiera tener aquello dentro de mí. Tuve que caminar con él hasta mi habitación. Lo sostuve con la mano -pesaba extrañamente- y avancé por el pasillo apretándolo entre mis muslos”, cita Tere Priego a Annie Ernaux, quien escribió su aborto en Francia en 1963 y que fue publicado 30 años después.

El sentimiento que encontró de manera transversal en todas las historias la autora fue las las mujeres lo describen como un proceso difícil, es una decisión bien pensada, no sencilla, como se empeñan a decir los políticos, comentó.