The Last of Us avanza con paso firme para coronarse como una de las mejores series de los últimos tiempos, no sólo por una historia que se sale del cascarón cliché de los zombies y la supervivencia, sino porque ha trascendido y tocado cuestiones de inclusión. Apostando por historias que convergen, la serie presentó a dos nuevos personajes de la comunidad LGBTT+, quienes se llevarían los elogios por su representación siendo nombrado como el mejor capítulo en la historia de la televisión.
Este tercer capítulo llegó a la audiencia sin muchas expectativas, tal vez, se esperaban algunos ataques de zombies, las persecuciones y los escenarios apocalípticos característicos de The Last of Us, sin embargo, la llegada de Bill (Nick Offerman) y Frank (Murray Bartlett), abonaría de sobremanera a esta historia que no queda estancada en una línea sino que demuestra, que el amor y el compañerismo persiste.
Los usuarios señalaron que el trabajo que se está haciendo en esta adaptación es aún mejor que la del videojuego, pues The Last of Us traza su propio contenido, es arriesgado e incorpora de una manera bien lograda, cuestiones de diversidad, masculinidades, romance e identidades.
“The Last of Us pasó de ser un espectáculo de zombis bastante bueno a una obra de arte trascendente en tres episodios”, “The Last of Us creó una de las representaciones más hermosas de amor y devoción, sobre envejecer junto a la persona que amas”, se leen en algunos comentarios vía Twitter.
Este episodio dignificó a todas aquellas comunidades que en medios masivos, han sido estigmatizadas y estereotipadas de una manera discriminatoria y muy violenta. Bill y Murray son narrados de una manera transparente y cercana, el inicio de su romance, el amor profundo y la resilencia de su compañía al enfrentarse a un mundo que está cambiando.
La historia no exalta su orientación ni se convierte en el centro del capitulo con la finalidad de tintarse de política o utilizar el pinkwashing, sino que, nos presenta a dos personajes que han comenzado a envejecer juntos, que luchan y que son sustento el uno del otro. La representación respetuosa dignifica y nos visibiliza en cualidad de iguales a todas las personas.
La representación de la comunidad LGBTTI+ en medios
El cine y la televisión recoge historias y construye realidades que luego, son imitadas por una audiencia que normaliza actos violentos y discriminatorios, pues se conoce un sólo escenario donde la hegemonía y la heteronormatividad es lo único legítimo. A raíz de esto, cuando en pantalla se nos presentan historias con diversidad de cuerpos y comunidades genera incomodidad, sin embargo queda cuestionarse, ¿si las personas bisexuales, intersexuales, lesbianas, bisexuales, pansexuales o trans existen, por qué genera tanto conflicto verlas representadas en nuestras pantallas?
La problemática se origina porque el mismo poder mediático, desde siempre, ha estereotipado y criminalizado a las comunidades LGBTT, con parodias violentas, vergonzosas y discriminatorias.
En remembranza, durante la conferencia Identidades Trans, la ponente y activista Láurel Miranda recordó cómo en más de una película se muestra con horror a las personas de la comunidad LGBTT, por ejemplo, cuando un hombre descubre que la mujer con quien sale es trans y lo hacen sentir humillado. O tal vez, cuando el personaje es besado por un hombre homosexual y se convierte en objeto de burlas y rechazo.
“No es erróneo afirmar que, en los más de 100 años de historia del cine, las pocas veces que las personas homosexuales han sido retratadas, ha sido como personajes que causaban risa, dignas de pena o como monstruos que provocaban miedo en la audiencia. El cine ha enseñado a los y las heterosexuales qué pensar sobre los personajes queer, y a la audiencia queer qué pensar sobre sí misma.” Fragmento del documental El Celuloide Oculto (1995) de Rob Epstein y Jeffrey Friedman.
Los medios de comunicación han satanizado y convertido en mofa a comunidades vulnerables, personas negras, indigenas, mujeres, inmigrantes y personas de la comunidad LGBTT. De aquí se origina la incomodidad de la audiencia cuando se muestra con respeto y dignidad historias de esta índole y aún más, en series con semejante alcance mediático. La representación sí importa y es necesaria, pero no basta con mostrarnos a personajes superficiales que lucran con el movimiento, sino representaciones que dignifiquen y se rebelen contra más de un siglo de violencia y estigmatización.